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Evaluacion

golita25 de Marzo de 2014

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1. Concepto de evaluación.

El término evaluación es uno de los más utilizados por los profesionales de la educación. En buena parte de las ocasiones dicho uso está asociado a los exámenes y las calificaciones, es decir, a la valoración de los productos del aprendizaje. Esta utilización tiene que ver con la concepción de la evaluación que tiene la mayoría de la población. El propio Diccionario de la Real Academia Española da dos definiciones de la voz evaluación: “1. Señalar el valor de una cosa. 2. Estimar, apreciar, calcular el valor de una cosa”.

La concepción estática de la evaluación que se encierra en estas definiciones, en las que se resalta el hecho de valorar resultados responde a una concepción de la educación también estática y centrada en los productos y no en los procesos. Puede decirse que según se ha ido entendiendo la educación como un proceso en el que intervienen distintos agentes y circunstancias que influyen en sus resultados, se ha ido modificando también la idea de evaluación. Esta modificación sitúa a ésta en el interior de un proceso (de enseñanza-aprendizaje), no al final del mismo como elemento de verificación de sus resultados.

Así el (Joint Comité, 1988), entiende la evaluación como un “enjuiciamiento sistemático sobre el valor o mérito de un objeto, para tomar decisiones de mejora”. Tres cuestiones pueden resaltarse en esta definición. La primera es que la idea de enjuiciamiento sistemático nos lleva a una concepción procesual de la propia evaluación. La segunda es la que otorga verdadera potencia a la concepción educativa de la evaluación, definida aquí en su objetivo último, cual es la toma de decisiones de mejora. La tercera que el enjuiciamiento no se refiere exclusivamente al producto (valor) sino que se extiende al mérito, es decir a los condicionantes de diversa índole que han intervenido en el proceso.

Otra definición del concepto de evaluación que, además de incidir en su carácter procesual, de mejora de la situación actual y de toma en consideración de todos los elementos intervinientes en el proceso, subraya su carácter técnico es la de (Pérez Juste, 1995):

“Proceso sistemático, diseñado intencional y técnicamente, de recogida de información, que ha de ser valorada mediante la aplicación de criterios y referencias como base para la posterior toma de decisiones de mejora, tanto del personal como del propio programa”.

1.1 Principios básicos de la evaluación.

Las definiciones anteriores parten de una serie de principios básicos, según los cuales la evaluación:

• Es un proceso, cuyas fases son las siguientes: planificación, obtención de la información, formulación dejuicios de valor y toma de decisiones.

• Debe estar integrada en el currículo.

• Debe ser continua. Si la evaluación educativa no fuera continua no sería posible tomar decisiones de mejora en el momento adecuado.

• Debe ser criterial, es decir debe referirse a criterios establecidos previamente, para lo cual es imprescindible que los objetivos educativos estén claramente definidos.

• Deber ser flexible, vinculándose tanto a los referentes y criterios de evaluación como a las circunstancias propias de cada proceso de enseñanza-aprendizaje.

• Debe ser sistemática, por lo que deberá atenerse a normas y procedimientos minuciosamente planificados y desarrollados.

• Debe ser recurrente, reincidiendo en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje para tratar de perfeccionarlo.

• Debe ser decisoria, en cuanto que la obtención y el tratamiento de la información se ha hecho con este fin.

• Debe ser formativa, ya que el objetivo principal de la evaluación educativa es mejorar tanto el proceso de enseñanza-aprendizaje como sus resultados.

• Debe ser cooperativa, en cuanto afecta a un conjunto de personas (alumnos y profesores) cuya participación activa en las distintas fases del proceso mejoraría el desarrollo de éste y sus resultados.

• Debe ser técnica, pues los instrumentos y sistemas que se utilicen deben obedecer a criterios debidamente contrastados.

• Tipos y momentos de evaluación.

