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Henri Lefbvre

kryztof22 de Septiembre de 2011

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Henri Lefebvre

Henri Lefebvre (n. 16 de junio de 1901 en Hagetmau, Landas, Francia; † 28 de junio de 1991) fue un filósofo marxista francés, además de intelectual, sociólogo y crítico literario.

Estudió Filosofía en La Sorbona de París, donde se graduó en 1920. Ya en esta etapa universitaria mostró claras simpatías hacia las ideas que giraban en torno al proceso de la Revolución de Octubre en Rusia.

Su actividad periodística en distintas publicaciones de la izquierda lo reveló como un joven filósofo marxista, con gran influencia sobre el pensamiento francés de su generación. En 1928, ingresó en el Partido Comunista Francés, donde militó durante una década, antes de abandonar una estructura en exceso rígida y sujeta a la disciplina estalinista.

Entre 1930 y 1940 ejerció como profesor de filosofía. Tradujo Karl Marx, y prosiguió una línea de reflexión basada en un marxismo humanista. Su obra Le Materialisme Dialectique, aparecida en 1939, lo sitúa fuera del estalinismo y lo aleja del Partido Comunista Francés, del que será expulsado en 1958.

La publicación de Le Materialisme Dialectique, Le Nationalisme contre les Nations, Hitler au pouvoir, bilan de cinq années de fascisme en Allemagne, lo convirtió en blanco de las fuerzas de ocupación alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, por lo decidió unirse en 1941 a la Resistencia francesa, abandonando su trabajo como profesor de filosofía en institutos de provincias.

Concluida la guerra, fue director de la Radiodiffusion Française (RDF) en Toulouse hasta 1949.

Enfrentado al pensamiento estructuralista francés, muy orientado por Louis Althusser, sus planteamientos del marxismo humanista tuvieron una gran influencia en las líneas de pensamiento de los años 1960 y 1970.

Profesor de filosofía en Nanterre, vivió muy de cerca el Mayo del 68; este mismo año ganó una plaza de profesor de Sociología en la Universidad de Estrasburgo y abandonó las clases en París, donde fue sustituido por Edgar Morin.

Su carrera académica como profesor de Sociología expresa el desplazamiento desde el campo de la Filosofía, que lleva a Lefebvre a desarrollar cuatro líneas centrales en su trabajo: la ciudad y su espacio social, la vida cotidiana y el fenómeno de la modernidad.

Su interés ya no por las estructuras, sino por las coyunturas, le acerca al movimiento situacionista.

En 1978 retornó al Partido Comunista Francés, al entender que su mayor independencia de Moscú había creado unas nuevas condiciones para el trabajo político y el debate de la Izquierda, y sin que ello fuese a suponer una renuncia a su libertad de pensamiento.

Aportes intelectuales

Los textos de Lefebvre, traducidos a numerosos idiomas, le han dado más notoriedad fuera de Francia que en su país natal. En Estados Unidos, el pensamiento postmoderno ha recurrido a sus análisis sobre la modernidad y la vida cotidiana. Su crítica a la vida del día a día fue uno de los mayores aportes intelectuales que motivaron la fundación de la revista COBRA y posteriormente de la revista Situationist International.

Lefebvre consideraba necesario que la cotidianidad se libere de los caracteres impuestos por el capitalismo a la vida individual y colectiva. De lo contrario, la cotidianidad será como un depósito subterráneo en que se sedimentan los convencionalismos y las mentiras del poder y por tanto será una barrera que impida la creatividad.

Notable expositor sistemático de la lógica dialéctica, en su obra Lógica Formal y Lógica Dialéctica, que terminó de escribir en 1941, pero sólo pudo publicar a partir de 1947.

Se preocupó especialmente por los problemas de la urbanización del territorio.

Escribió tanto en francés y en inglés como en alemán.

La revolución Urbana

La idea principal de este texto es el urbanismo como disfraz del Estado y de la acción política. Este texto se publicó en el 72 por lo que refleja una crítica progresista a la modernidad, y un énfasis en lo cualitativo frente a lo cuantitativo, en lo privado de la espontaneidad, etc.

Así, el Estado limita el crecimiento urbano porque solo pone énfasis en la cantidad, pero también selecciona cuantitativamente el espacio.

El urbanismo tiene también un carácter social, sirve a intereses de grupos y personas, satisface ciertas necesidades.

Lefebvre considera que la problemática urbana es mundial. Los mismos problemas se manifiestan en el socialismo que en el capitalismo. La sociedad urbana es una sociedad planetaria, que ocupa el planeta re-creando la naturaleza, borrada por la explotación industrial y la destrucción de los recursos naturales. Así, lo urbano no suprime las contradicciones de lo industrial.

