HERRAMIENTAS PARA TRABAJAR EN MEDIACION
Blanca Mery NaviaApuntes18 de Abril de 2021
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MARINES SUARES: MEDIANDO EN SISTEMAS FAMILIARES. CAPITULO TERCERO: CONVERSACION
Capitulo TERCERO CONVERSACIÓN
Consideraciones generales
En mediación prefiero hablar de conversación en lugar de comunicación, como lo hice hasta hace poco tiempo. Este cambio obedece a que considero que lo que entendemos por conversación refleja mejor las prácticas que se llevan a cabo en los procesos de mediación o, por lo menos, las que creo que deberían realizarse para lograr un proceso exitoso en la Argentina y en otros países latinos, sobre todo en las mediaciones familiares, ya que, como señalo en el capítulo 7 estos procesos se caracterizan por estar, en la gran mayoría de los casos, cargados de emociones.
Entiendo por conversación un proceso que tiene las siguientes características:
• Es específicamente humana, ningún otro ser sobre la Tierra la realiza (sólo en las fábulas los animales utilizan palabras para comunicarse).
• Ocurre en el presente, en el “ahora”. (Hasta que Bell inventó el maravilloso teléfono, que nos permite trascender el límite espacial, las conversaciones también se caracterizaban por ocurrir en el “aquí”, no sólo en el “ahora”)
• Incluye, y no puede faltar, el habla, o sea que las conversaciones están compuestas por elocuciones, incluyen palabras expresadas oralmente, el llamado componente digital de la comunicación. Existe en la actualidad un nuevo tipo de comunicación semejante a la conversación, que también se realiza en tiempo presente, pero que se diferencia por ser escrita. Me refiero al chateo por Internet. Sólo los estudios y reflexiones posteriores nos permitirán incluirlo o no dentro de las conversaciones.
Dado lo reciente de esta práctica. no me parece prudente aún realizar esta inclusión, pero tampoco excluirla
• Las emociones son parte integrante y fundamental. Según Humberto Maturana, en el conversar se encuentran unidos el “lenguajear”, es decir, la comunicación específicamente humana, y el emocionar.
A pesar de que la he colocado en el último lugar, creo que es esta característica la que me ha llevado a realizar el pasaje desde la comunicación a la conversación, dado que en las mediaciones, que ocurren entre seres humanos, siempre nos encontramos con emociones. No sólo están las de los
participantes sino también las nuestras, las de los mediadores. La conversación es al mismo tiempo más especifica y mas abarcativa que la comunicación mas especifica porque es sólo humana (por lo tanto, excluimos todo tipo de comunicación con otros mamíferos no humanos). Más abarcativa
porque incluye todo lo relativo a la comunicación humana más lo relativo a las emociones. Por lo tanto, necesitaremos desarrollar el tema de comunicación y unirlo a lo que se desarrollará acerca de las emociones. Las emociones (que, corno manifiesto en el capítulo 4, se caracterizan por romper la división cartesiana de lo corporal y lo psíquico), el reconocimiento de su existencia y su utilización, no su control, serán necesarios para la conducción de los procesos de mediaciones familiares. Esto significa un cambio importante, ya que la negociación que se lleva a cabo en una mediación no es únicamente un proceso racional. Tampoco es un proceso únicamente emocional, sino que lo
afectivo, específicamente lo emotivo, y lo racional son componentes presentes en toda negociación. La proporción entre ambos, que -insisto-- siempre estarán presentes, dependerá del tema a tratar, de las personas involucradas, de su historia, del tipo de emociones presentes, del tipo de razonamiento necesario y del contexto en el cual se lleva a cabo el proceso. Tener la mente fría para poder razonar, sin la influencia nefasta de las emociones, deja de ser un ideal a alcanzar. Es más, probablemente, operar tan fríamente sea uno de los grandes obstáculos para llegar a una negociación colaborativa en la cual todos ganen.
Es muy significativo que Bruce Patton —coautor del famosísimo “Sí... de acuerdo,” con Douglas Stone y Sheila Heen— hayan escrito recientemente un libro titulado conversaciones difíciles (1999), en el cual sostienen que existen tres conversaciones” simultáneamente en una conversación:
1) la que ellos llaman “del qué pasó”;
2) la de los sentimientos;
3) la de la identidad.
Es necesario aclarar que cuando estos autores hablan de sentimientos, en muchos casos utilizan el término como sinónimo de emociones, y no hacen distinción entre aquéllos y éstas. Digo que es significativo porque estos autores, transitando por otro camino y con una fundamentación teórica diferente, llegan a otorgar un lugar preponderante a:
1) las diferentes narrativas de los participantes (Conversación del qué pasó)
2) las emociones (conversación de los sentimientos)
3) la involucración del individuo como un todo en la negociación (conversación de la identidad).
