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El Análisis Transaccional Aplicado Al Liderazgo Situacional

AaMmEeRrIiCcAaEnsayo12 de Febrero de 2014

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El ANÁLISIS TRANSACCIONAL aplicado al LIDERAZGO SITUACIONAL

El Análisis Transaccional es una teoría de la personalidad y de las relaciones humanas con una filosofía propia que, en la actualidad, se aplica para la psicoterapia, el crecimiento y el cambio personal u organizacional en numerosos campos. El Dr. Eric Berne (1910-1970), médico psiquiatra, fue el fundador, principal creador e innovador del Análisis Transaccional. Elaboró su modelo a partir de sus observaciones en la psicoterapia de grupo a principios de los años cincuenta.

El Análisis Transaccional tiene por filosofía el que toda persona tiene un valor positivo como ser humano. La filosofía del Análisis Transaccional, basada en la filosofía humanista, parte de los siguientes principios:

1.El primer principio de que “todos nacemos bien”. Después en nuestras relaciones con los demás tomamos decisiones autolimitadoras con las que nos convertimos en “sapos o ranas encantadas”. Pero básicamente soy una persona digna de confianza y respeto básico en mi mismo y en el otro.

2.El segundo principio en que se basa el AT es que todos tenemos un cierto potencial humano determinado por los condicionamientos genéticos, circunstanciales de salud, y sociales de origen y procedencia, pero un cierto potencial humano, que podemos desarrollar. Las limitaciones externas al desarrollo de nuestro potencial humano, y sobre todo las limitaciones internas decididas tempranamente, producen la infelicidad, la auto-limitación de las habilidades personales para resolver problemas y enfrentarnos a la vida y en definitiva la patología. De modo que yo soy responsable de mi vida y decido lo que es bueno para mi.

3.El tercer principio en que basa su filosofía el A.T. es que todos podemos cambiar y tenemos los recursos necesarios para hacerlo. Estos recursos pueden ser personales o relacionales e incluyen la posibilidad de tomar nuevas decisiones más autopotenciadoras.

El Análisis Transaccional es un modelo de la personalidad que permite:

Comprender como entramos en relación con los otros, lo que buscamos en nuestras relaciones y cuales son nuestras raíces ocultas que nos hacen reaccionar de manera repetitiva.

Sentir y tomar conciencia de qué es lo que pasa en nosotros y por tanto de que necesitamos, deseamos y de cuales son nuestras metas.

Actuar y tomar la iniciativa para poner en marcha los cambios personales, relacionales u organizacionales. Utilizar las vivencias y experiencias necesarias para alcanzar nuestro desarrollo y evolución.

El Análisis Transaccional se utiliza principalmente en consultoría, desarrollo organizacional, cultura organizacional, trabajo en equipo, dirección de personas, comunicación, formación de dirigentes, potenciacion de las dotes de liderazgo, etc.

Las experiencias vividas en la niñez y con el entorno familiar influyen en nuestra personalidad y conducta. El recuerdo de episodios de nuestra vida puede producir pudor y vergüenza -”hice cosas que ahora no haría”-, provocar ira o tristeza -”aquellas experiencias me hicieron daño”-, o promover nostalgia y añoranza -”ah, esos años que ya no volverán”-. En ese ejercicio de memoria, se siente agradecimiento o rechazo, se evocan vivencias lejanas en el tiempo con gran detalle o, por el contrario, apenas se tienen recuerdos. En cualquier caso, todas las teorías sobre la psicología humana están de acuerdo en admitir que, de una u otra manera, el pasado influye en nuestra personalidad y en nuestra conducta.

Berne afirma que todos los seres humanos manifiestan tres estados del yo, definidos como “sistemas coherentes de pensamiento y sentimiento manifestados por los correspondientes patrones de conducta”. Asegura que no se trata de ideas más o menos útiles ni de neologismos interesantes y fáciles de comprender, sino que esos tres estados se refieren a fenómenos basados en realidades verdaderas.

Los tres estados del ‘yo’

El estado ‘Padre del yo‘. Derivado de los padres y madres que hemos tenido y de las personas mayores que han intervenido de manera directa en nuestra educación. Es un compendio de las actitudes y el comportamiento incorporados de procedencia externa. Sentimos, pensamos, actuamos y hablamos de una manera muy semejante a como lo hacían nuestros padres y madres cuando éramos niños, ya que ellos fueron modelos básicos en la formación de nuestra personalidad. Sus valores e ideas acerca de la vida, sus pautas de comportamiento, sus normas, reglas y leyes de convivencia, se van a ir grabando en el hijo o hija, e influyen de forma poderosa en la configuración futura de su personalidad. Y todo eso sucede sin que la persona sea consciente de ello, por lo que se terminan reproduciendo pautas aprendidas en la infancia sin darse casi cuenta. Desde el nacimiento se recibe la influencia de Padre y la misma dura hasta los 5 años aunque también puede recibirse la influencia de la televisión y hermanos mayores.. Se reciben reglas que se graban como verdaderas en la mente del Niño.

