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FRANCO BIANCO, SU HAZAÑA AERONAUTICA EN 1936


Enviado por   •  9 de Junio de 2014  •  2.090 Palabras (9 Páginas)  •  284 Visitas

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FRANCO BIANCO, SU HAZAÑA AERONAUTICA EN 1936

Al conmemorarse 77 años de la hazaña de Franco Bianco, que lo pondría en lugar relevante de la historia aeronáutica nacional, la Fuerza Aérea de Chile representada en esta austral región por la IV Brigada Aérea, recuerda a este esforzado hijo de la Región, quien en 1936 realizó un aventurero raid, que permitió unir por vez primera en vuelo Punta Arenas con Santiago, con retorno a través de la cordillera por Buenos Aires y la costa atlántica, que asombró a sus contemporáneos y concitaría la admiración de la posteridad.

Para entender el origen de lo que sería su arriesgada empresa, es preciso situarse en la época, transición de los años de 1920 a 1930, en que la Provincia de Magallanes sufría las consecuencias al parecer difícilmente superables de su aislamiento geográfico, que se expresaba en la incomunicación, el insuficiente abastecimiento, el atraso en diversos aspectos referidos al desarrollo y la inintegración con el resto de Chile.

En ese contexto, la vía aérea era una posibilidad que brindaba la modernidad tecnológica y que había que aprovechar para mejorar las comunicaciones. Pero había que encontrar la ruta apropiada y segura para que tal resultara, y ésa, en la concepción pionera de Plüschow debería encontrarse principalmente por el sobrevuelo de la cordillera de los Andes Patagónicos. Había que intentarlo nuevamente pero ahora por el lado oriental de la misma y así como en una carrera de postas inconclusa, Franco Bianco decidió recoger el testimonio caído de las manos de Plüschow y llevar la empresa a buen término.

Entonces, con esa convicción, comenzó a prepararse en su formación y adiestramiento como piloto, y a adquirir experiencia para enfrentar el desafío que se impuso a sí mismo. De esa manera, cuando tenía alrededor de un centenar de horas de vuelo cauteladas por su riguroso instructor el capitán Manuel Hurtado, estimó que su idea podía llevarse adelante. Hombre de recursos económicos como era, eligió un avión probado por su calidad y así adquirió un aparato de fabricación británica, un monoplano Miles Hawk Trainer M2R, dotado con un motor Gipsy Major de 130 HP, con cuatro cilindros, que le permitiría desarrollar una velocidad de 200 km/h a unos mil pies de altura. El diseño aerodinámico del aparato, su tren de aterrizaje fijo bien probado y un buen sistema de frenos lo hacían apto para operar en condiciones de harta exigencia.

La máquina llegó al puerto de Punta Arenas en febrero de 1936, desarmada y bien embalada, donde fue recibida por su dueño que ya le tenía asignado el nombre de Saturno. Trasladado a Bahía Catalina, gracias al apoyo del jefe de la Base Aérea capitán Felipe Latorre, el avión fue armado y quedó en condiciones de vuelo a mediados de marzo. Siguió un período de entrenamiento con vuelos de larga distancia sobre la precordillera andina oriental que alcanzaron hasta el lago San Martín, en raids sin escalas que demostraron la capacidad del aparato. Por ese rumbo debía practicarse el intento, según lo comprobó Franco Bianco, para posteriormente sobrevolar los Andes de la Patagonia central y cruzarlos hacia la banda occidental para continuar en derechura a Puerto Montt, meta de la primera y fundamental etapa del trayecto.

El mismo pudo parecer a los entendidos y a todos los enterados una perfecta locura. Claro, nadie lo había intentado por esa ruta, menos de sur a norte, en condiciones meteorológicas habituales de tiempo muy variable, con cambios bruscos y repentinos que podían hacer fracasar cualquier intento. El solo aspecto del avión, pequeño y frágil por su apariencia, tampoco ayudaba a una opinión más optimista, y para remate en pleno invierno y con sus cortas jornadas de luz. ¡Una solemne locura!. Pero no contaban con la determinación y el coraje del piloto: él habría de lograr lo que parecía imposible en una prueba de auténtico esfuerzo. Nada quedó al azar, preparación anímica, funcionamiento del avión, planos y mapas para orientarse, permiso de sobrevuelo de territorio argentino, contactos establecidos para eventuales casos de emergencia y seguimiento de los estados de tiempo durante los días previos al vuelo.

Así, cuando su amigo Ubaldo Matassi, meteorólogo de Bahía Catalina, le confirmó la previsión favorable del tiempo, con el aparato bien revisado y provisto de combustible hasta para doce horas de vuelo, el 7 de junio de 1936 Franco Bianco subió al avión y se preparó para partir. En ese momento lo acompañaban otros amigos, entre ellos Ernesto Pisano, el dinámico Alcalde de Punta Arenas, Carlos Fischer, Tomás Doberti y el capitán Manuel Hurtado. A las 7.22 de la mañana todavía oscura, enfilado por dos fogatas que se encendieron al final de la pista, el Saturno se elevó en demanda de Puerto Montt. El piloto puso rumbo hacia la precordillera de Ultima Esperanza y siguiéndola hacia el norte, a las nueve de la mañana cruzaba la sierra Baguales procurando ceñirse lo más posible al límite chileno-argentino. Dejando a su derecha los lagos Argentino y Viedma, sobrevoló los lagos San Martín y Buenos Aires en un recorrido que en general se le había dado bien en cuanto a condiciones meteorológicas, en un vuelo de crucero a 2.500 metros de altura.

Al caer la tarde de ese mismo día y siendo las 17,15 horas, el Saturno aterrizaba en el aeródromo de La Chamiza, tras casi diez horas de vuelo. El sufrimiento físico y la tensión anímica soportados durante ese trayecto no quedarían registrados en parte alguna. Sólo la imaginación puede ayudar y al hacerlo crece la admiración por el coraje de Bianco y la resistencia de su avión. ¡Había sido una hazaña por donde se la considerara. Franco Bianco acababa de escribir una página memorable en la todavía joven historia de la aeronáutica chilena.

El día 8 de junio, temprano en la mañana Bianco reanudó el vuelo, ahora con condiciones favorables de tiempo y siguiendo la ruta visual del ferrocarril central en la tarde aterrizaba sin novedad en el aeródromo de Los Cerrillos de Santiago.

La repercusión noticiosa de su hazaña fue notable. Para quienes conocen la región magallánica, escribió el diario El Mercurio en su edición del día 10, la sola idea del raid de aviación por la línea cordillerana, sin acompañantes, abriéndose el mismo piloto su ruta a través del espacio nunca explorado, esa sola idea tiene contornos fantásticos.

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