Falsificacion De Documentos
crisvelg4 de Abril de 2013
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“Varios se me acercaron para ofrecérmelos, al final se los compré a un hombre que me llevó a un local comercial, donde tenían un improvisado estudio fotográfico, me tomaron las fotos y después me dijeron que regresara a traerlos en dos horas”, relata Ingrid que vive desde hace dos años en la ciudad de Reseda, California, Estados Unidos.
“Tuve que hacerlo porque no encontraba trabajo. En todos los lugares me pedían papeles ya fueran buenos o ‘chuecos’. Tenía que pagar los siete mil dólares que gasté para que los coyotes me trajeran acá, y enviarle dinero a mis tres hijos”, detalla la indocumentada de 22 años.
El relato de la salvadoreña Ingrid revela que tener números de seguro social y de residente permanente, sin importar que sean falsos, son un requisito para los cientos de inmigrantes que quieren trabajar en Estados Unidos.
Ella los compró en el MacArthur Park de Los Angeles, California, identificado por cientos de inmigrantes como el lugar donde pueden obtener los ansiados “papeles”.
En las calles aledañas a este parque es común que hombres y mujeres con rasgos hispanoamericanos digan sin ningún temor: “Quiere la mica, la green card o el seguro social”.
A unos cuántos kilómetros de allí, en una calle de la ciudad de Van Nuys, la situación se repite. Como paradoja, los falsificadores ofrecen sus servicios a unos tres metros del edificio donde el gobierno estadounidense otorga el seguro social a los residentes legales y ciudadanos.
Se percibe como amenaza a la seguridad
Algunos sectores de la sociedad estadounidense consideran que el uso de documentación falsa representa una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, porque no se tiene una identificación certera de al menos 11.1 millones de indocumentados.
En diversas ocasiones han señalado que en esta población pueden estar ocultos terroristas y delincuentes. Quienes se podrían mover con una identidad falsa, en total libertad, en territorio estadounidense.
Aunque es lamentable este punto de vista, el temor no es del todo infundado. Los pandilleros de El Salvador huyen a Estados Unidos, donde han ingresado varias veces y vivido por años de forma clandestina.
Sólo luego de las capturas, es que las autoridades conocieron la verdadera identidad de esos “indocumentados” y la lista de hechos delictivos que tenían en El Salvador.
Un ejemplo es Elmer F. Hernández Ayala, de 29 años, miembro de la pandilla 18, arrestado en 2009 en Los Angeles, California. Ayala volvió a reingresar de forma ilegal a Estados Unidos luego de ser deportado en marzo de 2004.
Otro caso similar es el de J. C. Alegría Henríquez, quien vivió durante 11 años en el condado angelino hasta que fue expulsado de Estados Unidos. Las autoridades lo deportaron en cuatro ocasiones por ingresar al país ilegalmente.
Después de sus capturas, ambos pandilleros fueron condenados por las leyes salvadoreñas y guardan prisión en centros penitenciarios de El Salvador.
Pero ese temor no debería ser exacerbado. Para Jorge Mario Cabrera, director de relaciones públicas de CHIRLA (Coalición de Los Ángeles para los Derechos de los Inmigrantes), la mayoría de los indocumentados han obtenido documentos falsos con el único objetivo de trabajar para poder subsistir.
“En muy rara ocasión, un inmigrante no autorizado utiliza documentos falsos para hacer daño a Estados Unidos o a la persona a quien pertenecen esos documentos”, agrega el activista.
“No cabe duda que una reforma migratoria sería la única solución factible para darle fin a la compra y venta de documentos falsos. La comunidad inmigrante no quiere estar incurriendo en actividades negativas al menos que sea absolutamente necesario”,
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