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La Rica Villa de la Vera Cruz


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  Informes  •  13.871 Palabras (56 Páginas)  •  269 Visitas

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De la justicia y regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al emperador Carlos V, su hijo. (10 de julio de 1519)

Muy Altos y Muy Poderosos, Excelentísimos Príncipes, Muy Católicos y Muy Grandes Reyes y Señores:

Bien creemos que Vuestras Majestades por letras de Diego Velázquez, teniente de almirante en la isla Fernandina, habrán sido informados de una nueva tierra que puede haber dos años poco más o menos que en estas partes fue descubierta, que principio fue intitulada por nombre Coçumel y después la nombraron Yucatán sin ser lo uno ni lo otro, como por esta nuestra relación Vuestras Reales Altezas mandarán ver. Porque las relaciones que hasta agora a Vuestras Majestades desta tierra se han hecho, ansí de la manera y riqueza della como de la forma en que fue descubierta y otras cosas que della se han dicho, no son ni han podido ser ciertas, porque nadie hasta agora las ha sabido, como será ésta que nosotros a Vuestras Reales Altezas enviamos. Y trataremos aquí desdel principio que fue descubierta esta tierra hasta el estado en que al presente está porque Vuestras Majestades sepan la tierra que es, la gente que la posee y la manera de su vevir y el rito y cerimonias, seta o ley que tienen, y el fruto que en ella Vuestras Reales Altezas podrán hacer y della podrán rescibir y de quién en ella Vuestras Majestades han sido servidos, porque en todo Vuestras Reales Altezas puedan hacer lo que más servidos serán. Y la cierta y muy verdadera relación es en esta manera:

Puede haber dos años poco más o menos, Muy Esclarecidos Príncipes, que en la cibdad de Santiago, que es en la isla Fernandina, donde nosotros hemos seído vecinos en los pueblos della, se juntaron tres vecinos de la dicha isla, y el uno de los cuales se dice Francisco Fernández de Córdoba y el otro Lope Ochoa de Cayzedo y el otro Cristóbal Morante. Y como es costumbre en estas islas que en nombre de Vuestras Majestades están pobladas de españoles de ir por indios a las islas que no están pobladas de españoles para se servir dellos, envían los susodichos dos navíos y un bergantín para que de las dichas islas trujesen indios a la dicha isla Fernandina para se servir dellos. Y cre[e]mos, porque aún no lo sabemos de cierto, que el dicho Diego Velázquez, teniente de almirante, tenía la cuarta parte de la dicha armada. Y el uno de los dichos armadores fue por capitán del armada, llamado Francisco Fernández de Córdoba, y llevó por piloto a un Antón de Alaminos, vecino de la villa de Palos. Y a este Antón Ala minos trujimos nosotros agora también por piloto, [y] lo enviamos a Vuestras Reales Altezas para que dél Vuestras Majestades puedan ser informados.

Y seguiendo su viaje fueron a dar a la dicha tierra intitulada de Yucatán a la punta della, que estará sesenta o setenta leguas de la dicha isla Fernandina [y] desta tierra de la Rica Villa de la Vera Cruz donde nosotros en nombre de Vuestras Reales Altezas estamos, en la cual saltó en un pueblo que se dice Campoche, donde al señor dél pusieron por nombre Lázaro y allí le dieron dos máscaras con una tela de oro por cima y otras cosillas de oro. Y porque los naturales de la dicha tierra no los consintieron estar en el pueblo y tierra se partieron de allá y se fue la costa abajo hasta diez leguas, donde tornó a saltar en tierra junto a otro pueblo que se llama Mochocobon y el señor dél Champoton. Y allí fueron bien rescebidos de los naturales de la tierra, mas no los consintieron entrar en su pueblo y aquella noche durmieron los españoles fuera de las naos en tierra. Y viendo esto los naturales de aquella tierra, pelearon otro día por la mañana con ellos en tal manera que murieron veinteséis es pañoles y fueron heridos todos los otros. Y finalmente, viendo el capitán Francisco Fernández de Córdoba esto, escapó con los que le quedaron con acogerse a las naos.

Viendo pues el dicho capitán cómo le habían muerto más de la cuarta parte de su gente y que todos los que le quedaban estaban heridos y que él mismo tenía treinta y tantas heridas y que estaba cuasi muerto que no pe[n]saría escapar, se volvió con los dichos navíos y gente a la isla Fe[r]nandina, don[de] hicieron saber al dicho Diego Velázquez cómo habían hallado una tierra muy rica de oro, porque a todos los naturales della lo[s] habían visto traer puesto[s] adellos en las narices, adellos en las orejas y en otras partes; y que en la dicha tierra había edificios de cal y canto y mucha cantidad de otras cosas que de la dicha tierra publicaron de mucha administración y riquezas. Y dijiéronle que si él podía enviar navíos a rescatar oro, que habría mucha cantidad dello.

Sabido esto por el dicho Diego Velázquez, movido más a cobdicia que a otro celo, despachó luego un su procurador a la isla Española con cierta relación que hizo a los reverendos padres de Sant Jerónimo que en ella residían por gobernadores destas Indias, para que en nombre de Vuestras Majestades le diesen licencia por los poderes que de Vuestras Altezas tenían para que él pudiese enviar a bojar la dicha tierra, deciéndoles que en ello haría gran servicio a Vuestra Majestad, con tal que le diesen licencia para que res[ca]tase con los naturales della oro y perlas y piedras preciosas y otras cosas lo cual todo fuese suyo pagando el quinto a Vuestras Majestades, los cuales por los dichos reverendos padres gobernadores jerónimos le fue concedido, ansí porque hizo relación que él había descubierto la dicha tierra a su costa como por saber el secreto della y p[r]ove[e]r como al servicio de Vuestras Reales Altezas conveniese. Y por otra parte, sin lo saber los dichos padres jerónimos, invió a un Gonzalo de Guzmán con su poder y con la dicha relación a Vuestras Reales Altezas deciendo que él había descubierto aquella tierra a su costa, en lo cual a Vuestras Majestades había hecho servicio; y que la quería conquistar a su costa, y suplicando a Vuestras Reales Altezas lo hiciesen adelantado y gobernador della en ciertas mercedes que allende desto pedía, como Vuestras Majestades habrán ya visto por su relación y por esto no las expresamos aquí.

En este medio tiempo como le vino la licencia que en nombre de Vuestras Majestades le dieron los reverendos padres gobernadores de la orden de Sant Jerónimo, diose priesa en armar tres navíos y un bergantín, porque si Vuestras Majestades no fuesen servidos de le conceder lo que con Gonzalo de Guzmán les había inviado a pidir, los hobiese ya inviado con la licencia de los dichos padres jerónimos, y armados, envió por capitán dellos a un debdo suyo que se dice Juan de Grijalba, y con él ciento y sesenta hombres de los vecinos de la dicha isla entre los cuales venimos algunos de nosotros por capitanes por servir a Vuestras Reales Altezas. Y non sólo venimos

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