Hambruna, Inanición Y Refugiados
aliglvcts7 de Noviembre de 2012
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Se considera hambruna a la carencia grave de alimentos, que casi siempre afecta un área geográfica grande o un grupo significativo de personas. La consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición de la población afectada, precedida por una grave desnutrición o malnutrición. La inanición es una condición patológica en la que la falta de consumo de alimentos amenaza o causa la muerte. Los refugiados son personas que han sido desalojadas de sus propios hogares, cruzando las fronteras hacia otros países; las personas desplazadas son aquéllas que han sido desalojadas de sus casas, pero que todavía permanecen dentro de las fronteras de su propio país. Estas tres condiciones se describen en el presente capítulo debido a que son situaciones íntimamente relacionadas.
Existe bastante literatura, histórica y reciente, sobre hambrunas, sus causas, cómo se ha manejado y cuáles han sido sus consecuencias. En muchas publicaciones la inanición se describe como malnutrición, pero este tema no ha sido muy bien estudiado. Muchos libros describen en detalle los problemas de algunos refugiados o dan una imagen completa sobre una situación de refugiados en particular. Sin embargo, existe una infinidad de páginas que informan sobre los refugiados. Numerosos informes han sido suministrados o producidos por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (OACNUR) o por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), dos organizaciones muy involucradas en la ayuda para los refugiados. Otras publicaciones, algunas de ellas muy conmovedoras, han sido producidas por numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan con refugiados.
Esta publicación describe únicamente los aspectos importantes de la hambruna y los refugiados. A los lectores que deseen mayor información se les aconseja consultar otras publicaciones, algunas de las cuales están incluidas en la Bibliografía.
INANICIÓN
Los seres humanos pueden morir por frío extremo después de seis a 12 horas de exposición o por sed después de unos cuantos días sin consumir agua o líquidos; pero de hambre solamente después de algunas semanas si estaban en buen estado de salud cuando se los privó de alimentos por primera vez.
Un hombre sano que pesa 70 kg tiene aproximadamente 15 kg de tejido adiposo o de grasa. Esta grasa es principal reserva de energía que utiliza cuando tiene un equilibrio energético negativo, o cuando recibe una cantidad inadecuada de alimentos o cuando sufre de inanición. Los 15 kg de grasa teóricamente rendirán alrededor de 135 000 kcal. Esta no es exactamente la cantidad de energía que un hombre con inanición obtiene de su grasa; sin embargo, 15 kg de grasa suministran aproximadamente 1 350 kcal por día durante 100 días, o 2 700 kcal por día durante 50 días. Las personas con inanición también pueden quemar algo de proteína, principalmente de sus músculos.
El peso promedio de un varón asiático o africano podría ser de 55 kg en vez de 70 kg, y de una mujer podría ser de 45 kg, de tal manera que sus reservas de energía en grasa y músculo son considerablemente menores. También se debe suponer que muchos individuos, amenazados por la inanición como resultado de la hambruna o el desplazamiento, pueden ser personas pobres que no estaban bien nutridas antes de la crisis, eran relativamente delgadas y tenían únicamente modestos depósitos de grasa corporal. En estas situaciones, son los niños pequeños quienes suelen ser los más vulnerables, en parte debido a que ya pueden estar malnutridos, y en parte porque tienen mayores necesidades nutricionales que los adultos debido a que están en pleno crecimiento. Sin embargo, los niños son casi siempre protegidos por sus familias. Otro grupo vulnerable es el de las mujeres en edad fértil, que tienen mayor necesidad de nutrientes debido a los embarazos, la lactancia o la menstruación. Aunque los ancianos tienen menores necesidades energéticas que los jóvenes, también pueden ser especialmente vulnerables a la inanición, debido en parte a que no pueden competir bien por los alimentos o tienen menor acceso a ellos por motivos sociales.
