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La montse: flamenca forma de vivir

noedanzaBiografía10 de Junio de 2019

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Universidad Provincial de Córdoba

Facultad de Arte y Diseño

Licenciatura en Composición Coreográfica

Lectura y Escritura Académicas. Comisión 3.

La Montse: flamenca forma de vivir[pic 1]

Por Noelia Pedraza

Quien ha venido a Córdoba alguna vez, no puede dejar de admirar la multiplicidad cultural y la diversidad de la Docta, ciudad elegida por miles de estudiantes para su formación universitaria. Sin embargo basta con salir a la calle para ver las razones de por qué antiguamente fue llamada “Córdoba de la nueva Andalucía”. ¿Qué habrá sido lo que a Jerónimo Luis de Cabrera le llamó la atención de nuestros paisajes, que decidió darle homenaje a la tierra natal de su familia? No se sabe si fue una iluminación casi celestial que lo trajo hace 443 años, lo cierto es que la Córdoba rebelde y revolucionaria, cuna de la Reforma Universitaria y del Cordobazo,  ha visto nacer a una de las representantes latinoamericanas del flamenco más reconocidas del país. ¿Habrá sabido por aquel entonces, don Jerónimo, que hacerle honores a su mujer iba a dejar tanta impronta de esa Córdoba andaluza, alumbrando a una de las más flamencas mujeres que hemos visto bailar por nuestros rincones?

Y es que parece imposible no volver a esos orígenes cuando la vemos desplegar su arte, con tanta gracia que hasta no creemos que Montserrat González Morales nació aquí mismo y no en España. La danza y ella se encontraron desde muy temprana edad, y como todas las niñas de aquel entonces desarrolló sus estudios secundarios paralelamente con su carrera artística, obteniendo los títulos de profesora de danzas clásicas, españolas y jazz. En el devenir de la búsqueda de sí misma, comenzó las carreras de psicología y profesorado de matemáticas, al mismo tiempo que incursionaba en los ritmos latinos. Pero, ¿cómo poder limitar lo que ella ansiaba en la profundidad de su ser? Allí es que, frente a los prejuicios de elegir el arte ante todo, abandonó la formalidad universitaria y decidió trasladarse a Buenos Aires, ciudad cosmopolita que le brindó encuentros con el tango y con grandes maestros del flamenco. Sin embargo había algo de esa Córdoba de antaño que la llamaba a volver. Una vez de regreso, decide seguir incursionando en la danza contemporánea, lenguaje que profundizará en el devenir de sus futuras obras. Sus búsquedas no tenían fronteras, es por esta razón que decide participar de talleres de actuación, formando parte de la compañía In-Gesto de danza teatro.  La artista comienza entonces una nueva faceta como coreógrafa y directora en numerosas obras, como “Las Señoritas de Avignon”, espectáculo que profundiza el diálogo entre diversos lenguajes de la danza y las artes plásticas, atravesada a su vez por las temáticas de la mujer.  

La Montse se arriesga y salta las leyes que existen en el mundo con el fin de lograr algo más profundo. Trasciende aquello que le ha sido impuesto, decide rescatar lo flamenco para traerlo al aquí y al ahora. Pero hay algo que pulsa en su interior… el grito del pueblo gitano, el clamor de una civilización negada, perseguida y marginalizada. Ese sentir tan profundo la lleva a viajar a España, para seguir nutriéndose de la cultura in situ y poder transmitir eso que se vive realmente en las gestualidades y modismos del pueblo; que va más allá de las formas y técnicas adquiridas. Es por este motivo que crea y dirige, junto a Carlota Pizarro, el Centro de Interpretaciones Flamencas “Vaya Alboroto”, lugar por excelencia dedicado especialmente a la enseñanza y profesionalización del arte flamenco aquí en Córdoba.

Teniendo en cuenta que su arte está impregnado de su caminar por la danza, y que el flamenco ha sido permeable a las más variadas influencias, ella año a año decide volver a las raíces, a lo jondo; a lo que García Lorca definió en sus poemas como “el duende”, eso que para él es un don, la esencia pura que brota del alma del artista y que no se puede domar ni controlar.

El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto. (García Lorca, 1934)

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