El Gerente Social
Saamllan11 de Enero de 2013
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El gerente social
desde la educación popular
Jesús Orbegozo
Me han encomendado tematizar lo que entiendo por “perfil del gerente social”. En esta tarea me encuentro desarmado de las herramientas conceptuales que me pueden ayudar a clasificar y a presentar ordenadamente la experiencia vivida en la gerencia de una institución de educación popular. Mis estudios profesionales me han preparado en áreas del conocimiento como la física, la filosofía o la teología, un tanto alejadas todas ellas del tema de la administración o gerencia. Por tanto, con honestidad tengo que confesar que me encuentro un tanto perplejo ante la tarea entre manos. Y , por tanto, aunque suene incoherente para lo que se espera de un gerente, he tratado de demorar, todo el tiempo que mi conciencia me lo ha permitido, la elaboración de estas reflexiones.
Para responder a este compromiso, voy a tratar de ordenar la reflexión tomando como referencia algunas líneas que puedan servir de ejes integradores de mi propia experiencia y de lo que he podido observar a mi alrededor.
GERENTE SOCIAL O LÍDER SOCIAL
No todo gerente es líder y no todo líder tiene en sí las competencias gerenciales. Aunque es poco frecuente que se dé una tipología pura, voy a tratar de describir lo que concibo por líder y gerente social.
• El líder social está más orientado a manejar horizontes y grandes metas y es capaz de crear la motivación necesaria, estableciendo sintonía directa con personas, grupos y organizaciones, para ponerlos en movimiento hacia las mismas.
• El gerente social, por el contrario, está más orientado a la selección y apropiación de los medios que pueden hacer factible los horizontes y metas.
Un líder social sin algún grado de capacidad y visión gerencial encontrará serias dificultades, en el corto o mediano plazo, para llevar adelante su tarea o deberá depender fuertemente para ello del equipo que lo acompaña. A su vez, un gerente social que no ejerza de alguna manera sensible su liderazgo, con cuotas importantes de capacidad de motivar a su organización, encontrará muy cuesta arriba la realización de su gestión.
Por tanto, liderazgo y gerencia actúan como dos polos dinámicos que modelan a los líderes y gerentes sociales. Ahora bien, el gerente social se mueve entre fines y medios; entre el para qué –y también el por qué- , y los cómos. Y es por demás evidente que los gerentes sociales de carne y hueso que han sobrevivido algún tiempo en su oficio gozan de algún grado de liderazgo, dentro o fuera de su organización.
GERENTE EN LA EDUCACIÓN POPULAR
Avancemos un paso más. Si el ámbito en que se desarrolla el gerente social es el de la educación popular, ésta modula decisivamente el modo de caracterizarlo. De forma concisa, puedo decir que la educación popular es una práctica educativa estrechamente ligada a los sectores populares, en una perspectiva de cambio social.
En este sentido, la educación popular apunta hacia una práctica pedagógica y política, en orden a capacitar, fortalecer y dar autonomía a los sectores populares para que gesten sus propios procesos de transformación social. Las implicaciones para el gerente social son decisivas, pues deberá manejarse desde la perspectiva de una pedagogía participativa, en donde lo que importa es que los otros crezcan y se realicen como sujetos personales y sociales; y en la perspectiva de una práctica política en donde el diálogo, la negociación y la búsqueda de consenso en fines y medios marcan la pauta de su quehacer, al interno de la organización y con los grupos y comunidades con los que se interactúa. A lo largo de estas reflexiones, iré desarrollando la experiencia de en qué consiste el perfil del gerente social desde la perspectiva de su inserción en programas de educación popular, tomando en consideración sus elementos principales.
ENRAIZADO EN LA MISIÓN
El gerente social encarna en su persona y proyecta la imagen de la misión de la organización. Esto implica una comprensión profunda de lo que son las líneas de la misión y sus implicaciones en los distintos aspectos de la realidad y funcionamiento de la organización. Su credibilidad, entonces, dependerá de la intensidad en la que en su vida profesional y personal se transparente su identificación y compromiso con la misión. Esto es sobremanera importante en el caso de organizaciones y movimientos de educación popular, donde el compromiso personal de los integrantes sobrepasa el nivel legal laboral. Así, también, el grado de aceptación social externa de las mismas dependerá del grado de credibilidad que tengan los responsables de estas organizaciones. El gerente social, junto con personas que representen significativamente a la organización, se constituye así en la imagen viva de lo que es la organización.