El estado ‘Niño del yo’. En él aparecen los impulsos naturales, las primeras experiencias que se nos grabaron en la infancia y cómo respondimos ante ellas. Esta fase empieza en el nacimiento hasta alcanzar la edad de los 5 años al igual que el Padre. Es la parte de nuestra persona que siente, piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacíamos siendo niños. Tiene un tipo de pensamiento mágico e irracional, las relaciones las concibe como algo eminentemente emocional. Cuando una persona es presa de sus sentimientos decimos que su Niño domina la escena. También hay datos positivos como la creatividad y la curiosidad innata en el Niño.

El estado ‘Adulto del yo’. En él percibimos la realidad presente de forma objetiva, de forma organizada, calculamos las circunstancias y consecuencias de nuestros actos con la base de la experiencia y los conocimientos. Es la dimensión interior del individuo, que se caracteriza por el análisis racional de las situaciones, la formulación sensata de juicios y la puesta en marcha del propio sentido de la responsabilidad. Este estado hace posible la supervivencia y, cuando está suficientemente desarrollado, debe analizar si en nuestra conducta hay exceso de influencias inconscientes e irracionales de nuestro padre o de nuestro niño.

Una de las funciones más importantes del Adulto consiste en examinar los datos del padre, averiguar si son o no ciertos y si conservan actualmente su validez, y aceptarlos o rechazarlos. Por otro lado también debe someter a examen al Niño para comprobar si sus sentimientos son o no adecuados al presente o si son arcaicos y son una reacción ante los datos de un Padre arcaico. El objetivo no consiste en prescindir del Padre o del Niño, sino en ser libre para examinar esos conjuntos de datos. Así el pequeño que descubra que la mayoría de los datos del padre son dignos de confianza, se sentirá más seguro y a través de su propio Adulto, llegará a experimentar un sentimiento de integridad. Hay que tener en cuenta que aunque se verifiquen los datos del Padre, no se borran las grabaciones “malas” del niño, producidas por la imposición original de esos datos. Sin embargo el Adulto puede decidir no reproducirlas.

El Adulto se ocupa en transformar los estímulos en elementos de información y de ordenar y archivar esta información basándose en la experiencia adquirida. A través del Adulto el Niño puede empezar a distinguir entre la vida tal y como fue mostrada y enseñada ( Padre) , y la vida tal y como la sentía, imaginaba o deseaba ( el Niño) y la vida tal como la ve por si mismo ( el Adulto )

En resumen :

el Padre o Pariente P considera el dominio de lo aprendido

el Adulto A trata del dominio de lo pensado

el Niño N abarca el dominio de lo sentido

A modo de conclusión habría que destacar que a menudo y más en situaciones de tensión, las fronteras entre Padre, Adulto y Niño son frágiles, a veces borrosas. El Adulto muchas veces se ve menoscabado hasta el extremo de que las emociones dirijan su vida o su Niño herido y se produzcan respuestas irracionales o no adultas, diríamos entonces que su Niño domina la escena. Los problemas llegan cuando no somos capaces de mantener diferenciados estos tres estados en nuestras transacciones diarias a lo largo de la vida.

Como todos hemos sido niños, hemos tenido mayores que nos han influido y somos capaces de tener sentido de lo real, se puede decir que en nuestro interior dialogan los tres estados: padre, niño y adulto. Son procesos internos de la mente que están siempre activos. Sin embargo, a veces no somos conscientes de ello, incluso muchas personas nunca lo son.

No suele resultar complicado conocer, a través de su conducta y del tipo de respuestas que produce en cada situación, en qué estado del yo se encuentra cada sujeto. Si nos observamos con detenimiento, caeremos en la cuenta de que cuando tenemos personas que dependen de nosotros (hijos, educandos) actuamos con ellas de una forma muy parecida a como lo hicieron nuestros padres con nosotros. O que cuando nos divertimos, nos mostramos emocionados o nos presentamos débiles y vulnerables con quienes nos pueden acoger de manera afectiva, lo estamos haciendo de una forma muy similar a cuando éramos niños. De la misma manera, cualquier persona, salvo casos de grave deterioro, es capaz de discernir la realidad con cierta claridad y dar respuestas sensatas y razonables.

En A.T. la unidad de comunicación se llama una TRANSACION que es la unidad de intercomunicación bilateral entre dos estados del yo

Conocida esta realidad, uno mismo puede analizar cuándo se conduce como padre,

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