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Tradición Oculta - Culpa Organizada Arendt

Brenda AllemanoResumen30 de Octubre de 2021

853 Palabras (4 Páginas)117 Visitas

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Tradición Oculta - Culpa Organizada

La tesis central de la estrategia política de los nazis es dirigida igual al “frente interior” (el propio pueblo alemán) que a sus enemigos. No hay ninguna diferencia entre nazis y alemanes. La consecuencia de esta tesis es que no habrá un reparto de la responsabilidad, que la derrota afectará de igual manera a los antifascistas alemanes y a los fascistas alemanes. Otra consecuencia es que el castigo de los crímenes de guerra se convertirá en amenazas vacías debido a que no se podrá encontrar a nadie que no se encuentre dentro de la definición de criminal de guerra.

Los informes de los diferentes crímenes de las SS y de la Gestapo, al principio, se mantenían en el máximo secreto posible, pero luego se han ido difundiendo a través de una propaganda de rumores llevada a cabo por los propios nazis. Esto fue admitido como medidas de liquidación destinadas a que los “compatriotas” no incorporados se vieran al menos forzados a hacer el papel de consentidores y cómplices.

“La movilización total ha comportado la complicidad total del pueblo alemán”

La posibilidad de una futura clandestinidad depende de que nadie sea capaz de saber quién es un nazi y quién no, es decir, que no haya aspectos visibles exteriormente. Para esto, es necesario intensificar el terror en Alemania, un terror que deje con vida a nadie cuyo pasado o popularidad puedan llegar a acreditar su antifascismo.

El eslogan más extremo que ha inspirado a favor de los judios fue “sólo es bueno el “alemán muerto”. Sólo si los nazis “cuelgan'' a alguien es que podemos saber que estaba realmente contra ellos. No hay otra prueba.

La policía totalitaria, que destruyó totalmente la neutralidad que se halla en la vida cotidiana de la gente, consiguió que la existencia privada de cada individuo sobre suelo alemán dependan de si comete crímenes o es cómplice de los mismos.

La autora explica que hay que reflexionar qué actitud tomar y cómo enfrentarse a un pueblo en el que la línea que separa a los criminales de la gente normal se ha borrado con tanta eficacia que mañana nadie sabrá en Alemania si tienen enfrente a un héroe secreto o un viejo asesino de masas.

La gran irritación que acomete a la gente de buena voluntad cuando se habla de Alemania es esa mounstruosa máquina, esa adminitracion del asesinato en masas, cuyo servicio se pudo poner en todo un pueblo. Además, en esta máquina de la muerte todos están obligados a ocupar un puesto, más allá que no sean directamente activos en los campos de exterminio. Cuando todos son culpables, nadie puede juzgar de verdad, ya que a esta culpa también se la ha despojado (quitado) de la mera apariencia, hipocresía y responsabilidad. En la medida en que el castigo es el derecho del criminal, la conciencia de ser culpable es parte de la culpa y la convicción de la capacidad humana de responsabilizarse, parte del castigo. 

Heinrich Himmler ha organizado y difundido conscientemente el terror por todo el país. Su docilidad quedó demostrada cuando este padre de familia demostró que estaba completamente dispuesto a dejarse arrebatar sus ideas, su honor y su dignidad humana por una pensión, una vida segura y la existencia asegurada de su mujer y sus hijos. La única condición que puso fue que se le absolviera radicalmente de la responsabilidad de sus actos. Aquel alemán medio que los nazis con toda su propaganda no pudieron conseguir que matara por su propia iniciativa a ningún judio es el mismo que hoy sirve sin protesta a la maquinaria de la aniquilación. El carácter funcional de las acciones de ese padre de familia le había arrebatado su conciencia y sólo se sentían responsables de su familia. La transformación del padre de familia es un fenómeno internacional moderno. Las calamidades que puedan ocurrir lo pueden convertir en cualquier momento en juguete de la locura y la crueldad. En otras palabras, cada vez que la sociedad deja sin medios de subsistencia al hombre, este estará dispuesto a asumir cualquier función. Este tipo de hombre moderno la autora lo refiere con el término “pequeño burgués”. Es un fenómeno internacional, es el hombre-masa moderno visto en el seguro refugio de sus cuatro paredes. Si su profesión lo fuerza a matar, lo lleva a cabo por profesionalidad, no por gusto. Heinrich Himmler era un pequeño burgués.

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