Diferencias entre naturalismo francés y el verismo italiano
victoriaviaTutorial30 de Noviembre de 2013
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INTRODUCCIÓN
En los albores del género dramático, cuando la música y la poesía caminaban aún unidas en él, la Poética de Aristóteles explicaba que el teatro era mímesis, imitación de la realidad. Siglos después, en pleno Renacimiento, los aristócratas de la Camerata Florentina dieron origen a la ópera precisamente cuando intentaban resucitar lo que ellos creían que había sido el teatro griego originalmente: una pieza representada cantando; recitar cantando lo llamaron ellos. Este género culto, pero de pretensiones modestas, evolucionó rápidamente, contaminándose con las teorías teatrales propias de cada periodo. Hasta el siglo XIX los contenidos del género teatral son adaptables al melodrama, por la colaboración entre la música y la palabra, que hace más fértil la dramaturgia, gracias al reclamo emocional que consigue la primera, sin alterar los principios dramáticos originales. Tocando el final del siglo, sin embargo, la literatura quiere plasmar la realidad y busca una forma consecuente con este deseo.
La tendencia realista plasma en ella el reflejo fiel del mundo y va contra la idea de la escritura como simple creación artística: pretende aplicar al arte principios científicos, pues confía en la ciencia como superadora del oscurantismo y cree que el escritor debe escrutar la realidad en busca de lo “verdadero”, mostrándolo de forma casi documental, avalando la veracidad del documento con el principio de no intervención por parte del autor, es decir, contando a través de un narrador impersonal.
Es interesante recordar, en este sentido, el nombre que se da en italiano al movimiento: verismo, de vero (verdadero, verdad), dando a las herramientas objetivas de los narradores naturalistas una categoría que va más allá del arte, buscando una fusión con la vida. No se trata sólo de llegar a la objetivación de la realidad, sino de tocar, a través de estas técnicas por las que discurre el diálogo entre autor y destinatario, la noción de verdad.
En Europa esta búsqueda pasa de la novela al texto dramático gracias a Émile Zola, uno de los principales impulsores del naturalismo en el teatro; y de allí a la escena, donde los actores afrontan la necesidad de crear una nueva forma de interpretación que se haga portadora de ese anhelo de “realidad”, de ese reflejo de la naturalidad. En Francia es el Teatro Libre de André Antoine el que investiga sobre el mejor modo de plasmar la verdad en la escena, y en Rusia Konstantin Stanislavski lidera estas ideas en el Teatro de Arte de Moscú, donde crea un método que ha llegado como escuela de interpretación hasta nosotros: el método naturalista, más conocido, por su difusión universal, como “el método”. La ópera de finales del XIX se siente también contagiada de ese deseo de expresar la realidad.
DIFERENCIAS ENTRE NATURALISMO FRANCÉS Y EL VERISMO ITALIANO
En la segunda mitad del siglo XIX en Europa difundir las teorías positivistas que aumentan el valor de la ciencia y el progreso. En el naturalismo literario francés e italiano verismo son dos experiencias que se cruzan se repite también la validez del método experimental en las humanidades, en la creencia de que entre el hombre y la naturaleza no hay rotura importante.
El naturalismo francés se ocupa de la sociedad inmersa en la revolución industrial, mientras el verismo italiano describe una realidad rural, prevalentemente meridional, no todavía industrializada. En los años sucesivos a la unificación literaria, en Italia emergían los problemas de la cuestión meridional, falta de reforma agraria, analfabetismo, ausencia de infraestructura, inexistente industrialización.
El naturalismo tiene una connotación sobre bases nacionales, de hecho, los naturalistas franceses se referían a un contexto urbano de proletariado industrial o a una sociedad rural en cuanto de alguna forma más homogénea.
En la Francia de ese tiempo, de hecho, también, lógicamente, se daban las diferencias de valores, contenidos y comportamientos entre la provincia y la realidad metropolitana, esto se verifica en medida relativa, desde que Francia, siendo después de siglos un estado nacional, no obstante las predecibles diferencias regionales, representa un substrato humano, tradicional y cultural bastante coherente.
Del naturalismo francés ha iniciado el verismo italiano que, sin embargo, bien difícilmente pudiera trascender una realidad regional, la única a ser consolidada en el tiempo. De hecho, el largo fraccionamiento político ha producido estragos profundísimos en el tejido social, en las conciencias y en las tramas nacionales, solo recientemente reconstituidas.
