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VACUNAS Y PATENTES

CGALLO1978Ensayo19 de Febrero de 2021

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Dr. Carlos Alberto Gallo Orjuela

Vacunas y Patentes: Bien de Muchos Vs Bien de Pocos

Los retos que plantea a la sociedad infecciones emergentes como el SARS2 – Coronavirus incluyen redefinir nuestros conceptos del bien común y los límites de una patente.

Nuestra nueva realidad

“Todos piensan en cambiar al mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. – Alexei Tolstoi (1882-1945)(1)

2.020 AÑO DEL CAMBIO

Ni los videntes más pesimistas podrían haberse imaginado el panorama actual que tenemos ante nuestros ojos: una infección causada por un virus emergente a puesto en jaque nuestra economía, la forma en que nos relacionamos con los demás, la forma como nos relacionamos con el mundo. A finales del 2.019 comenzó en China, muy estrictamente en una plaza de mercado en Wuhan, la primera pandemia después de la segunda guerra mundial y al sol de hoy, 25 de Mayo de 2.020, se ha cobrado la vida de 347.259 personas, dejando a su paso desolación, pobreza y un futuro donde los expertos aseguran “nada volverá a ser igual”.

Durante el último siglo la especie humana ha mirado hacia la ciencia y sus maravillas, como habitantes del planeta tierra caminábamos sintiéndonos superiores a todos los demás, cabeza absoluta de la cadena alimenticia e ilusamente creyentes de nuestro destino como dueños de la naturaleza y de toda su riqueza, si bien es cierto que ya habíamos pasado antes por pandemias (la peste negra, la gripe española, el ébola), esta es la primera vez en que, aparentemente, teníamos todo a nuestro favor para controlarla, evitar su propagación, salvar vidas y, por muy duro que parezca, vemos como cada nación sufre el impacto que este virus ha traído.

Tengo la sensación, desde mi humilde opinión en la materia, que las condiciones en las que hoy en día vivimos van en contra de que se hubiese podido dar esa solución organizada, rápida y coherente ante la pandemia. Las reglas del capitalismo, los giros del neoliberalismo, nuestra economía que acapara mercados impulsó una espiral en caída libre. Considero que haberle puesto precio a la salud nos está pasando factura y que esta experiencia vírica solo saco a relucir lo que ya venía mal.

Dentro de todos los cuestionamientos acerca de la economía y salud que han aparecido en esta emergencia, me llama poderosamente la atención el tema de cual sería el manejo que se le diere a una potencial vacuna contra el SARS2-Coronavirus, es notoria la diferencia de opinión entre los dirigentes de países como Estados Unidos y Reino Unido que puntualizan la importancia de la patente para la vacuna, mientras otros como China no ponen duda alguna en que esta debe ser de acceso público. En un entorno en donde las apreciaciones están divididas entre lo bueno y lo malo de las vacunas, en donde hay cientos de estudios a favor de su uso y los temores, infundados o no, de sus consecuencias, se me hace un nudo en la garganta al pensar que al parecer lo más importante no será el número de vidas a salvar sino el cuanto se podrá cobrar por ello.

DEL ORIGEN DE LAS VACUNAS

Los seres humanos no somos ajenos al entorno que nos rodea, una naturaleza que se ha especializado en retar a cada ser vivo y forzarlo a superarse o a desaparecer, no basta solo con las condiciones del ambiente, debemos pelear por nuestro lugar en el mundo contra seres que podemos ver sino también contra aquellos que se hacen invisibles: los virus.

Como organismos pluricelulares hemos desarrollado una amplia gama de procesos para mantener esa palabra de difícil entendimiento que es la vida: nacemos, crecemos, nos reproducimos y fallecemos, todo en un ciclo en donde a cada paso nos enfrentamos con estas estructuras que parecen una historia de ciencia ficción. ¿Qué es un virus?, como podríamos definirlo?, revisando estrictamente las fuentes de información, encuentro que la definición más precisa en términos de lo biológico es:

“Del latín virus, en griego ioc (toxina o veneno), es un agente infeccioso microscópico acelular que solo puede reproducirse dentro de la célula de otros organismos, están constituidos por genes que contienen ácidos nucleicos que forman moléculas largas de ADN o ARN rodeadas de proteínas. Al infectar una célula, estos genes “obligan” a la célula anfitriona a sintetizar los nucleótidos y otras biomoléculas del virus para poder llegar a formar nuevos virus.” (2).

