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FRANCIA: Política Económica, perspectivas, objetivos ( 1998-2010)


Enviado por   •  9 de Mayo de 2014  •  Exámen  •  2.748 Palabras (11 Páginas)  •  222 Visitas

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FRANCIA: Política Económica, perspectivas, objetivos ( 1998-2010)

Índice

1. Principales objetivos de Política económica: pág. 3-4

2. Perspectivas a corto plazo de las principales variables macroeconómicas: pág. 5-8

3. Medidas de política económica: pág.9

4. Valoraciones personales: pág. 10

Introducción y situación actual de los principales objetivos de Política Económica

Francia no sólo aguanta mejor la presión de la crisis, sino que comienza a levantarse más rápido que los demás. O menos lentamente, para ser estrictos.

La estructura económica francesa se adecua mejor a tiempos convulsos que otras, más volubles, más gráciles, pero también más frágiles. Francia es sólida, fuerte, sin acelerar nunca mucho, pero tampoco sin retroceder nunca demasiado.

"Cuando llegó la crisis mundial, la economía francesa no presentaba ningún punto esencialmente débil", explica Hervé Boulhol, economista de la OCDE. "La economía francesa es menos cíclica que otras, un tanto aislada de los booms, y presenta unos potentes estabilizadores automáticos que absorben buena parte del daño de la crisis", añade Olivier Garnier, jefe de economistas del grupo Société Générale.

Uno de los pilares que la sostienen es el mantenimiento del consumo. En los últimos años aumentó debido a tres factores:

El primero, el colchón social del gran Estado francés, los denominados estabilizadores automáticos, que permitieron en tiempos de crisis que las familias siguieran moviendo la rueda de la economía y no dejaran nunca de consumir.

El segundo es el tradicional sentido ahorrativo de los franceses. Hay que tener en cuenta también que, aunque ahorran bastante, no lo hacen mucho más durante la crisis: siguen manteniendo su nivel de consumo.

Tampoco hubo hundimiento inmobiliario. Las familias francesas son también de las menos endeudadas de Europa. Los bancos galos, a la hora de conceder un préstamo inmobiliario, exigen durísimas condiciones, ahora y antes de la crisis: el cliente debe contar previamente, al menos, con el 20% del precio de la vivienda y la cuota mensual no puede superar jamás un tercio de sus ingresos. No hubo en Francia ningún boom inmobiliario ni burbuja peligrosa flotando por encima de la economía. Además, los préstamos se hacen casi siempre a un interés fijo. Si el Euríbor sube o baja no importa demasiado al ciudadano: ni siquiera es noticia en los informativos.

Pero el aguante del consumo francés no se explica sólo por la naturaleza de su economía, y éste es el tercer factor. Ya en diciembre de 2008, el presidente Nicolas Sarkozy anunció un plan de reactivación económica de 26.000 millones de euros. Además de ciertas inversiones estatales en carreteras, viviendas sociales y líneas de alta velocidad, entre otros, el proyecto preveía una subvención de 1.000 euros para todo aquel que a partir de 2009 cambiara de coche. Así, la matriculación de automóviles el año pasado subió un 32%. Es decir: la venta de ropa y los electrodomésticos, por poner dos sectores que no retrocedieron se sostuvieron por sí solos. La venta de coches necesitó ayuda. Y los especialistas temen que, conforme este estímulo se vaya retirando, se dejen de comprar y el consumo se estanque.

Sin embargo la recuperación francesa es tímida, pequeña e incipiente y la economía francesa todavía anda convaleciente de la repercusión de la crisis

Sólo en 2009 se perdieron 412.000 empleos, un récord histórico, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos (INSEE), que superó al del año negro de 1993. El sector industrial, con 196.100 parados más, fue el más castigado, por delante de la construcción (53.100) y los servicios (19.500).

No sólo el paro acosa a la economía francesa. Tan desestabilizante como el desempleo es la deuda pública y el déficit, enfermedades crónicas en Francia. Es el reverso de la moneda de un Estado omnipresente, capaz de absorber los zarpazos del vendaval gracias a sus estabilizadores automáticos y a su colchón social, pero a costa de endeudarse mucho. En 1988, la deuda francesa equivalía al 33% del PIB. En 2008 llegaba al 65%. En 2011 trepa hasta el 87%.

Recientemente, el Gobierno ha señalado que seguramente se retrasará la edad de jubilación hasta los 62 años.

El Gobierno anunció 23 medidas, entre las que se incluyen la mayor participación del Estado en empresas y las ayudas estatales para evitar deslocalizaciones. Todo, para evitar la progresiva y galopante destrucción del tejido industrial del país. En 2000, el sector engrosaba el 17,7% del PIB, ocho puntos menos que Alemania; ahora sólo alcanza el 13,8%, 12 puntos por debajo del competidor alemán.

Los desafíos son claros: evitar que la industria se deshaga, comenzar a enjugar la deuda y el déficit y recortar el paro.

Perspectivas a corto plazo de las principales variables económicas

En el caso de Francia hay que remontarse muy lejos en el tiempo para encontrar un caso de crecimiento negativo, hasta el cuarto trimestre de 2002. Seis años después, la sombra de la recesión (periodo en el que se disminuye la actividad económica de un país o región, medida a través de la bajada del Producto interior bruto real, durante un período prolongado de tiempo, al menos dos semestres consecutivos) vuelve a planear sobre el país vecino.

El PIB es el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un período determinado.

El IPC es un Índice en el que se cotejan los precios de un conjunto de productos (conocido como "canasta familiar" o "cesta") determinado sobre la base de la encuesta continua presupuestos familiares (también llamada Encuesta de gastos de los hogares), que una cantidad de consumidores adquiere de manera regular, y la variación con respecto del precio de cada uno, respecto de una muestra anterior. Todo IPC debe ser:

* representativo, que cubra la mayor población posible.

* comparable, tanto temporalmente como espacialmente, o sea con otros IPC de otros países o períodos en un mismo país.

El año 2001 es el periodo base del nuevo sistema en vigor en la Unión Europea: esto implica que todos los índices que se van calculando posteriormente

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