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CONDICIONES NECESARIAS PARA EL APRENDIZAJE DE LA LECTO-ESCRITURA


Enviado por   •  6 de Mayo de 2020  •  Documentos de Investigación  •  2.134 Palabras (9 Páginas)  •  160 Visitas

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CONDICIONES NECESARIAS PARA EL APRENDIZAJE DE LA

LECTO-ESCRITURA (Análisis del acto lector)

Se expuso anteriormente que se distinguen tres estadios diferentes. En el primer nivel, la lectura era un acto de desciframiento por el que se transformaban los signos gráficos en otros fonéticos. Relacionar estos grafemas y asociarlos con los fonemas ha sido el objetivo de la totalidad de los métodos rara enseñar a leer. Prescindiendo, por el momento, de cómo se efectúa esta asociación, vamos a centrarnos en la forma de discriminar las letras, pre-requisito indispensable para conocer su correspondencia.

Nociones espaciales

La letra «o» es una forma geométrica sencilla que interviene en un gran número de grafemas. Si se combina con otro elemento simple como puede ser la barra incluida en la letra «i», se obtiene un nuevo grafema que ha sido asociado al fonema ¡al.

 O + l   = a

Si la barra colocada a la derecha fuese un poco mayor, se obtendría un nuevo grafema:

O  + l    =  d

Analizados estos ejemplos desde una perspectiva espacial, aparecen las nociones de redondo, alargado, pequeño y grande. Con estos mismos elementos geométricos se obtienen otros grafemas diferentes si hacemos intervenir las nociones derecha e izquierda:

o+I= d             I+o = b

Combinándolos con las nociones espaciales arriba y abajo, se conseguirían las siguientes letras:

o+l = p       o+ l = q

Junto a estos elementos espaciales, también intervienen, posibilitan do la discriminación de los grafemas, las siguientes nociones:

— Inversión:

n * u. h * y

— Cantidad:

m n, 1 * I

— Adición:

n # fi. 1 * t

Se puede afirmar que, para conocer la clave de correspondencia entre un grafema y su fonema, es condición indispensable la discriminación de las nociones redondo, alargado, grande, pequeño, derecha, izquierda, arriba, abajo, inversión, cantidad y adición. La tarea de enseñar a leer quedaría facilitada si el niño pudiera distinguir aquellas nociones con la experiencia conseguida espontáneamente en el manejo de las formas, o bien dirigida por programas de entrenamiento discriminativo.

Memoria inmediata

Partamos hipotéticamente de un alumno que esté capacitado para discriminar los grafemas. Si quisiéramos enseñarle a leer, éstos habrían de ser asociados a unos fonemas. Para que se establezca esta asociación, debe realizarse un aprendizaje que es subsidiario, entre otros factores, de la memoria inmediata. Ello exige que el futuro aprendiz posea una capacidad de retentiva suficiente para consolidar los aprendizajes que garanticen que las adquisiciones de una sesión sean recordadas en la siguiente.

Articulación correcta

Si la cadena de aprendizaje se rompiese por algún eslabón, el proceso quedaría bloqueado. Pensemos en las dificultades que presenta un niño con múltiples dislalias en el aprendizaje de una palabra que no puede ponunciar o que articula defectuosamente. La asociación del grafema a un fonema inexacto o sustitutivo no hace sino entorpecer la fijación. A ello hay que agregar la escasa discriminación auditiva de los dislálicos. Las confusiones de fonemas de parecida articulación actúan negativamente en las adquisiciones lectoras. Su afianzamiento, como se comprobará, es causa de algunas dificultades, fundamentalmente omisiones.

Factores espacio-temporales

Cuando se habla, son pocas las palabras que, en castellano, se pronuncian con la emisión de un fonema aislado. Existen algunas, pero quedan reducidas a un par de conjunciones y algunas interrogaciones; el resto están formadas por cadenas de fonemas combinadas entre sí: son

las sílabas o las palabras. En las cadenas habladas se pueden diferenciar dos tipos de fonemas: vocales y consonantes. Los fonemas vocales pueden emitirse puros y aislados; las consonantes necesitan, en su mayoría, del apoyo de las vocales. Se produce entonces una ordenación secuencial básica de fonema consonante seguido de fonema vocal. Si se realiza una brevísima incursión por la Psicología Evolutiva, se comprobará que la emisión de las vocales precede a la aparición de las primeras sílabas directas, después surgirán las sílabas inversas y los sinfones, como elementos más complejos.

Los fonemas están ordenados en el tiempo; unos fonemas siguen temporalmente a otros de tal forma que cualquier alteración de esas secuencias puede provocar cambios semánticos. Así, no es lo mismo decir «/se.ta/» que «/es.ta/».

La ordenación temporal, en la emisión de fonemas al hablar, se corresponde a la ordenación espacial de los grafemas al escribirlos. Espacio y tiempo son dos conceptos que aparecen en este proceso de análisis lector. Cualquier alteración temporal puede perturbar una correcta adquisición, como se analizará oportunamente. Aquí puede residir la causa de algunas dislalias tan frecuentes. Los niños pequeños que pronuncian «chinemea» cuando se refieren a la palabra chimenea, probablemente sea debido a una alteración de la memoria secuencial. Por la misma razón, una alteración espacial puede confundir al leer la palabra «los» por «sol».

Ritmo

Al hablar se emite una serie de fonemas agrupados en sílabas. Estas, a pesar de que posean los mismos fonemas, como en la palabra «mamá», sus sílabas no tienen el mismo valor prosódico. Se dice que la primera sílaba es átona y la segunda tónica. Basta con que se pronuncie en voz alta cualquier vocablo para que se distingan las sílabas tónicas de las átonas; sílabas que se suceden con un ritmo o cadencia dentro de la estructura de la frase. Cuando se habla, no se pronuncia de una forma continua y monótona, sino que se imprime a toda la frase una entonación peculiar para cada estado de ánimo; pero al analizar la frase, además de este elemento melódico, se encuentra una rítmica cadencia de pausas. Las pausas no se establecen caprichosamente, sino de conformidad a unas normas impuestas, que todos se esfuerzan en cumplir. De acuerdo con estos preceptos, las palabras y las pausas se van sucediendo, pero no según la cadencia de palabra-pausa-palabra, sino que rige otro principio más complejo y que está dominado por los grupos sintagmáticos. De este modo, la frase «el perro se perdió» es pronuncia da frecuentemente «/elperro/ —pausa— /seperdió/». Esta agrupación, origen de muchas dificultades ortográficas, dota al idioma de una gran fluidez, al tiempo que lo pule de la aridez y entorpecimiento que supondría la excesiva proliferación de pausas en el discurso. Como consecuencia, se producen unas combinaciones de sílabas átonas con otras tónicas que marcan el ritmo del sintagma y que se prolonga en el discurso por otros sintagmas separados rítmicamente por las pausas introducidas. Este hecho se evidencia con mayor nitidez en las composiciones poéticas. En ellas, las estructuras de las palabras, aparte de su valor semántico, imponen un ritmo a la composición.

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