Sin embargo no comparto algunas de las aseveraciones realizadas en este libro (p. 98), tales como “nuestros sentimientos se forman como resultado de lo que pensamos”, que estaría nuevamente otorgando primacía a lo racional. Por el contrario, creo que en la mayoría de los casos esto es simultáneo, y en muchísimos otros, como dice Maturana, “primero es la emoción”. Los bebés son
un ejemplo indiscutible de esto último, ya que se conoce que no han desarrollado en los primeros instantes de la vida un “aparato racional”, y sin embargo no cabe duda de que se emocionan. Es cierto que en muchas oportunidades a partir de los pensamientos que producimos, generamos
emociones. Emociones y pensamientos están mutuamente conectados y se influencian unos a otros, pero ontogenéticamente hablando primero es la emoción, y no lo contrario, e insisto: en muchas circunstancias nos emocionamos aun antes de poder pensar. Otra aseveración con la que discrepo
es “Hay que controlar los sentimientos, porque si no ellos lo controlarán a usted”, como se titula uno de sus capítulos, ya que también implicaría una connotación negativa para las emociones. No obstante, son muchísimos los aciertos, las técnicas y las elaboraciones. Además, lo que más me ha gustado es el valor que otorgan a lo emocional. Considero, entonces, que en toda conversación, que se caracteriza por ser específicamente humana, estarían involucradas la comunicación y las emociones.
Comunicación
En las ciencias en general y en el tema específico de la comunicación en particular, se cristalizó un cambio “copernicano” a fines de la década de 1940 y comienzos de la de 1950. Digo “se cristalizó” porque evidentemente fue un largo proceso cuyas raíces pueden encontrarse a principio del siglo XX con la teoría de la relatividad e incluso se expandió al campo del arte. Desde mi punto de vista, este cambio fue “copernicano” porque nuevamente varió la posición del ser humano, ya no en el gran contexto del Universo sino en su contexto mas cercano, la Tierra. Ya no se consideró al hombre el amo del mundo, sino que se lo reubicó como un elemento más de un ecosistema en el cual está inserto, al que debe prestar atención y cuidar si quiere sobrevivir.
Me estoy refiriendo nuevamente a temas tales como sistemas, elementos, relaciones, causalidad circular retroalimentación etc. En el capitulo 6 se establece que lo genial de la teoría general de sistemas fue darle un lugar tan importante como a los elementos a las llamadas “relaciones” entre elementos. He preferido darle el nombre de relaciones- conexiones a “esto” que mantiene
unidos entre sí a los elementos. “Esto” que mantiene unidos a los elementos, a los seres humanos, en el tema que nos ocupa, fue asimilado al concepto ya existente de comunicación. A partir de ese momento, la llamada “teoría de la comunicación humana” o “teoría de Palo Alto sobre la comunicación”, que incorporó las nociones sistémicas a este campo, produjo un cambio fundamental, no casualmente, en la relación entre el emisor y un receptor.
La pregunta “¿cómo se mantienen unidos los elementos de los sistemas humanos?” recibió como respuesta: por la comunicación”, lo cual llevó indiscutiblemente a profundizar sobre el tema de la comunicación humana. Considero que existieron dos grandes aportes: la relación emisor—receptor y
los componentes de la comunicación humana. Pero también se genera lo que denomino “peligros” si se producen confusiones, por lo que les dedicaré un apartadog
1. Relación emisor-receptor
Las antiguas teorías de la comunicación hablaban de un emisor y un receptor, y se privilegiaba la acción del emisor, en tanto que el receptor era considerado como alguien pasivo, “impregnado” por la acción del emisor. Por lo tanto, la única preocupación era “emitir claramente”. A partir de las elaboraciones de la teoría general de los sistemas, con el concepto fundamental de causalidad circular; y de la cibernética, con el “rulo de la retroalimentación “surgió una nueva teoría de la comunicación en la cual el receptor adquirió fundamental importancia. Bateson (1980.p 42) decía que el significado del mensaje es otorgado por el receptor. Por lo tanto, el mensaje es co-construido entre el emisor y el receptor y para que exista una significación compartida por ambos, es necesario chequear el significado del mensaje. Es decir, A emite un mensaje, el cual es resignificado por B, quien reenvía a su vez a A el mensaje resignificado. Pero aún se necesita un tercer paso: que A
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