Los veristas deben así tomar conciencia de las discordantes realidades locales coexistentes, de una fuerte diferencia entre el norte, en los albores de la industrialización y agenciado a la realidad de otras laderas, y un centro-sur fuertemente retrasado y arruinado por el latifundio. Al escritor verista se presenta un mundo campesino pobre y muy retrasado, visceralmente ignorante, supersticioso e íntimamente anclado a los prejuicios, aunque moralmente sano, a diferencia de los franceses, en los cuales los vicios y los problemas morales parecen suficientemente más difusos.
Tal situación induce al verismo hacia un pesimismo sustancial, que ve en el progreso un mecanismo destinado a exprimir a los más débiles. Se vuelve así inevitable que el Verismo, a causa de la contingente realidad italiana, de poco haberse constituido en estado unitario, pero de hecho fuertemente diferenciada de siglos de fraccionamiento político, se colorea inevitablemente de regionalismo, de hecho, la realidad italiana es demasiado variada para poder ser descrita completamente.
El romance de esquema naturalista o verista es siempre de argumento contemporáneo o, de todos modos, no muy lejano en el tiempo.
Las descripciones de los ambientes naturales o humanos son precisas y minuciosas. El evento se desarrolla en un ambiente generalmente restringido, estudiado y descrito con precisión, para tomar los tratos característicos que determinan el comportamiento de los personajes de los cuales se profundizan con precisión "científica" los precedentes, las eventuales taras familiares y las condiciones económicas.
Ambientes y hechos son vistos con los ojos de los personajes y son transformados con un léxico y un estilo que tiende a reproducir de lo que se habla, ya que la Lengua imita lo hablado conectado a las oportunas condiciones sociales y regionales, colorándose o contaminándose frecuentemente del dialecto.
El Naturalismo y el Verismo repudian el narrador omnisciente del romance del siglo XIX (ottocento), y para realizar una investigación científica y verdadera sobre la sociedad, adoptan el canon de la impersonalidad narrativa, con base en la cual el narrador no debe participar emotivamente en los acontecimientos, comentando, condenando, aprobando enjuiciando, de hecho, las consecuencias se revelan de modo espontáneo.
En Italia el verismo fue el primer movimiento literario de carácter nacional –recordemos que la unificación de Italia en un único estado se había producido en 1861- y sirvió para contar al pueblo italiano las distintas realidades locales, en un país que conocía poco de sí mismo más allá de las fronteras regionales. Sus dos figuras más representativas fueron Luigi Capuana y Giovanni Verga y para ellos la forma cobró gran importancia, pues surgió del empeño de crear un estilo persuasivo y documental a través del lenguaje y sus estructuras.
En el clima ya un poco decadente de los años ‘80, el verismo llega al teatro en obras en prosa y Verga, no sin amargura, confiesa en 1894 que aunque había escrito para el teatro no lo estimaba una forma de arte superior a la novela, sino una forma “inferior y primitiva”, una suerte de traducción imperfecta del sistema narrativo al de la mímesis dramática, en una época de la historia de la interpretación actoral en la que no eran precisamente la verosimilitud y la naturalidad los rasgos que observaban los actores y apreciaba el público (cotejar para esta afirmación las palabras de K. Stanislavski 2007, pp. 11-22). Su paso hacia el sistema del drama lírico fue inmediato, y se ubicó un paso más allá de lo artificial, por la propia naturaleza del género, lo que llevó a algunos de los autores veristas a rechazar la musicalización del texto como algo fiel a su original.
CARACTERÍSTICAS DEL VERISMO
A pesar de su cercanía en el tiempo y de su indudable eficacia, son muchos los historiadores de la música que discrepan respecto a la definición del térmico verismo. Unos consideran en primer lugar el movimiento literario que llevó este nombre y que pretendía describir con precisión realista la vida diaria de las gentes sencillas, incluso marginadas, dejando de lado las aventuras sentimentales de las damas y caballeros de la nobleza que tanto había encandilado al público romántico. Éste fue el camino elegido por el primer verista, Mascagni, seguido de un grupo de autores que aspiraban a un éxito popular que podía resultar inmenso.
Muchos autores y críticos italianos han tratado de poner barreras y límites al movimiento del verismo. Para unos, sólo merecen este nombre los primeros autores del movimiento, Mascagni, Ruggero Leoncavallo y como mucho Umberto Giordano; otros, en cambio, consideran también como parte de este movimiento musical a Francesco Cilèa, Franco Alfano y Fiacomo Puccini.
El verismo pasó por varias fases. Empezó siendo un género que trataba de centrar sus temas en la vida cotidiana de la gente, ya fuera en el mundo rural, como en Cavalleria rusticana
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