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ATMOSFERA TEORIA

LUIS ALEXANDER SANCHEZ QUIROZDocumentos de Investigación20 de Junio de 2021

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INTRODUCCIÓN:[pic 7]

Mediante el estudio de los fenómenos que ocurren en la atmósfera la meteorología trata de definir el clima, predecir el tiempo, comprender la interacción de la atmósfera con otros subsistemas, etc.

El conocimiento de las variaciones climáticas ha sido siempre de suma importancia para el desarrollo de la agricultura, la navegación, las operaciones militares y la vida en general.

Por ello desde la más remota antigüedad se tiene constancia de la observación de los cambios en el clima, asociando el movimiento de los astros con las estaciones del año y con los fenómenos atmosféricos. Los antiguos egipcios asociaban los ciclos de crecida del Nilo con los movimientos de las estrellas explicados por los movimientos de los dioses. Los babilonios predecían el tiempo guiándose por el aspecto del cielo.

CAPACIDADES:

  • Analizar y comprender la importancia de la atmósfera para la vida .
  • Conocer y analizar la clasificación y la importancia de los meteoros

CONTENIDOS:

LA ATMÓSFERA

EL AIRE, FACTOR GEOGRÁFICO FUNDAMENTAL

        Geografía de los aires… Esta expresión  puede sorprender un tanto. En efecto, la geografía parece interesada, ante todo, por los fenómenos que ofrecen al menos un cierto grado de permanencia, de estabilidad. Y, sin embargo, nada hay más cambiante y móvil que el aire o el estado del cielo. Por otra parte, en la medida en que estudia “la distribución”, la geografía se ocupa de fenómenos desigualmente repartidos, mientras que el aire está presente en toda la superficie del globo y mantiene una composición constante; mezcla de oxígeno, nitrógeno y gases raros, no falta en parte alguna, por lo que, ateniéndonos a este factor, parece en principio difícil introducir diferenciaciones espaciales (geográficas).

        Pero el estado del aire cambia. Almacena energía en forma de calor y se carga de “impurezas”: gases como el vapor de agua y el gas carbónico, partículas líquidas (sobre todo agua) y sólidas, bacterias y microorganismos diversos, etc. Estas impurezas pueden ser transportadas lejos del lugar donde han sido recogidas. Los movimientos del aire transportan hasta los continentes el agua evaporada sobre los océanos; los movimientos de aire, asimismo, difunden el calor que, al cabo del año, no es excedentario más que en muy delimitadas zonas del planeta. Por eso, los transportes efectuados a través del aire contribuyen a determinar los aspectos y los límites mismos del ecumene.

I.         EL AIRE, AGENTE DE TRANSPORTE

Podemos considerar el aire como un importante agente de transporte, puesto que, con mucho, este elemento          transporta las mayores cantidades de materias y de energía sobre la superficie de nuestro planeta.

El aire transporta masas de agua considerables

Es sabido que, según su temperatura, el aire es capaz de cargarse de vapor de agua hasta un cierto límite, sobrepasado el cual decimos que está “saturado”.

El aire transporta calor

En sus desplazamientos, las masas de aire transportan una gran cantidad de energía térmica, y ello de dos maneras. La mejor conocida es la que llamamos calor sensible, cuya temperatura, estimada en el termómetro, es un testigo familiar. Masas de aire más o menos cálido entran en contacto entre sí e intercambian calor mediante una serie de complejos mecanismos. Más que no hay que olvidar que el aire almacena también calor  en forma latente, gracias al vapor de agua. En efecto, la evaporación del agua consume calor, cerca de 590 calorías por gramo; cuando el vapor se condensa y se precipita el agua, el calor previamente almacenado queda liberado y se manifiesta en forma de calor sensible.

Desequilibrio entre latitudes altas y bajas

Se sabe que, a consecuencia de la inclinación  de los rayos solares sobre el horizonte durante todo el año, y de la larga duración de las noches en invierno, las latitudes altas reciben anualmente menos calor del que pierden por irradiación hacia el espacio. Fenómeno muy distinto ocurre entre, aproximadamente, los 38° de latitud norte y sur, donde el balance térmico es, por el contrario, excedentario, puesto que el sol siempre está alto en el horizonte y los días nunca son excesivamente cortos. Estos contrastes se atenúan en verano y se intensifican en invierno, pues durante la primera de estas estaciones la duración del día polar compensa un tanto la desventaja derivada de la oblicuidad de los rayos solares.

