Teoría Sociológica del Conocimiento Luis Carranza
Alcatraz RamirezDocumentos de Investigación17 de Febrero de 2020
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EL CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS
Los muchos y cada vez más complejos problemas del conocimiento, se configura una nueva disciplina que pasa a ser más tarde uno de los pilares fundamentales de la filosofía. Es la gnoseología o la teoría del conocimiento que agrupar y ordenar sus problemas, sistematiza las soluciones de la historia.
Lo importante es que no sólo busca confirmar la respuesta que ya tiene la psicología, con respecto al proceso de la sensación a la ideación, sino que ensancha y problematiza el campo de acción de dicho proceso de una concepción totalizadora del hombre frente al mundo y frente a sí mismo. Pues basta tener presente, que el único mundo sobre el que puede actuar el hombre, es el mundo que conoce, y es a través y en el dicho conocimiento. Por tanto, si quiere agrandar los horizontes de ese mundo, tiene que agrandar los horizontes de su conocimiento.
Es posible que diga, que aquí y en esta forma estamos inclinando la balanza en favor del conocimiento al punto de darle prioridad. Sólo queremos mostrar que la gnoseología es el tronco central en torno al cual se aglutinan muchas otras disciplinas filosóficas, todas las cuales contribuyen a iluminar cada vez más esa concepción totalizadora del hombre, de ese hombre del que no sabemos, si conoce en la medida de lo que es, o es en la medida de lo que conoce. Tampoco sabemos si el mundo está ya hecho y sólo buscamos conocerlo, o si lo que buscamos por más que el mundo esté ya dado.
— EL CONOCIMIENTO
Comencemos por preguntar si el conocimiento es un proceso pasivo de simple reproducción del objeto en la mente humana, si es un proceso activo de creación.
Quienes consideran que el conocimiento no es más que la aprehensión, son dos frentes:
a) Los que piensan que el conocimiento es la simple captura pasiva que se inicia en las sensaciones y va hasta la imagen de la cosa, o en buen término abstracción y la generalización, b) Los que piensan que dicha aprehensión no sólo es sensorial, sino lógica, y para quienes, en consecuencia, aquel "saber por un no saber, no es propiamente un conocimiento. Por el otro lado, quienes piensan que es creación, presentan igualmente dos frentes:
a) El idealismo, que explica la existencia del mundo como creación o de desenvolvimiento de una conciencia individual o supra-individual.
b) Quienes toman la creación no como simple existencia, sino en el sentido de cambios, adaptaciones y condicionamiento del mundo a las necesidades y exigencias del hombre.
Ahora bien: cierto es que ver y tocar la cosa es ya conocerla. Pero claro está que dicho conocimiento es insignificante frente al posible y al que propiamente se entiende por tal. Apenas si es, pues, un primer paso hacia el conocimiento.
En cuanto a la aprehensión lógica, ella implica, sin duda, un conocimiento superior al anterior; pues se trata, aunque no fuese más que un intento, de la determinación y explicación de la cosa a través de su concepto genérico y su diferencia específica.
Cuando Kant nos dice que conocer es ordenar el mundo en las formas puras y apriori de la sensibilidad y el entendimiento, se refiere a toda aquella explicación de altísimo alcance, a través de las determinaciones fundamentales de tiempo, espacio, unidad, pluralidad, totalidad, afirmación, negación, limitación, substancia, causalidad, acción recíproca, posibilidad, existencia y necesidad.
Pienso que con tal esquema de ordenación, la comprensión lógica del objeto es completa. Ya nada habría que agregar, y más sí se trata únicamente de cómo llegar a la imagen lógica de la cosa. Pero si lo que importa no sólo es llegar a la imagen de la cosa, sino de cómo llegar a ella para hacerla, cambiarla, condicionarla, entonces sí que bien podemos decir que es insuficiente.
En cuanto al conocimiento como proceso activo de creación, podemos hablar de dos posiciones:
a) El idealismo, que con referencia a este punto nos da una solución mucho más existencial que gnoseológica. Se refiere al mundo creado por una conciencia mundial o por la conciencia individual.
b) La posición de todos aquellos para quienes conocer es hacer. Lo que importa no es tener en mente la imagen del mundo, sino estar en condiciones de construirlo, modificarlo y adaptarlo a las necesidades del hombre.
Según esta posición, y que es la justa, el conocimiento es un doble proceso de acción y reacción. Pero claro que no por esto teoría y práctica están en simple relación de sucesión: primero la teoría y luego la práctica con que el hombre se vuelca sobre el mundo. El doble proceso del que aquí hablamos, es un doble proceso teórico-práctico, en el que la teoría y la práctica están en unidad indestructible a lo largo de todo el curso que va desde la aprehensión y manipulación del objeto, hasta su descomposición y análisis explicativo, sus hipótesis, teorías y la verificación experimental. La teoría se canaliza con la práctica, y la práctica verifica la teoría.
II. — POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO
la confianza y seguridad que el hombre tenía de cuanto hacía y pensaba, surgió el problema de la posibilidad, que hoy en día es problema forzado: ¿Es posible el conocimiento y el hombre está en condiciones de conocer?
Tal problema abrió camino por dos lados: la religión y la agudeza lógica de los sofistas. Por lado de la religión se afirmó que el hombre fue creado por Dios, y que, por tanto, no estaba ni podía estar a la altura de su creador y conocer los misterios de dicha creación.
Este esquema perduró por siglos. Pues basta recordar que durante la Edad Media, aun cuando se reconoció la existencia de dos verdades (la filosófica y la teológica), concesión que para entonces ya fue mucho, esta última era la suprema y absoluta. Asimismo basta recordar que quienes buscaban la verdad (filósofos y científicos) pagaban su osadía de herejes en la hoguera.
Por el lado de los sofistas, la brecha se abrió de otro tipo. Se infiltró la duda y la desconfianza no tanto por el lado de las cosas como por el lado del hombre: su realidad y naturaleza, sus acciones, juicios y apreciaciones, todo un campo en el que aún hoy sus verdades son pocas.
La aparición de los sofistas fue positiva; pues fueron ellos los que abrieron las puertas del progreso de las ciencias, al mostrar detrás de la cosa las muchas posibilidades lógicas de su ser. Todo esto significó el paso valioso del ser sensible al ser lógico; del conocimiento racional.
Responden al problema, en sus dos extremos, el dogmatismo y el escepticismo.
1) Dogmatismo. — Afirma, sin limitación alguna, la posibilidad del conocimiento y la capacidad del hombre para conocer.
2) Escepticismo. — Niega el conocimiento o, simplemente, limita sus posibilidades a algunas esferas de la realidad, lo que da lugar a escepticismos especiales:
a) Escepticismo general, — El más representativo escepticismo de este tipo es el de Pirrón de Elis (360-270 antes de J.C.). Nada podemos conocer. El conocimiento es imposible, por tanto, lo más aconsejable es abstenerse de formular juicio alguno.
b) Escepticismos especiales.— Dentro de este tipo incluimos el probabilismo, según el cual no podemos llegar a la verdad misma; pues todos los juicios no hacen más que aproximarse a ella; son juicios probables.
En otros escepticismos, tenemos los que llevan el nombre de la esfera cuyo conocimiento niegan o creen imposible, como ocurre con el positivismo, que sólo admite el conocimiento de la realidad sensible y el único útil; el escepticismo metafísico, conocido también con el nombre de agnosticismo, y que cree no solamente inútil el conocimiento ya sea de la cosa en sí, de la causa verdadera, o el conocimiento de la esencia; el escepticismo ético, el escepticismo religioso.
3) Soluciones intermedias. — Entre el dogmatismo y el escepticismo que polarizan el problema, se dan interesantes soluciones intermedias que nos llevan a situaciones conflictivas muy discutidas aun hoy en día.
a) Subjetivismo. — Nuestro conocimiento del mundo es por fuerza un conocimiento en la medida de lo que el hombre puede conocer. Jamás tendremos verdades más allá de cada hombre ni más allá de la naturaleza humana.
b) Relativismo. — No hay verdades absolutas y universalmente válidas. Ellas son relativas y sólo valen para su tiempo, su espacio y su cultura.
c) Pragmatismo. — No tiene sentido la verdad como conformidad del pensamiento con la cosa de referencia. La verdad es utilidad y servicio a la vida, que llamamos verdaderas a las ideas que sirven para una cabal adaptación al mundo y las circunstancias.
d) Criticismo. — Para delimitar los alcances del conocimiento y esclarecer muchos de sus problemas, es necesario dar por supuesto que el conocimiento es posible. De otra manera nada podríamos adelantar ni nada podríamos decir.
III. — ORIGEN DEL CONOCIMIENTO
Tiene dos problemas: ¿Cuál el origen del conocimiento y cuál el asiento de su validez universal?
Las respuestas a este problema exigen un previo conocimiento de la naturaleza humana. Y en este punto lo único que sabemos por ahora es que el hombre es, por un lado, razón, y, por el otro, sentidos con los que entra en contacto con el mundo.
Razón y sentidos apuntalan las dos respuestas, esto es, los dos extremos irreconciliables del problema: racionalismo y empirismo.
1) Racionalismo. — No niega el valor de los sentidos en el concomimiento de las cosas; pero sucede que todo esto se hace posible en base a una razón pre-existente que es la que propiamente elabora. De no existir tal razón las sensaciones se disiparían como débiles copos de nieve.
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