El gerente social se mueve en un medio complejo y lleno de incertidumbres. Los procedimientos técnicos a mano, como una sensata planificación, ayudan a crear cierto orden mental y de acción. Sabemos, también, la naturaleza humana aspira a rutinizar al máximo las actividades y decisiones, en orden a minimizar las energías dedicadas a las mismas y así reservar las limitadas energías para los actos más humanos del ejercicio de nuestra libertad, en el que se requiere la toma de nuevas decisiones. Otro tanto aspiramos para las organizaciones. Pero la realidad se encarga constantemente de recordarnos que para encargarnos de ella, el orden planificado y las rutinas que le imponemos son insuficientes e inadecuados. La realidad compleja reclama su verdad.
En un entorno social de diversas y graves necesidades, el gerente social se encuentra ante serias y muy diversas demandas que invitan a comprometer a su organización en la solución de las mismas. Estos son los momentos en que el gerente social debe recurrir a lo básico, a las intuiciones y raíces que han dado origen a la organización. El sentido de la misión le suministrará criterios sólidos e ineludibles para una adecuada toma de decisiones. Y funcionará con coherencia, en tanto en cuanto tenga el sentido de la misión asumida e internalizada.
GERENTE DE LO HUMANO
Ante todo, el gerente social es un experto en humanidad. Ante todo, para ser experto en humanidad, el gerente social debe tener un corazón amplio y generoso. Su relación con personas y con situaciones humanas copa buena parte de su pensar y hacer. Aunque no necesariamente tenga que detentar diplomas en psicología, sí tiene que manejar un buen caudal de recursos e intuiciones que le permitan acercarse y relacionarse con una variedad amplia de caracteres humanos.
En su haber tiene que tener una disposición y capacidad de escucha. Es evidente esta actitud de escucha en temas específicos de su gestión. No todo se sabe y se conoce. Por el contrario, al paso del tiempo, uno se convence de que se tiene necesidad de ampliar las perspectivas y contenidos en temas supuestamente sabidos. Prestar atención, concentrándose en atender y entender los mensajes que vienen de los colaboradores y de los miembros del equipo, supone una buena dosis de humildad y de reconocimiento de las limitaciones personales. Esta actitud de escucha se debe extender a tratar de captar los mensajes que vienen del exterior, sean estas personas, organizaciones o situaciones específicas y de contextos sociales. El gerente social debe de ser capaz de leer lo que la realidad le está apuntando.
No pocas veces se demanda del gerente social una capacidad de escucha para atender dimensiones personales, tanto de los que componen la organización como de personas externas a la misma. No sé si los manuales de gerencia consideren este caso, pero la experiencia indica que son momentos privilegiados para ejercer la gratuidad presente, en alguna manera, en toda relación humana y de abrir oportunidades de superación de barreras y de posibilidades para un mayor compromiso.
Solamente si existe una actitud de escucha, se podrá dialogar. La experiencia muestra que muchos de los supuestos diálogos no han sido sino monólogos disfrazados. El diálogo nace de la valoración hacia el otro, del reconocimiento de que el otro es sujeto de valores, digno de ser respetado y escuchado, portador de su verdad que puede llegar a ser, también, mi verdad. Todo diálogo supone desarrollar la capacidad de saber esperar, no necesariamente para imponer los propios puntos de vista, sino más bien para que caigan los propios prejuicios que impiden captar y procesar las propuestas del otro. En este sentido hay que desarrollar un alta capacidad de paciencia, normalmente dirigida a uno mismo. Parte de la sabiduría consiste en saberse tener paciencia.
El gerente social, además de saber escuchar y dialogar, debe de ser capaz de confrontar. La confrontación tiene que ver con que todos carguemos con la realidad y con nuestro compromiso. Confrontarse a sí mismo, ante todo, y a cada uno de los colaboradores con la misión, con los procesos y con los resultados. Confrontar supone temple personal y mantenerse lejos de posiciones autoritarias destempladas. La confrontación se convierte en un momento pedagógico importante para el crecimiento y desarrollo personal.
Otra cuestión es la relación de los distintos ritmos de las diversas instancias de la organización y los peligros del democratismo. El gerente social fundamentalmente se presenta como el que empuja o “tensa” la cuerda para que los equipos o instancias den más de
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