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Manuel Matos Moquete


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  676 Palabras (3 Páginas)  •  544 Visitas

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Luego de la guerra del 65, Matos pasa a formar parte del Movimiento Popular Dominicano (MPD). En 1967 una publicación errada lo llevaría al exilio.

“En 1967 asistí al Congreso de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, en La Habana. Conmigo participaron Amauri Germán Aristy, por el 14 de Junio y José Israel Cuello por el Partido Comunista Dominicano; ahí estaban casi todos los partidos de la izquierda de América Latina, pero en mi caso hubo un descuido porque en lugar de publicar en el periódico “Gramma” mi seudónimo de “guerra”, apareció mi nombre y el gobierno de turno me exilió. Ahí conocí a Caamaño, quien llegó después”, aclara.

El exilio cubano no fue fácil para él: “En un primer momento lloré mucho, fue muy triste porque no esperaba que por la publicación de mi nombre yo me tendría que quedar”.

Sobre Caamaño, asegura: “Lo recuerdo como alguien excepcional, me inspira su honestidad; no era un político sino una persona muy honesta. Lo vi en mi trato como alguien que creía en sus ideas, muy laborioso; aprendí mucho de él, era aplicado a lo suyo, hasta el fin”.

Para Matos, el destierro es más triste que la cárcel: “No tienes contacto con tu gente; en la prisión, al menos, tienes la visita de tu familia y saben que estás ahí, pero el exilio es como cuando te tiran en un pozo, te abandonan y no sabes de nadie, y nadie sabe de ti”.

En el abismo

Tras el exilio en Cuba, Matos vuelve a la República Dominicana en una misión para Caamaño. Cae preso, por lo que no pudo participar en la expedición de playa Caracoles: “Si me quedaba en Cuba, también hubiera venido porque era del equipo central de Caamaño, pero cuando él llegó yo estaba en la cárcel todavía”, dice.

Ese primer año de presidio resultó desgarrador. “Estaba aislado, duré nueve meses sin contacto humano, más el tiempo que pasé en el sótano del Palacio de la Policía, donde me metieron no sé cuantos pisos abajo y no veía nada; después de adaptarme un poco, veía los cueros cabelludos por el suelo, en los grafitis reconocí nombres como los de Henry Segarrra, y yo, que no he sido muy creyente, recé y pensé que no volvería a vivir”.

“Mi familia hacía declaraciones en los periódicos para que me sacaran de ese aislamiento.

Entonces, me colocaron en la celda a un preso del PACOREDO, pero eso fue una treta del jefe de la cárcel que me aisló más porque esa gente, cuando estaban en prisión, vivían solos en un rincón y ese hombre desde que llegó lo primero que hizo fue dividir la celda en dos: “ese es tu lado y este es el mío”. Y mi espacio que era para mí lo tuve que compartir.

Después discutí con él sobre el cantante Rafael Solano y me acusó de

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