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Confusión de lengua entre los adultos y el niño


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2012  •  Ensayos  •  1.275 Palabras (6 Páginas)  •  512 Visitas

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Confusión de lengua entre los adultos y el niño

Lenguaje de la ternura y pasión.

Habla de una regresión de la técnica y también en parte de la teoría de la neurosis, que se impuso por determinados fracasos o resultados terapéuticos incompletos. Comprende la importancia del factor traumático en las neurosis, pero como algo real, no como meras fantasías como muchos autores proponían. Plantea que no profundizar lo suficiente su origen externo es un peligro.

Comenta que no solo debemos aprender a adivinar a partir de las asociaciones de los enfermos los hechos desagradables de su pasado sino que también hay que averiguar las críticas rechazadas o reprimidas que nos dirigen.

Aquí chocamos con importantes resistencias, no ya las del paciente, sino las nuestras. Ante todo debemos ser analizados y conocer a fondo nuestros rasgos de carácter desagradable, tanto exteriores como interiores, a fin de aceptar lo que las asociaciones de nuestros pacientes pueden contener de odio o de desprecio oculto

Esto nos lleva al problema de saber hasta dónde debe llegar el análisis del analista, no hay que olvidar que el análisis en profundidad de nuestras neurosis exige casi siempre muchos años, mientras que el análisis didáctico habitual sólo dura algunos meses, lo cual puede llegar a crear la imposible situación de que nuestros pacientes estén poco a poco mejor analizados que nosotros. Caen en una extremada sumisión, a consecuencias de su incapacidad o del temor de desagradarnos al criticarnos.

Gran parte de la crítica rechazada se podría denominar “hipocresía profesional”. Acogemos cortésmente al paciente cuando entra, le pedimos que nos comunique sus asociaciones y le prometemos escucharlo atentamente y consagrar todo nuestro empeño a su bienestar y al trabajo de aclarar su estado. En realidad puede ocurrir que algunos rasgos, internos o externos del paciente, nos seas difícilmente soportable, o incluso sintamos que la sesión de análisis aporta una perturbación desagradable a una preocupación profesional más importante o a un problema íntimo. Aquí la única salida es tomar consciencia de nuestro propio problema y comentarlo con el paciente, admitiéndolo no sólo como posibilidad sino también como hecho real. Esta renuncia a la hipocresía profesional, en lugar de herir al paciente le aporta un notable consuelo.

Las seducciones incestuosas se producen habitualmente de este modo: un adulto y un niño se aman, el niño tiene fantasías lúdicas, como por ejemplo desempeñar un papel maternal respecto al adulto. Este juego puede tomar una forma erótica, pero permanece siempre a nivel de la ternura. No ocurre lo mismo en los adultos que tiene predisposiciones psicopatológicas, sobre todo si su equilibrio y su control personal están perturbados por alguna desgracia. Confunden los juegos de los niños con los deseos de una persona madura sexualmente, y se dejan arrastrar a actos sexuales sin pensar en las consecuencias. De esta manera son frecuentes verdaderas violaciones de muchachitas apenas salidas de la infancia, lo mismo que las relaciones sexuales entre mujeres maduras y muchachos jóvenes, o actos sexuales impuestos de carácter homosexual.

Es difícil adivinar el comportamiento y los sentimientod de los niños traen estos sucesos. Su primer reacción será de rechazo, de odio, de desagrado y opondrá una violencia resistencia. Los niños se sienten física y moralmente indefensos, su personalidad es aún débil para protestar, incluso mentalmente, la fuerza y la autoridad aplastante de los adultos los dejan mudos, e inlcuso pueden hacerles perder la consciencia. Pero cuando este temor alcanza su punto culminante, les obliga a someterse automáticamente a la voluntad del agresor, a adivinar su menor deseo, a obedecer olvidándose totalmente de sí e identificándose por completo al agresor.

Si el niño se recupera de la agresión, siente una confusión enorme; a decir verdad ya está dividido, es a la vez inocente y culpable, y se ha roto su confianza en el testimonio de sus propios sentidos. A ello se añade el comportamiento grosero del adulto, aún más irritado y atormentado por el remordimiento, lo que hace al niño más consciente de su falta y más vergonzoso.

Del niño del que se ha abusado se convierte en un

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