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Futuro Del Vestido


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  1.514 Palabras (7 Páginas)  •  189 Visitas

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V. 3. LA RACIONALIZACIÓN DE LA MODA

Se repasan -racionalmente: considerando ventajas y desventajas, según las funciones- los diversos tipos de trajes antes apuntados: ártico, tropical, primitivo, fijo, de moda y se propone una vía de reflexión hacia un traje mejor. Se recomiendan especialmente las modas que acentúan el cuerpo, porque están más cerca de la realidad; por el contrario, las ropas suntuosas y voluminosas, cuya forma se aparta ampliamente de la del mismo marco humano, tienden a sustituir el cuerpo natural por un cuerpo indumentario artificial, y al ocultar el primero, a crear la ilusión de que el hombre es diferente de lo que realmente es. Toda la tendencia, como hemos visto, surge de la desconfianza del cuerpo natural, si no de una aversión hacia él (p. 291).

VI. EL FUTURO DEL VESTIDO

Propone diversas formas de investigar el traje para mejorarlo y augura la desaparición de la indumentaria en un futuro más civilizado.

itas (para agarrar los faldones cuando se cabalgaba). Lo útil deviene a menudo ornamental.

V. LA ÉTICA DEL VESTIDO

V. 1. ARTE Y NATURALEZA

Flügel pasa a un terreno farragoso: el de valorar el vestido en términos de bueno y malo, inevitablemente subjetivo. Propone un principio combinado de la ética hedonística y de la psicología freudiana: el objetivo de las ropas debería ser asegurar el máximo de satisfacción de acuerdo con el “principio de realidad” (es decir, el principio de basar nuestras satisfacciones en un reconocimiento del mundo real, y no en una distorsión de él, o una negación de sus aspectos menos agradables). Por tres razones: una, permite un amplio acuerdo sobre la mayoría de los puntos prácticos entre quienes, en última instancia, ven lo “bueno” en el “placer” y entre los que lo ven en la “función” y “desarrollo” ((aceptando que las mejores ropas serán las que atienden más satisfactoriamente las necesidades de decoración, de pudor y de protección)); dos, es un principio que parece poder usarse en relación con todo el arte aplicado; tres, es un principio que ha sido generalmente adoptado en la medicina psicológica y ha sido bien probado dentro de esta esfera.

Así, por ejemplo, parece ser “buena” la abolición de las distinciones indumentarias de riqueza, camino que también ha emprendido en el último siglo la moda femenina, con la boga de los abalorios falsos y la difusión en todas las capas sociales de prendas como los vaqueros, etc. Esta abolición favorece a la sociedad porque desmorona murallas entre las personas y éstas gastan en ropa cantidades de dinero más razonables que antiguamente (p. 243).

Luego viene un ejemplo muy práctico. La comparación entre llevar los artículos esenciales en los bolsillos (hombres) o hacerlo con bolsos (mujeres). Desde la p. 243.

Por ejemplo, los bolsillos serían mejores porque dejan las manos libres y son más difíciles de robar, pero, a cambio, deforman el aspecto de la ropa, pueden incomodar con el roce y cabe mucho menos. Al final gana la riñonera.

Larga reflexión sobre el maquillaje, pp. 245 a 248; y sobre el pudor, cuyos excesos pueden resultar altamente perniciosos para la salud psíquica:

“El pudor no es sólo un obstáculo para la aprehensión clara de la realidad externa; también alimenta algo como una hipocresía interna (aunque en su mayor parte inconsciente) y así se mantiene condenado a una doble acusación de distorsionar la apariencia tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente” (p. 252).

El pudor excesivo, demuestra el psicoanálisis, se halla en mentes neuróticas (p. 251). El diseño del traje debería evitar toda prenda elaborada expresamente para no ser vista (como el corsé), o reintegrarla al esquema estético del traje de algún modo. No es “bueno” que nos sintamos embarazos a la vista de algo que no se debe ver, se trata de una vía que conduce, en casos afortunadamente raros, al fetichismo.

Que sea liviana. Los círculos médicos, desde la Ilustración, siempre la vienen recomendando, en contra de las vestimenta rígidas y pesadas que con frecuencia nos recomiendan nuestras madres por tradición. Ropa que anule lo menos posible el erotismo cutáneo y muscular, que nos haga sentir libres, que no deforme nuestros órganos por restricción o por patrones artificiosos, que nos traduzca el cuerpo real; en fin, ropa sana para el cuerpo, para facilitar la sudación, y para la mente, para la maduración sana del individuo. Las diatribas científicas contra la moralidad indumentaria tradicionalmente decente, apuntadas en la p. 257, no son menos convincentes.

V. 2. DIFERENCIACIÓN INDIVIDUAL Y SEXUAL

Flügel aboga por un vestido elegido con libertad y aceptado por todos sin críticas ni censuras. Especialmente interesantes nos resultan sus reflexiones sobre la vestimenta de los niños, que la psicología recomienda muy livianas, para que no llegue a considerarlas una molestia y no viva amargado por tener que vestirse, y siempre elegidas por él con su propio criterio, aunque tal ropa entre en conflicto con el orgullo de los padres, quienes evitarán las satisfacciones exhibicionistas vicarias a través

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