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Jose Rafael Pocaterra


Enviado por   •  23 de Junio de 2012  •  1.234 Palabras (5 Páginas)  •  418 Visitas

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José Rafael Pocaterra en Montreal: Los archivos imposibles

No es para nada un secreto, pero no fue sino hasta el año pasado cuando me enteré de que José Rafael Pocaterra (Valencia, 1889-Montreal, 1955) publicó la primera edición de sus legendarias Memorias de un venezolano de la decadencia mientras se encontraba exiliado en Montreal. Este semestre tomé en la universidad una materia que se titula “Communicating the Archive” (algo así como “Comunicar el archivo”), para el cual es requisito visitar uno de los tantos archivos públicos (o privados) en Montreal y realizar un trabajo sobre el tema de nuestra elección. Por curiosidad, decidí hurgar en la base de datos de la Biblioteca y Archivos Nacionales de Quebec y me topé con la sorpresa de que allí reposan no solo algunos ejemplares de tres libros de Pocaterra (Memorias…, Después de mí…, La Tyrannie au Vénézuela: Gomez la honte de l’Amerique), sino que incluso existe un Fondo José Rafael Pocaterra.

Este Fondo está conformado por su testamento, correspondencia, documentos de sus distintas misiones diplomáticas (Colombia, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña), manuscritos y libros de su biblioteca personal. El material fue donado en 1970 a la Biblioteca de Quebec por la viuda de Pocaterra, la quebequense Marthe Arcand, con quien se casó el 31 de diciembre de 1934 y con quien (según escribe Scarle M. García en su tesis de grado) tuvo solo una hija, a quien llamaron Soledad.

Al realizar la donación, Marthe Arcand estableció como condición que el acceso al Fondo Pocaterra permaneciera restringido durante lo máximo que permite la ley en Quebec: 100 años. Primera frustración. Aun así, decidí acercarme al Centre d’Archives de Montréal, una edificación antigua pero restaurada y reacondicionada con modernos ascensores, plataforma para transporte de materiales pesados, amplios espacios y dos puntos de control (uno en la entrada del edificio y otro justo antes de acceder al archivo como tal). No se puede ingresar al archivo ni bolsos (que hay que dejar en un locker), ni cámaras: solo lápices y cuadernos (en mi segunda visita, el vigilante lo revisó para chequear que no me llevara nada). A pesar de esto, el ambiente es agradable, pulcro, provisto de amplias mesas en las que se puede pasar el día leyendo… bueno: solo si tienes la suerte de conseguir lo que buscas.

Puedo imaginar algunas de las razones por las cuales la viuda de Pocaterra decidió donar todos estos materiales a los archivos de Quebec y no a los de la Biblioteca Nacional en Caracas. Primero, para protegerlos de cualquier intento de destrucción, manipulación o uso en contra de Pocaterra. Supongo que todavía habría algunas heridas abiertas por el fracaso de la expedición Falke, llevada a cabo en 1929, por la cual se culpó injustamente a Pocaterra debido a su decisión de lanzar al mar antes de ser capturado las armas de la pretendida invasión y por no morir peleando; posteriormente, Pocaterra renunciaría a su cargo de Embajador en Estados Unidos como reacción al vil asesinato de Carlos Delgado Chalbaud (hijo de Román Delgado Chalbaud, líder de la expedición Falke y quien falleciera en combate contra las tropas del general Juan Vicente Gómez) argumentando: “Yo no juego con ciertos principios éticos”. Segundo, por razones económicas y burocráticas. Aunque esto no es sino pura especulación, siempre es posible pensar que se haya intentado convencer al Estado venezolano de la necesidad de repatriar esos documentos y que al final no se haya logrado. Esto, de Nuevo, no es Sino pura especulación.

Me acerco finalmente al Centre d’Archives de Montréal, más como un legionario de Cristo a sabiendas de que me espera una cruzada, que como el investigador

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