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Justo Sierra


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  1.439 Palabras (6 Páginas)  •  225 Visitas

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Introducción

El gran hombre Justo Sierra destaca, a través de la historia, en círculos intelectuales, universitarios, periodísticos. Abogado, hijo de Justo Sierra O'Reilly, eminente novelista e historiador, y de Doña Concepción Méndez Echazarreta, hija de Santiago Méndez Ibarra, quien jugó un papel importante en la política yucateca del siglo XIX. Justo Sierra tuvo un hermano, Santiago, que fue encargado de negocios en la embajada de México en Chile y periodista que en las páginas de La Libertad inicio una polémica con el director del periódico La Patria, Ireneo Paz, padre de Octavio, lo que derivó en un duelo en el que Ireneo mato a Santiago Sierra.

Este álbum de familia nos lleva por los estados de Campeche, donde nació el maestro; Mérida, donde murió Sierra O'Reilly, y la ciudad de México donde Sierra Méndez fue secretario de Instrucción Pública de 1905 a 1911 y uno de los fundadores, en 1910, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente la estatua del maestro Justo Sierra está en el edificio de la Secretaria de Educación Pública y en la UNAM hay un retrato realizado por Leandro Izaguirre.

Después de haber formado parte del gabinete de Porfirio Díaz, Justo Sierra es llamado por Madero a colaborar con su gobierno y enviado a Madrid en 1912, como ministro plenipotenciario de México en España. Muere en Madrid, en ese mismo año; sus restos son trasladados a México y presiden su funeral el Presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez.

Justo Sierra nació en San Francisco de Campeche; hijo de Justo Sierra O'Reilly, eminente novelista e historiador, y de Doña Concepción Méndez Echazarreta, hija de Santiago Méndez Ibarra, quien jugó un papel importante en la política yucateca del siglo XIX. A la muerte de su padre, siendo casi un niño, Justo Sierra se trasladó primero a la ciudad de Mérida, después a Veracruz y por último a la ciudad de México donde, después de brillantes estudios, se relaciona con los mejores poetas y literatos de ese tiempo, entre otros con Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Acuña, Guillermo Prieto, Luis G. Urbina, poetas de la Revista Azul y de la Revista Moderna. Fue hermano de Santiago, periodista y poeta, y de Manuel José, político.

Algunos de sus poemas de juventud se publicaron en el periódico El Globo, y se dio a conocer con su famosa "Playera"; a partir de 1868 publicó sus primeros ensayos literarios; en el Monitor Republicano inició sus "Conversaciones del Domingo", artículos de actualidad y cuentos que después serían recogidos en el libro Cuentos románticos; publicó en la revista El Renacimiento su obra El Angel del Porvenir, novela de folletín que no tuvo mayor impacto. Escribió también en El Domingo, en El Siglo XIX, La Tribuna, en La Libertad, de la que fue su director y en El Federalista. Asimismo, publicó en El Mundo su libro En Tierra Yankee. Abordó además el género dramático en su obra Piedad.

En 1871 se recibió de abogado. Varias veces diputado al Congreso de la Unión, lanzó un proyecto que sería aprobado en 1881 y que daba a la educación primaria el carácter de obligatoria. En ese mismo año presentó un proyecto para fundar la Universidad Nacional de México que no prosperó, tardaría sin embargo 30 años para verlo realidad. Desde 1892, expuso su teoría política sobre la “dictadura ilustrada”, pugnando por un Estado que habría de progresar por medio de una sistematización científica de la administración pública; en 1893 dijo aquella célebre frase: "el pueblo mexicano tiene hambre y sed de justicia". ("México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene, no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia"). En 1901 se trasladó a Madrid con el objeto de participar en el Congreso Social y Económico Hispanoamericano; fue en esta ocasión que conoció a Rubén Darío en París. Presidió la Academia Mexicana,1 correspondiente de la Española. Influyó también en los escritores Luis González Obregón y Jesús Urueta.

Llamado y considerado el Maestro de las Américas “Escritor sobresaliente, renovador de la educación mexicana, historiador penetrante, su nombre figura como el de uno de los grandes valores de nuestra cultura. Vivió su madurez, durante el porfiriato, impulsando los programas educativos desde ese periodo”. Tras la renuncia de Joaquín Baranda de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública tomando la posesión Justino Fernández elegido por el presidente de México Porfirio Díaz por su alto compromiso y en ese tiempo fungía como “director de la Escuela de Jurisprudencia; hombre aceptable entre los científicos y no objetado por los viejos liberales”

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