¿Por qué un virus hace lo que hace?, creo que para fines prácticos esta pregunta no podrá ser resuelta, pero lo que nos interesa es, que esa interacción entre el virus y las células lleva a que se presente un gran espectro de enfermedades en el ser humano, desde los simples síntomas respiratorios de la gripa, hasta la coagulación intravascular diseminada y las hemorragias sin control del ébola, siendo solo unos ejemplos. La naturaleza, sabia y eterna, implacable e injusta, nos dotó de la habilidad de ensayar y de errar, de aprender, de analizar y resolver, habilidad que ha evolucionado al mismo tiempo que los virus y a la que llamamos sistema inmunológico. Con creces contamos con células de nuestro cuerpo, proteínas y sustancias generadas que han aprendido a lidiar con los virus y que ha permitido, a costa de la supervivencia del más apto, defendernos y sobrevivir a ellos.

Esta pelea por la supervivencia la hemos podido documentar a través del tiempo, historias de como la gran civilización Azteca fue vilmente diezmada por simples mantas que habían sido usadas por pacientes con viruela, hasta la triste discapacidad motora que afecta a millones de seres humanos consecuencia de la poliomielitis. En la medida que nuestro conocimiento científico se fue desarrollando, en la medida que comprendimos el proceder del sistema inmunológico, y que la química, la física, el método científico daban pasos agigantados, nos planteamos si hubiera la posibilidad de no tener que sufrir la enfermedad, no tener que luchar por sobrevivir o de pasar el resto de la vida con sus consecuencias, y fue ahí donde surge el concepto de vacuna.

Las vacunas son sustancias capaces de estimular esa respuesta natural que tenemos contra los microorganismos, para que de una forma indirecta se logren producir los denominados “anticuerpos”, sustancias que al entrar en contacto con el virus pueden inactivarlo y destruirlo. Estas sustancias pueden consistir en el mismo virus manipulado para que no sea tan agresivo (atenuación), fragmentos o partes muy específicas del virus que al ser expuestos al ser humano llevan a generar la anhelada inmunidad. El desarrollo de las vacunas es tal que hoy se están desarrollando vacunas de ADN que incorporarían el fragmento del virus dentro de la estructura genética de la célula, generando una respuesta inmune sostenida y mucho más perdurable (3).

Este invaluable desarrollo tecnológico en el campo de la medicina ha salvado millones de vidas y ha generado un mercado, en nuestro mundo capitalista, de miles de millones de dólares. Múltiples industrias farmacéuticas trabajan con vacunas que venden a todos los países del mundo, generando un costo, sobre todo a los países del tercer mundo, en donde incluso el desarrollo de vacunas para enfermedades que se cobran más vidas, como la malaria, se dejan en un segundo plano al no ser de interés para los países del primer mundo.

El Negocio de las Vacunas

“Lo siguiente que hizo el hombre después de inventar la rueda, fue ponerle el precio” – Anónimo.

De la Viruela a la Hepatitis B

Mucho tiempo ha pasado desde la inoculación del virus de la viruela bovina en el brazo del niño James Phipps, el descubrimiento por parte del médico Edward Jenner acerca de la inmunidad adquirida, de esta forma marco el primer paso para que científicos posteriores como Pasteur desarrollaran nuevas vacunas, nombre acodado por su origen en el ganado. Las vacunas han demostrado su impacto en la salud pública y la OMS (Organización Mundial de la Salud), agente rector de las recomendaciones en esta área para todo el mundo, es enfática en la importancia de que cada país vacune a su población de forma oportuna. Con respecto a las vacunas dirigidas a virus, en el esquema de vacunación en Colombia centra su atención a la hepatitis B, poliomielitis, rotavirus, influenza estacional, sarampión, rubeola, paperas, varicela, hepatitis A, fiebre amarilla, y la última adquirida y no menos controversial, vacuna contra el papiloma virus (4).

Sin embargo, si analizamos el costo de cada vacuna por separado, encontraremos diferencias abismales: mientras que una dosis de la triple viral (sarampión, rubeola y paperas) le cuesta al estado colombiano entre $117.000 a $43.000 pesos por niño, dependiendo el laboratorio, la misma vacuna en los países europeos no supera los 6 a 7 euros, es decir hasta $24.000 pesos. En la medida que los laboratorios desarrollan nuevas formas de vacunas también se generan nuevas patentes en cada nueva tecnología o procedimiento que se integra, por lo tanto, el costo de esa nueva vacuna trae consigo el valor adicional de lo que, en concepto de ley, se invirtió en la investigación, desarrollo y fabricación del nuevo componente.

El sistema de patentes surge en el sistema de derecho con el fin noble de dar mérito a la persona o grupo de personas que a partir de una idea logran desarrollar un producto, una obra o un proceso. Esta patente no solamente da el honor al inventor, sino que también da la facultad para definir lo relacionado a su venta, su producción y obtención de honorarios, a cambio el estado busca hacer accesible al público la invención. Las vacunas se consideran productos susceptibles no diferentes a lo que sería cualquier medicamento o dispositivo médico, además, de una misma vacuna pueden surgir

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