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Si un día desaparezco, búscame. ¿Cómo impactan los feminicidios en la sociedad mexicana?

mmmmm09Ensayo31 de Octubre de 2025

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¿Cómo impactan los feminicidios en la sociedad mexicana?

Si un día desaparezco, búscame.

Siempre he tenido sueños grandes, de esos que parecen abrazar el futuro con las manos. Desde niña imaginé mi nombre siendo importante, siendo referencia del éxito. Pero a veces, en la inmensidad de la noche me pregunto si algún día alguien decidirá que mis pasos estorban, que mi voz pesa demasiado, que mi cuerpo puede ser silenciado. Y en ese instante me pregunto, ¿qué será de mis sueños si mi vida se apaga en un instante, si mis risas ya solo se podrán escuchar en recuerdos? Tal vez digan que fue mi culpa, que mi ropa, mi hora, mi camino lo provocaron. Tal vez juzguen a mi madre dudando de su amor, su permiso, su silencio. Y yo, desde algún rincón del olvido, solo me pregunto quién cuidará de todo aquello con lo que soñé, quién llorará mis sueños cuando ya no esté mi voz para defenderlos.

A veces pienso que crecer siendo mujer es aprender a tener miedo. Desde pequeñas nos enseñan a no hablar con extraños, a no salir solas, a cuidarnos de todo y de todos, porque ni de los tíos estamos a salvo. Pero nadie enseña a los otros a no hacernos daño. Y ahí empieza la injusticia, nosotras vivimos limitadas, vigilando cada paso, cada mirada, mientras el peligro camina libre, sin miedo, sin culpa.

Ser mujer en este país es cargar con la posibilidad constante de no volver, de que tu feminicidio sea uno de los 1.8 que en promedio pasan cada día, y aun así fingir que todo está bien, que todos los demás finjan que está bien. Finjan que no pasa nada cuando alguien te sigue, cuando un auto reduce la velocidad a tu lado, cuando escuchas miles de noticias y casos sobre mujeres que ya no regresan. Y lo peor es que ya ni siquiera nos sorprende. Nos acostumbramos al horror como si fuera parte del paisaje y esto, solo sirve de combustible para que siga sucediendo. Loa feminicidios no son hechos aislados; son el reflejo de una estructura social y judicial que sigue protegiendo al agresor e interrogando a la víctima.

Pienso en todas esas mujeres que alguna vez soñaron, igual que yo, con tener una vida plena. Pienso en todas esas 444 mujeres, adolescentes y niñas que fueron asesinadas entre enero y agosto de este año. Sus nombres se multiplican, sus historias son olvidadas y muchas veces no llegan a ser contadas y cada una se convierte en un eco que nos persigue porque como fue ella, pudo ser cualquiera, pude ser yo. Y entonces entiendo que el miedo no es solo mío, es de todas. Es un miedo compartido, heredado, que nos une en la tristeza, pero también en la rabia.

La violencia de género y el feminicidio no son simples estadísticas; son vidas arrancadas, sueños suspendidos, familias que viven con el hueco de quien ya no está. Cada caso es un recordatorio de que la libertad y la seguridad de las mujeres no siempre están garantizadas, y que la sociedad muchas veces señala a la víctima antes que al culpable. Los datos reflejan cientos de mujeres desaparecidas o asesinadas, para muchos seguirá siendo un solo número, pero para nosotras representa el miedo constante y la fragilidad de la vida que se vive con la sombra de la violencia encima.

Y así, en medio de esa realidad, pienso en los sueños que podrían perderse, en las risas que se quedan flotando en el aire y en las historias que se convierten en susurros hasta perderse en el olvido. La culpa nunca debería caer sobre nosotras, sobre nuestra ropa, nuestro camino o nuestro horario; la culpa es de quienes eligen arrebatar la vida ajena. La sociedad tiene la responsabilidad de cambiar esta realidad, de educar, proteger y reconocer el valor y la dignidad de cada vida.

Pero, aun así, en medio de tanta oscuridad, seguimos y seguiremos luchando. Como dijo Maya Angelou “No hay nada más peligroso que una mujer que se ha levantado”. Todas seremos las voces de quienes ya no están, las madres que buscan, las mujeres que marchan, cada voz que grita nuestros nombres dejando en claro que no nos olvidarán ni nos dejarán solas. Cada una de nosotras debemos alzar la voz para romper el silencio que nos quisieron imponer, si no quieres hacerlo por no ser “feminista”, hazlo por ser una mujer. Según Aquí Estamos, en 2021 solo el 4% de feminicidios infantiles se resolvió, esto demuestra que no son solo los monstruos los que nos matan, sino que es el mismo sistema que nos mira morir y calla.

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