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Socialismo Siglo XXI


Enviado por   •  17 de Abril de 2013  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  659 Visitas

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En las raíces mismas del cristianismo se encuentra la tendencia a la construcción de una sociedad de iguales, anti-jerárquica, de economía solidaria y, por ende, socialista. Efectivamente, Jesús de Nazaret anuncia su mensaje como advenimiento de una nueva sociedad denominada “Reino de Dios” cuya propuesta económica se encuentra ampliamente desarrollada en el evangelio de Marcos, especialmente en lo que se conoce como “secuencia de los panes” que abarca desde el 6,34 al 8,30, previa una introducción que va del 6,30 al 6,33.

La parte fundamental de la propuesta se formula en una introducción en la cual se dan las dos escenas conocidas como “la multiplicación de los panes”. Son dos multiplicaciones, o mejor, es la escena de la multiplicación que se repite. La primera escena es precedida por una introducción que nos dice que una vez que los discípulos volvieron de la misión que Jesús les había encomendado (Mc 6, 7-13), Jesús los quiere llevar aparte para descansar, porque “eran tantos los que iban y venían que ni para comer tenían tiempo”• (Mc 6, 31).

Pero ello no fue posible, porque “al desembarcar (Jesús) vio mucho pueblo –pollýn ójlon– y se compadeció de ellos porque estaban como ovejas que no tienen pastor y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Mc 6, 34). Es conocida la metáfora del pastor para la dirigencia política en toda la literatura antigua. La utilizan Homero, Platón, Ezequiel. Se encuentra en los Salmos bíblicos, en el Éxodo, en el Poema de Gilgamesh, en el Código de Hammurabi. Los reyes sumerios, acadios, babilonios, neobabilonios y asirios llevaban esa denominación.

El problema que aquí preocupa a Jesús es que el pueblo está desorganizado. Un rebaño sin pastor es un rebaño desorganizado, fácil presa de los lobos. De esa manera no tiene posibilidades de salir de la situación opresiva en que se encuentra. Un pueblo sin pastores no es un pueblo, es una simple multitud, un conjunto de átomos sin capacidad de tomar decisiones. La propuesta económica no puede funcionar en un pueblo desorganizado.

“Era una hora muy avanzada cuando acercándosele los discípulos le decían: 'El lugar es desierto y ya es hora tardía: despáchalos para que vayan a los campos y aldeas –agroús kai kómas– del contorno y compren para sí mismos –agorásosin eautóis– algo que comer'. Mas él respondiendo les dijo: 'Denles –dóte autóis– ustedes de comer'”. (Mc 6, 35-37).

En este diálogo tenemos la clave para entender el significado de ambas multiplicaciones de los panes y, en general, del aspecto económico del proyecto del Reino. Los discípulos hablan de “comprar” –agorádsein–, mientras que Jesús habla de “dar” –didonai–. Para comprar se requiere tener con qué hacerlo, dinero. Pero la mayoría del pueblo que anda con Jesús es pobre, de manera que no será posible se compren lo necesario para comer. Por otra parte, se trata de una acción individual. El que tiene dinero comerá y el que no lo tiene se quedará con hambre.

Se trata evidentemente de una economía de acumulación individual. Era la que se estaba produciendo en esa etapa crítica en que la incorporación a la esfera del dominio imperial había ido destrozando las comunidades campesinas. Pero además, Herodes Antipas había realizado un programa de urbanización con la fundación de Tiberíades y la reconstrucción de Séforis que provocó una verdadera crisis en el campesinado.

Pues bien, las élites ciudadanas nuevas o renovadas en Séforis o Tiberíades necesitaban tierras en los campos adyacentes y eso significaba la posibilidad de la fuerza o la violencia así como la realidad cotidiana de préstamos y deudas, hipotecas y expulsiones. La tierra que era un “don divino” se había transformado en un “bien comercial”.

Los discípulos participan de esta concepción económica, de la cual participaban también los zelotes. El zelotismo había penetrado profundamente en los sectores populares. Sin duda que muchos de los componentes del movimiento de Jesús venían de ese movimiento y seguían sufriendo su influencia. Se trata de un movimiento popular antiimperialista, y, en ese sentido revolucionario, pero en cuanto a la estructuración social, reformista. Efectivamente, en eso coincidían con el proyecto sacerdotal. Tanto es así que no pretendían eliminar el sacerdocio, sino purificarlo.

Jesús, en cambio, propone un proyecto radicalmente diferente, contrapuesto. Es el de la primera Confederación de tribus que retomarán los profetas más radicales como Amós, Oseas y Miqueas. La sociedad se debe estructurar alrededor del valor central del “don”, del dar, de la generosidad, de la solidaridad.

Pero no se trata simplemente de dar como quien da una limosna, o como quien hace un acto de caridad. No se trata de “populismo”, de solucionar el problema social mediante un plan de reparto para los necesitados, porque en ese proyecto de sociedad no puede haber necesitados. Nadie tiene que tener hambre como acontece, en cambio, si es que para comer es necesario ir a comprar.

En la narración con la simple propuesta de “dar” que hace Jesús ya el proyecto está suficientemente claro

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