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EL SABER MEDICO, TRADICIÓN Y MEDICINA CIENTÍFICA, HISTORIA DE LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA EN LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2020  •  Ensayos  •  2.621 Palabras (11 Páginas)  •  126 Visitas

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EL SABER MEDICO,  TRADICIÓN Y MEDICINA CIENTÍFICA, HISTORIA DE LA  ENSEÑANZA DE LA MEDICINA EN LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA. 1900-1950

Estado del Arte: Medicalización e Historia de las Ciencias

Por: Juan Manuel Ortiz Martínez*

PROBLEMA:

Hoy día la historia de las ciencias no puede basarse solo en la explicación de una serie de anécdotas y continuidades de la tradición científica y de los saberes, la historia de las ciencias y del saber debe ser construida por los historiadores que se interesan por este tipo de problemas, por las variaciones del saber, de la educación y el conocimiento medico.

El problema fundamental que intentara desarrollar esta investigación parte de la necesidad de construir una nueva Historia de la Enseñanza y la consolidación de los saberes médicos en Cartagena durante la primera mitad del siglo XX y la emergencia por la cual se generó  una  mejor  práctica de la medicina.

¿Qué los saberes impartidos  desde las escuelas de medicina logran imponerse sobre las prácticas milenarias y tradicionales, a partir de la reconstrucción de una Epistemología de la Enseñanza de la Medicina en Cartagena? 

MEDICALIZACIÓN E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

La historia de las ciencias no es algo obvio ¿Para quién existe una historia de las ciencias? ¿Para quién, en qué lugar del discurso o en qué situación real es problema la historia de las ciencias? Existe cierta vecindad entre una historia de las ciencias y la filosofía, toda disciplina debe corresponder a lo que Kant denomina un interés de la razón ¿En que la historia de las ciencias concierne a la ciencia? Es aquí donde encontraremos una historia de los científicos o una historia de los historiadores de las ciencias. La aparición de una historia de la filosofía se produce en el siglo XIII y nace de una generalización de la historia entendida como colección de documentos y de memorias tendientes a conservar la ciencia contemporánea, una historia entendida como verificación de una filosofía del progreso.

La Ciencia del pasado es inferior a la nuestra, puesto que está remplazando aquella, los últimos tratados científicos contienen todo lo bueno que había en los tratados anteriores, como lo plantea Comte.: “el historiador de las ciencias es especialista en generalidades”. Tiene un roll critico y pedagógico “la tradición es la vida de la ciencia, el historiador de las ciencias es el conservador del museo de las tradiciones científicas.

¿En qué consiste hacer historia? En distinguir entre el antes y el después. En dar golpes mortales, en crear situaciones irreversibles, en conseguir que el pasado sea totalmente distinto al presente, que la diferencia entre ambos sea clara. Dividir doctrinas o cortar cabezas, dos formas de evitar que los demás vuelvan al pasado y obligarles a huir de la indecisión que impide que los años, los instantes, los periodos se distingan unos de otros.

Como ocurre, siempre que queremos hacer historia, es aconsejable que historiadores profesionales confirmen la cronología, corroboren los acontecimientos, en pocas palabras refuercen, desde su independencia, la irreversibilidad que nos hemos granjeado.

Los historiadores, si creemos sus palabras, tienen una aptitud especial para distinguir en torno a los protagonistas de la historia, no solo los aliados a que tiene derecho a convocar, sino además el ángulo y la forma en que deben presentarse.

En plena batalla, sin embargo, se muestra indeciso, y esta incertidumbre propia de la investigación y de la historia es precisamente lo que se suprime cuando se procede a escribir la historia de las ciencias.

Si admitimos que la historicidad aumenta a medida que se reduce el número de datos intemporales, el análisis de las controversias nos ha llevado a una historia de científicos, a una historia de las ciencias. Por una parte solo contamos con los elementos de una historia (hombre, cultura, ideas e instrumentos) y por otra con los objetos no históricos.

La disciplina “historia” se presta con demasiada facilidad a especializarse en el estudio de la historicidad, larga o corta: las costumbres, las batallas, la demografía, el precio del trigo o de las ideas. Olvida interrogarse acerca de esa división, practicada a expensas suyas, entre lo que tiene y lo que no tiene la historia. La filosofía de las ciencias es la responsable de esta división y de abandonar en manos de Clío el vasto campo de circunstancias contingentes que dejan de lado, fuera del tiempo, al mundo, a los números y a las cosas.

La historia es un inventario de éxitos, nosotros los historiadores, hablamos de los grandes guerreros y de los vencedores, de los ricos y de los personajes celebres. En general, no nos ocupamos de los pobres, de las mujeres ni de los esclavos. En la historia de las ciencias tenemos algunas anécdotas de inventores locos, pero son los genios sublimes los que nos permiten ganarnos la vida. Ahora entendemos porque los historiadores han menospreciado hasta el extremo la ciencia industrial, que sin embargo es, con diferencia, la practica científica más extendida ¿Qué aspecto tendría una historia de este tipo? ¿Cuáles son esos logros de los que nunca se habla? (Serres, 2001)

HISTORIA

La tarea de los historiadores es reconstruir los grandes debates, durante mucho tiempo han compartido la opinión y las pasiones de los hombres, su razonamiento se basaba en encontrar el rastro del conflicto. Ordenar con la única preocupación de la utilidad. Toda historia es una historia moral, como si las palabras guardaran sentido, deseos, dirección, ideas, lógica “en este mundo de cosas dichas el historiador debe conocer: innovaciones, luchas, rapiñas, disfraces y traumas (Foucault, 1966).

Construir este tipo de historia desde las “Genealogías” implica percibir la singularidad de los procesos, donde menos se espera, eso que no tiene nada de historia, encontrar las escenas en las que han jugado diferentes papeles y definir el punto de ausencia o donde han tenido lugar.

La genealogía no se opone a la visión del águila ni a la mirada escrutadora del sabio, se apone al despliegue meta-histórico de las significaciones ideales, se opone a la búsqueda del “origen” (Foucault, 1970).

Nietzsche, define el objeto de la investigación como el origen de los prejuicios morales, “origen” es buscar lo que ya está dado, una imagen adecuada de si, construida pieza por pieza con figuras extrañas, disfraces y mascaras. “Detrás de las cosas existe algo distinto”, la razón nace del azar, “armas formadas a través de luchas personales: las pasiones de los sabios, el odio reciproco. La necesidad de triunfar. Detrás de la verdad siempre reciente esta la proliferación de errores, “la verdad”, como se hace accesible a los sabios, reservada únicamente a los hombres piadosos.

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