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Fernando González


Enviado por   •  24 de Julio de 2014  •  1.058 Palabras (5 Páginas)  •  191 Visitas

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“Mi verdadera religión: adorar a la intimidad en mi representación, sinceramente, sin otra finalidad; rendirme a la verdad viva y entregarme a quien sé que está en mí y yo en él.” ―Fernando González Ochoa.

Es preciso, comenzar hablando un poco de quién fue Fernando González, quién fue este tipo del que muchos hablan reflejando su admiración. Fernando González es considerado como uno de los filósofos más originales de Colombia, pero decir que fue únicamente un filósofo es quedarse corto en la definición merecida de este personaje, pues se desenvolvió también como escritor, abogado, cónsul y juez, en definitiva: un hombre muy polifacético, capaz de introducir al lector en sus pensamientos, haciéndolos apasionar y frenar a ratos el ajetreo de la vida. Fernando nació en Envigado el 24 de abril de 1895 y murió el 16 de febrero de 1964 a eso de las siete y media de la noche, cuando un infarto acabó con su vida.

Su espíritu rebelde y único, lo convierte sin duda en un hombre que sirve de referente de la literatura colombiana, un hombre que mediante sus libros rompió todo tipo de esquema de los géneros literarios, filosóficos, sociológicos etc., como decía Carlos Jiménez Gómez en Un camino hacia nosotros mismos: “Fernando González, era extraño a la preocupación de un estilo, inclusive a la obsesión de toda forma literaria y de la misma “literatura”, enemigo de ésta, va hilvanando sus páginas con reflexiones de pensador que piensa cómo los árboles renuevan sus hojas, sin imaginar que hay alguien para quien existe el paisaje, como un verdadero atormentado de todo..." Fue entonces una persona que no tuvo nunca canales literarios establecidos, ¡era tan original, tan inédito! Con seguridad, cualquiera que antes no tenía ningún acercamiento a Fernando González, y comienza a introducirse en su mundo se da cuenta de su escritura “de flujo”, una escritura genial en la que la argumentación, el monólogo y la narración comparten el mismo escenario: esas páginas que permiten al lector encontrarse con su identidad, consigo mismo; así como el mismo Fernando en su libro Viaje a pie, decía: “No aspiremos a ser otros; seamos lo que somos, enérgicamente. Somos tan importantes como cualquiera en la armonía del universo. Todos los seres pueden ser igualmente hermosos."

Así pues, la mirada del mundo de Fernando González se destacó por ser realmente verdadera, auténtica, trascendente y genuina. Resaltó sin duda por la profundidad de sus escritos, por esa forma de ser y de escribir cargada de humor, de ironía, de análisis e interpretaciones, una peculiaridad beligerante que conmueve y apasiona, es eso lo que genera pensar y leer a Fernando González: pasión, y una energía vital.

A este ícono de la literatura, le tocó vivir en medio de una sociedad caracterizada por situaciones muy importantes y cruciales en la historia colombiana, tales como: la masacre de las bananeras; la danza de los millones; las huelgas petroleras; el tiempo en el que en nuestro país aumentó la deuda pública al dotarse de carreteras, ferrocarriles etc., todas estas situaciones críticas permitieron que el habitar del mundo de Fernando González se basara en la pretensión de dejar a la sociedad ideas y mensajes justos y rectos para la construcción de una Colombia futura, por eso, sus pensamientos plasmados en el papel, se centran en el hombre de este país, en su identidad, su expresión, sus esfuerzos y su capacidad de expresar vitalidad y rebeldía, afirmando que la vida es el valor más grande del ser humano.

Según Jose María Velasco Ibarra (gran escritor y pensador ecuatoriano): “Los libros de Fernando González merecen ser estudiados por la juventud indo americana. En ellos aprenderán los jóvenes lo que es la verdadera historia, lo que significa rebeldía, audacia. Y en ellos se estimularán a pensar y a tener sed de justicia." Es eso, es tener sed de justicia, es pensar, reflexionar y ver más allá de las cosas lo que nos permite Fernando González en sus obras; además, se inspiró en Nietzsche para realizar sus críticas a la Colombia tradicional, porque en él encontró a ese predicador de la energía (que es tan fundamental), gracias a él nace en Fernando una concepción del pensamiento como arma afirmadora de la vida, en cuanto a esto, piensa que Colombia es el «comunismo ideológico» ya que carece de ideas propias. Vemos entonces, a una persona crítica frente a un país devastado por sus conflictos, una persona que pretendió crear una visión orientadora, una esperanza y una invitación a nosotros, sus lectores, a desarrollar un pensamiento que no acepte todas las imposiciones de un mundo que necesita de la capacidad de atisbar a la verdad, la importancia que Fernando le da a ésta se evidencia cuando escribió alguna vez en El remordimiento: “Desde niño estoy buscando la verdad (...) Desde la infancia he vivido meditando, parado en los rincones o al pie de los árboles.”

Gracias a estas ideas y pensamientos palpitantes, conmovedores e intrigantes, varios escritores han sido influenciados por Fernando González, tal como su sobrino Tomás González, un escritor y filósofo bastante reconocido por escritores como Elfriede Jelinek, William Ospina y Héctor Abad Faciolince, quienes han resaltado la importancia de su obra para la literatura contemporánea y colombiana. La relación que tuvo Tomás González con su tío -ese referente de la libertad, ese maestro y filósofo rebelde que es Fernando González-, fue muy directa, muy próxima y sincera, pues vivían ambos en fincas vecinas… Lo que más causó esa influencia en Tomás, fue la manera como Fernando se relacionaba con las personas, sin importar estratos sociales, sin importar raza, sin importar nada; y la capacidad de interactuar con los animales y la naturaleza que lo rodeaba; fue precisamente esa calidad de persona, lo que lo convirtió en una figura de referencia y admiración personal para su sobrino. Era tanto el respeto y estupor de Tomás, que uno de los personajes importantes de su novela "La historia de Horacio" está fundamentado en Fernando. Digamos que la mayor enseñanza que le dejó es “mirar la vida con los propios ojos, no con los de nadie más”, esa frase la aplica en cada una de sus obras.

Vemos pues, que Fernando González, ha dejado un aprendizaje y un recado hermoso, casi mágico. Fue un escritor imprescindible, que supo reflejar su realidad interior sin mentiras ni tapujos; un crítico social difícil de destruir, un educador revolucionario… En fin, esencial.

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