Lefebvre nos habla de “ciudad mundial”, con ella pretende explicar el hecho de una generalización del fenómeno urbano a cualquier sociedad, un desarrollo urbanístico guiado por modas de los tiempos modernos, que no tiene en cuenta las necesidades específicas de la población residente. Un efecto totalizador de lo urbano, guiado por intereses de élites políticas, estatales, que dominan este proceso, y donde el ciudadano queda excluido en la toma de decisiones de una planificación urbana que afecta a sus formas y estilos de vida, un ciudadano relegado al puesto de mero observador.

Otra idea que Lefebvre pone de manifiesto es la creciente desigualdad de riqueza y poder existente entre el centro decisorio y la periferia. Así, se pone de manifiesto la complejificación de la sociedad cuando de lo rural se pasa a lo industrial y de lo industrial a lo urbano. Ésta premisa nos recuerda a los evolucionistas y la idea de que las sociedades evolucionan de formas simples a formas complejas, también podríamos advertir cierta similitud con la famosa “Ley de la evolución mediante tres estadios”.

Para Lefebvre, lo urbano es cualitativamente distinto.

Considera que lo urbano está en tensión/conflicto con los espacios de libertad.

Hasta el momento, el espacio urbano ha tendido a representar una motivación empresarial y del Estado.

Necesitamos separar la lógica empresarial de la del mercado, buscar un “deber ser” en otro lugar.

La crítica que hace Lefebvre es una crítica postmoderna y su crítica al urbanismo de Estado puede inducir a una privatización en muchos ámbitos de la vida social. Así, Lefebvre apuesta por una espontaneidad, por una sociedad civil y por la autogestión.

La autogestión la considera un término ambiguo porque implica un empobrecimiento de Estado, ya que se pretende que los propios municipios regulen lo que es suelo urbanizable o no, se trata de una autonomía en la gestión del suelo. Podemos decir que la autogestión es un proceso mediante el cual se desarrolla la capacidad individual o de un grupo para identificar los intereses o necesidades básicas que lo son propios y que a través de una organización permita defenderlos expresándolos con efectividad en la práctica cotidiana, basándose en una conducción autónoma y en una coordinación con los intereses y acciones de otros grupos, este concepto por su puesto que lleva implícito de planificación, democracia participativa y desarrollo sustentable.

Este proceso de autogestión se compone de la existencia en primer lugar de una necesidad comunitaria, en segundo lugar se tramitaría la obra, después se ejecutaría esa obra, para finalmente ver la sustentabilidad de la misma.

Finalmente, podríamos posicionar al autor contra la homogeneización del modernismo y la ciudad moderna que reproduce un mismo modelo para todos, por eso es necesario hacer un énfasis en la diferencia, en la heterogeneidad. Se podría advertir un énfasis en los nuevos movimientos sociales de los 70 y los 80, épocas en las que comenzaron las remodelaciones industriales, de los barrios, y comenzaron a tener lugar los movimientos vecinales en un intento por participar en la toma de decisiones de la planificación urbana y no estar como simples espectadores de procesos que afectan a todas las esferas de sus vidas cotidianas.

Por último, podríamos relacionar a Lefebvre con Castells, ya que éste también apuesta por los movimientos sociales, no por una lógica estatal sino por movimientos más heterogéneos, movimientos étnicos como los de EEUU, etc.

“LA ESPECULACIÓN COMO CULTURA”. Periódico “La Diagonal” (Septiembre y Octubre 2004).

Encontramos una serie de artículos referentes a la especulación urbanística e inmobiliaria, resultado del desarrollo de ciertos acontecimientos en distintas ciudades y como éstos han afectado a su posterior proyección urbanística atendiendo a intereses empresariales, banqueros y estatales.

Remodelando los barrios próximos a estas zonas acondicionadas para esos acontecimientos (pasajeros pero de gran importancia mundial o nacional) y dejando de lado las necesidades de otros barrios o manteniendo niveles de pobreza o desigualdad existentes desde épocas anteriores.

Ejemplos de estas circunstancias son: el Fórum de Barcelona, y anteriormente las olimpiadas celebradas en esa misma ciudad en el 92, la Copa América de vela que tendrá lugar en Valencia en el 2007, la Expo 2008 en Zaragoza y finalmente, los juegos olímpicos 2012 en Madrid.

En primer lugar, encontramos una relación entre el diseño urbanístico con el interés privado, una consideración de la ciudad como empresa, producto, mercancía, algo que vender.

En segundo lugar, uno de los problemas más graves que se suelen preveer es de carácter medioambiental, en contra de la opinión de asociaciones ciudadanas, científicos, ecologistas, etc.

Así, acontecimientos de tal envergadura

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