• El proceso evaluador es único. No obstante existen diferentes fases o momentos que se desarrollan a lo largo del mismo. Estas fases o momentos abordan la evaluación desde diferentes perspectivas y con objetivos específicos. Podría decirse que a cada uno de estos momentos corresponde un tipo de evaluación. Como es sabido existen tres tipos de evaluación: inicial, formativa y sumativa.

a evaluación inicial tiene por objeto el conocimiento del marco general en el que va a tener lugar la acción docente. Esto significa tener en cuenta no sólo el punto de partida de los alumnos, sino el punto de partida (es decir las posibilidades y las potencialidades) de la institución docente. En el caso de la educación a distancia, la evaluación inicial debería tener en cuenta específicamente (además de los aspectos generales relacionados con la naturaleza del currículo) la atención tutorial, los sistemas de comunicación y los recursos tecnológicos y didácticos disponibles. El objetivo de este tipo de evaluación podría resumirse sencillamente de la siguiente forma: conseguir saber lo que tenemos para actuar en consecuencia.

En relación con la evaluación inicial de los alumnos podríamos preguntarnos en primer lugar: ¿qué evaluar?. Las respuestas a esta pregunta en el ámbito de la educación a distancia de personas adultas serían las siguientes:

ASPECTOS A EVALUAR

Materia de estudio Tecnologías y sistemas de comunicación

• El conocimiento previo específico

• Las características y circunstancias personales

• Las aptitudes

• La actitud • El conocimiento previo específico

• Las características y circunstancias personales

• Las aptitudes

• La actitud

Es posible (y hasta probable) que los adultos puedan tener determinados conocimientos previos específicos, obtenidos en procesos educativos no formales e informales, sobre determinadas cuestiones que vayan a ser objeto de estudio. Descubrir esto puede proporcionar un excelente punto de partida para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por otra parte, las características y las circunstancias personales de los adultos que estudian a distancia suelen tener una importancia decisiva en lo que se refiere a las probabilidades de éxito-fracaso, que en muchas ocasiones están estrechamente interrelacionadas con las probabilidades de continuidad-abandono. Características como la edad y el sexo, y circunstancias como el estado civil, la ocupación, los horarios y las disponibilidades de todo tipo, deben ser conocidas claramente desde el principio.

También es relevante el conocimiento de las aptitudes (habilidades intelectuales) y la actitud hacia el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo que proporciona información sobre las motivaciones con las que los abordan.

Todas estas cuestiones a evaluar respecto de la materia de estudio deben ser extendidas al manejo de las tecnologías informativas y sistemas de comunicación que serán habitualmente utilizadas en la educación a distancia. Muchas de las disfunciones y dificultades para la construcción de aprendizajes en los procesos de educación a distancia pueden ser achacables a una escasa destreza en la utilización de este tipo de medios tecnológicos digitales.

Pese a la creciente simplicidad en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, muchas personas –incluso con elevados niveles de instrucción- encuentran problemas para manejarse adecuadamente con ellas. Esta es una cuestión capital para la evaluación inicial en educación a distancia, que debe discernir sobre el grado de competencia del participante en el manejo de las herramientas de comunicación y sobre la influencia de este nivel de competencia sobre el aprendizaje de la materia.

La segunda pregunta que cabría hacerse en relación con la evaluación inicial de los alumnos es: ¿cuándo evaluar? Las respuestas a esta pregunta en el ámbito de la educación a distancia de personas adultas serían las siguientes:

• - En el momento de la incorporación

• - Al comienzo de cada nueva fase de aprendizaje

La evaluación inicial debe realizarse con anterioridad al comienzo del proceso de enseñanza-aprendizaje. En el caso de las personas adultas que quieren estudiar a distancia, la evaluación inicial debe comenzar en el momento de la incorporación, es decir en el mismo momento en que la persona entra en contacto con la institución para solicitar información sobre los cursos. Sería muy necesario que en esos momentos previos se encontraran dos procesos de evaluación de orígenes muy divergentes: el de la persona adulta que después plantearse la posibilidad de estudiar, recaba información para decidir, y el del profesorado de la institución que la recibe, que trata de obtener información relevante sobre diferentes aspectos de la persona, con objeto de facilitarle los elementos de juicios suficientes para una toma de decisiones ajustada.

Pero la evaluación inicial no debe limitarse exclusivamente a estos momentos previos a la incorporación al proceso de enseñanza-aprendizaje. Al comienzo de cada nueva fase de aprendizaje debería llevarse a cabo una nueva evaluación inicial. En la educación a distancia esto resulta más dificultoso. No obstante, pueden utilizarse las tutorías colectivas dedicadas a la planificación de cada unidad didáctica para llevar a cabo una comprobación de los prerrequisitos necesarios

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