TEMA DE HOY - LAS CUBIERTAS
PEDRO5757Apuntes18 de Diciembre de 2016
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Estas son dos historias sobre los orígenes del castillo en Inglaterra. La primera es simple. Los Normandos introdujeron los castillos tras la conquista de Inglaterra en 1066. Los Anglosajones no los construían y los vieron como una amenaza política cuando fueron erigidos en los años 50 del siglo XI, principalmente en los confines de Gales, por parte de un restringido grupo de barones protegidos por Eduardo el Confesor. Después del 1066 había castillos por todos sitios. Guillermo el Conquistador construyó dos antes de la batalla de Hastings y a finales del siglo había unos 500 entre los de propiedad real y aristocrática. En el censo realizado en el Domesday Book en el 1086 se mencionan 49; de los restantes se conservan huellas de su fisonomía en el paisaje, excepcionalmente torres de piedra (como es el caso de Torre de Londres), pero generalmente son solamente relieves artificiales en el terreno, las motas, sobre las que se levantaba una torre de madera circundada por un amplio espacio fortificado donde vivía la mayor parte de las personas. Los hallazgos arqueológicos concuerdan en colocar la aparición de estas motas no antes de la fase final del siglo XI, pero a partir de este momento las fuentes utilizan de forma recurrente los términos de castrum y castellum. Los castillos forman parte del horizonte mental de los autores de los textos, como lugares en los que se concentra la autoridad del poder político sobre la población del entorno, la defensa e incluso la rebelión contra el rey. Se trata por lo tanto de una importación normanda desde Francia, donde había estructuras similares desde al menos un siglo antes y que constituían las bases de las señorías territoriales.
La segunda historia propone un proceso de larga duración y se basa en la interpretación de los castillos como residencias aristocráticas. En las excavaciones de estos complejos del último periodo anglosajón (900-1050), como por ejemplo en Goltho o Raunds, es común encontrar una sala central con anexos circundada por un foso. El foso definía la existencia de una fortificación. Este tipo de fortificaciones eran comunes en Francia y en otros países vecinos, como en el de caso de Der Husterknupp (Dusseldorf) donde los fosos son de principios del X y la mota de principios del XI. En este caso se podría sostener que los Anglosajones ya construían fortificaciones antes de la conquista normada, y los aristócratas anglosajones habrían podido llegar a realizar motas aunque la conquista no hubiese tenido lugar. La arqueología demuestra que la fortificación de las residencias aristocráticas es un fenómeno que ha tenido lugar en Inglaterra casi a la vez que en el Continente.
La diferencia entre estas dos hipótesis es esencialmente la de los historiadores y la de los arqueólogos. El reconocimiento de las motas proporciona un soporte arqueológico a la lectura normanda, pero el eje de la interpretación tradicional que atribuye a los normandos la importancia de los castillos reposa en las fuentes escritas. Al contrario, las residencias fortificadas del siglo X es sobre todo un descubrimiento arqueológico; no tienen ningún soporte documental salvo por una mención puntual que aparece en un texto de derecho privado realizado en torno al 1000 en el que se dice que un thegn (aristócrata menor) tenía que poseer para ser considerado tal un burgheat (un recinto). Pero antes de los hallazgos arqueológicos no se ha dado a este texto ninguna relevancia.
Se pueden por lo tanto obtener dos conclusiones de estas historias. Una es que la novedad normanda tenía en realidad una larga prehistoria en Inglaterra que solo ahora empezamos a conocer y que podrá ser definida únicamente mediante la arqueología. La otra es que no basta ir sencillamente a la búsqueda de fortificaciones. Los textos de la última fase anglosajona no hacen ninguna referencia a estas residencias fortificadas. Los exponentes de la aristocracia anglosajona fundaban su poder en la riqueza global y en el papel que tenían dentro del sistema política inglés (que era un estado fuerte, antes y después de la conquista), y no sobre la hegemonía a escala local. En cambio el sistema de poder de los aristócratas normandos era distinto. En primer lugar contaban con territorios señoriales articulados en torno a una fortificación que constituían la base del poder aristocrático; en segundo lugar, tras el 1066 era una fuerza de ocupación militar, empeñada en defender sus propias conquistas contra la población anglosajona, que era la mayor parte de la población y practicaba una resistencia que no era solo pasiva. Sus castillos no eran necesariamente más eficaces en términos militares que las residencias fortificadas anglosajonas, pero eran percibidos y sentidos como distintos. En cierto modo, el carácter novedoso del castillo era una construcción mental. De hecho, mientras que los aristócratas anglosajones no se preocupaban ni siquiera por dar un nombre a sus principales centros de poder, los barones normandos eligieron definirse asimismo con el nombre de los lugares donde estaban los castillos. En este sentido los normandos si que han inventado el castillo; no la fortificación, sino la idea que pudiese revestir una determinada importancia política. La arqueología nos dice que las construcciones eran viejas, pero las fuentes documentales nos dicen que tenían un nuevo significado.
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