Desequilibrios entre océanos y continentes

Cuando los continentes reciben la radiación solar, no la almacenan; la Tierra se calienta rápidamente en su superficie y emite inmediatamente radiaciones de onda larga que caldean la atmósfera. Esta se calienta, pues, considerablemente durante el día y en verano (días largos y sol alto). Pero la Tierra, que cede todo su calor con suma rapidez, es térmicamente deficitaria durante la noche y en invierno (días cortos y sol bajo). Entonces, a su vez, es la atmósfera la que le cede calor, y por tanto la que se enfría. Por su parte, las masas marinas se calientan hasta niveles más profundos, porque el medio líquido, agitado, permite una difusión en profundidad del calor recibido, guardándolo como reserva.

El aire transporta también otros gases y partículas

El gas carbónico es poco abundante en el aire; el aire puro apenas contiene un 0.003%, pero proporciona uno de los elementos constituyentes y esenciales de la materia viva. En el transcurso de los tiempos geológicos, la fijación de una gran cantidad de carbono en los combustibles fósiles y las rocas carbonatadas parece haber reducido la cantidad de gas carbónico libre. Entre la fijación de carbono por los vegetales en la fotosíntesis y su liberación en las combustiones y en la respiración de los seres vivos entre otras, se estableció un equilibrio. Pero, desde hace algunos decenios, ese equilibrio  se ha roto: el hombre comenzó a quemar masivamente los combustibles fósiles y a combinar con oxígeno cantidades enormes de carbono fijadas muchas veces en la era primaria.

II. TIEMPO Y CLIMAS: PROBLEMAS DE MÉTODO

        Es posible hacer una descripción geográfica del estado cambiante del tiempo, porque los tiempos no se forman, como ya hemos dicho, al azar, y porque hay tiempos semejantes que pueden ser clasificados en diferentes tipos, que suelen presentarse con una cierta regularidad sobre determinados lugares y en ciertas épocas. El objetivo de la climatología es, precisamente, la clasificación de los diferentes tipos de tiempo, el estudio de su distribución espacial y temporal, y su explicación. La climatología comprende dos grandes apartados.

A)         El paso de la noción de tiempo a la de clima

        Este tránsito presenta dificultades de método muy serias. A diferencia de los demás fenómenos geográficos, el tiempo cambia rápidamente. El estudio de los climas, por tanto, ha de constituir una memoria que retenga los aspectos principales de unos tiempos ya pasados. Pero, cuando se quiere reconstruir dicha memoria, aparecen dificultades a veces casi insuperables. En efecto, no se puede poner en práctica sin recurrir a mediciones de elementos del tiempo, tales como la temperatura, la humedad del aire, la pluviosidad, el viento, la insolación, etc.

B)        La Segunda etapa de importancia en el estudio del clima consiste en la búsqueda de explicaciones.

        Una vez tengamos los tiempos cuya suma es el clima, conviene explicar los tiempos mismos. Estos son el resultado de una serie de relaciones de causa a efecto extraordinariamente complejas. Explicarlas es, básicamente, remontarse cuanto sea posible en esa cadena de relaciones causales. Veamos a intentar indicar ahora, brevemente, los elementos que intervienen en esta cadena para preguntarnos a continuación qué parte de ellos corresponde estudiar a la geografía.

        El tiempo que hace sobre un lugar viene determinado, primero, por la naturaleza y las características del aire, y para ello habrá que estudiar la procedencia de ese aire y la historia evolutiva de sus desplazamientos. Depende también de sus movimientos en sentido horizontal o vertical. Ahora bien, tanto la historia reciente como sus movimientos pueden ser analizados mediante el estudio de la distribución de la presión a diversos niveles de la atmósfera. Es sabido que las altas y las bajas presiones tienden  a agruparse en regiones que los mapas de isóbaras permiten localizar y a las que se denomina “figuras isobáricas”.

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