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Crítica de la pedagogía


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  Trabajos  •  2.475 Palabras (10 Páginas)  •  253 Visitas

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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL

MAESTRO:

DANIEL GÓMEZ ALFARO

ALUMNO:

JULIO CESAR MATA REZA

SEGUNDO SEMESTRE

SUBESEDE:

LOS MAYOS

Culiacán, Sinaloa. A 01 de Junio del 2013

LA EDUCACIÓN DE LOS MAESTROS Y LA ENSEÑANZA DEMOCRÁTICA

Los maestros llevaban “una vida de rutina mecánica y estaban sujetos a una maquinaria de supervisión, organización, clasificación, otorgamiento de calificaciones, elaboración de porcentajes, uniformidad, promociones, pruebas, exámenes. Existía espacio para “la individualidad, la ideas, la independencia, la originalidad, el estudio, la investigación.

Holmes, en el estudio se había omitido apoyar a los maestros como pensadores críticos independientes.

Holmes estaba convencido de que si la labor de los maestros, se seguía definiendo de manera tan obtusa, las escuelas de educación a la postre se limitarían a formas de adiestramiento que prácticamente socavarían del desarrollo de los maestros como intelectuales con mentalidad crítica.

Lo más importante era su convicción en el sentido de que los maestros debían funcionar profesionalmente como intelectuales, y la educación para maestros debía estar inextricablemente vinculada con la transformación crítica de escenario escolar, por extensión, del escenario social más amplio.

Durante la primera parte del siglo XX, se logró cambiar el terreno de la pugna en pos de una enseñanza democrática, que de una plataforma en gran medida retórica pasó a ser el propio lugar del programa.

El New College inició un programa de adiestramiento basado en el principio de que “ es un privilegio peculiar del maestro el de desempeñar un importante papel en el desarrollo del orden social de la siguiente generación.

New College se afirmaba que si quería que los maestros escaparan del usual “paso cerrado académico… era preciso que entraran en contacto con la vida intelectual, moral, social y económica de las personas.

El precedente histórico de educar a los maestros como intelectuales y el de hacer de la escuelas sitios democráticos para la transformación social, podría comenzar a definir la forma en que la educación pública y la educación para maestros se pudiera percibir hoy apropiadamente.

La expresión “intelectual transformador”, se refiere a aquel que ejerce formas de práctica intelectual y pedagógica que intentan insertar la enseñanza y el aprendizaje directamente en la esfera política, argumentando que la enseñanza representa tanto una lucha en pos del significado como una pugna en torno a las relaciones de poder.

El punto de vista tradicional del intelectual como alguien que es capaz de analizar los diversos intereses y contradicciones que existen dentro de la sociedad, a alguien que es capaz de articular las posibilidades emancipatorias y trabajar para que se conviertan en realidad.

Las reformas educativas que ha propuesto la reciente coalición de conservadores y liberales, a quienes de manera conveniente se les ha puesto la etiqueta de “nuevos conservadores”, se sustentan en un discurso que edifica, a la vez que mixtifica, tales propuestas.

Los nuevos conservadores defienden la reforma educativa echándoles la culpa a las escuelas de toda una serie de crisis que incluyen cualquier aspecto: desde el incremento del déficit comercial hasta el rompimiento de la moral familiar.

Poca es la preocupación que existe en cuanto a la forma en que la educación pública pudiera servir mejor los intereses de los diversos grupos de estudiantes, permitiéndoles comprender las fuerzas sociopolíticas que influyen en su destino, y alcanzar algún grado de control sobre ellas.

La vida escolar queda definida, primordialmente, midiendo su utilidad frente a la aportación que hace el crecimiento económico y a la uniformidad cultural.

Los nuevos conservadores ofrecen un punto de vista de la sociedad según el cual la autoridad proviene de la competencia técnica y la cultura encarna una tradición idealizada que glorifica el trabajo arduo, la disciplina industrial, el deseo domesticado y la obediencia alegre.

El cambio ideológico que caracterizó al actual periodo de reforma es evidente también en las formas en que hoy se definen la preparación de los maestros y la pedagogía del aula.

El nuevo discurso educativo ha influido en un buen número de recomendaciones sobre política, tales como las pruebas, a maestros basadas en la competencia de éstos, una secuencia rígida de empleo de los materiales, técnicas maestras de aprendizaje, esquemas de evaluación sistematizada, planes de estudios estandarizados y la implantación de materias “básicas” obligatorias.

El desarrollo de los planes de estudios se deja en manos, cada vez más frecuentemente, de expertos en administración, o simplemente se adoptan los que proponen las casas editoriales, sin que haya ninguna aportación, o muy pocas, por parte de los maestros que se espera que vayan a poner en práctica los nuevos programas.

Los intereses económicos que informan a las nuevas propuestas conservadoras se basan en un punto de vista de la moralidad y la política que queda legitimado mediante un llamamiento a la unidad y la tradición nacionales.

El cambio ideológico de que aquí de la enseñanza, una definición que despoja casi completamente a la educación pública de una visión democrática en la que se preste consideración seria a la ciudadanía y a la política posibilidad.

Una política de esta índole define a las escuelas como sitios en torno a los cuales se deben librar luchas en nombre del desarrollo de un orden social más justo, humano y equitativo, tanto dentro como fuera de las escuelas.

Si se quiere que los programas de educación para maestros proporcionen la base de la lucha y la renovación democrática de nuestras escuelas, habrá que redefinir la relación que tales programas guardan actualmente con dichas instituciones. Las escuelas de educación rara vez alientan de la crítica social y del cambio social como parte de una visión emancipatoria de mayores alcances.

En todas partes de Estados Unidos: estas instituciones siguen definiéndose a sí mismas, esencialmente, como instituciones de servicios que por lo común están obligadas a proporcionar la experiencia técnica obligadas a proporcionar la experiencia técnica

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