Para la mayoría de la gente las imágenes clásicas de la inanición son los adultos extenuados y gravemente desnutridos, liberados de campos de concentración en Alemania al final de la segunda guerra mundial y más recientemente, los niños muriéndose de hambre en Bosnia, Rwanda o Somalia. Un estado casi idéntico a la inanición que resulta de la hambruna es el grave desgaste del cuerpo como resultado del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), tuberculosis, cáncer, anorexia nerviosa y algunas otras enfermedades. Este capítulo considera la inanición en grupos de individuos, causada por falta de disponibilidad de alimentos. En tales circunstancias el grado de desnutrición varía ampliamente, desde leve hasta fatal. Un adulto sano puede perder un cuarto o un poco más de su peso corporal, o puede perder peso hasta que el índice de masa corporal (IMC) (véase el Capítulo 23) llegue a 16. Si es mucho más lo que se pierde, la persona se enferma y su vida se pone en peligro.
Por ejemplo, un varón adulto africano que en promedio pesa 55 kg puede verse obligado a reducir su consumo energético drásticamente durante un año de hambruna. La falta de alimentos hace que queme sus reservas corporales. Pierde grasa, el tamaño de sus músculos disminuyen y adelgaza. Al mismo tiempo, tiene una inclinación natural para reducir su gasto de energía, es menos activo y descansa y duerme más. El gasto energético promedio de este varón africano inactivo es aproximadamente de 1 300 kcal por día. Si la situación alimentaria mejora, por ejemplo con la nueva cosecha, tiene capacidad de comer más alimentos y por lo tanto aumenta su consumo energético, su apetito también aumenta y vuelve a ganar peso sin que se haya producido algún daño a su organismo. Muchas personas han pasado 10 días o más sin ningún alimento sólido (pero bebiendo agua o líquidos). En estas condiciones la pérdida de peso ocurre sin daño permanente. Personas que han estado en huelga de hambre durante un período hasta de 30 días se han recuperado totalmente. Si una persona pierde la mayor parte de su grasa corporal y algo de músculo, y continúa con una dieta muy deficiente en energía, se presentarán signos y síntomas específicos de inanición.
Características clínicas de la inanición
En la inanición el individuo primero adelgaza, la piel se vuelve seca y cuelga floja, mientras que los músculos se desgastan. El cabello pierde su brillo, el pulso se hace más lento y se reduce la presión arterial. Las alteraciones hormonales causan amenorrea en las mujeres e impotencia en los varones y si la mujer está embarazada puede inclusive tener un aborto espontáneo.
El edema, algunas veces denominado edema de hambre, es una característica frecuente de la desnutrición grave. El paciente postrado en la cama se ve abotagado y la persona ambulatoria presenta hinchazón en los pies y las piernas. Generalmente sufre anemia y casi siempre tiene diarrea. La inanición puede comenzar tempranamente o ser un evento terminal.
Los niños de edad preescolar quedan a menudo gravemente afectados (Fotos 41 y 42). Desarrollan marasmo nutricional y algunas veces kwashiorkor, que se acompaña frecuentemente con diarrea persistente, la cual en el niño muy debilitado, puede ocasionar un prolapso del recto.
La persona con inanición generalmente tiene trastornos psicológicos y mentales, puede cambiar la personalidad y perder la capacidad de concentración, pero el individuo generalmente permanece racional.
En concomitancia con estos signos y síntomas, puede existir carencia de vitaminas y otros nutrientes. En África, las lesiones en la boca por carencia de riboflavina y las úlceras tropicales, son frecuentes en estos pacientes; en los prisioneros de guerra del oriente asiático, durante la segunda guerra mundial, el síndrome de pies quemados (intensa sensación de quemazón en las plantas) era una característica notoria, pero casi cualquier síntoma de enfermedad carencial se puede presentar, dependiendo en cada caso del tipo de dieta.
La inanición no tratada frecuentemente ocasiona diarrea persistente, colapso vascular o insuficiencia cardíaca y muerte. Sin embargo, la persona gravemente desnutrida desarrolla a menudo una infección y fallece a causa de neumonía, tuberculosis o alguna otra enfermedad infecciosa.
Tratamiento
La base del tratamiento es suministrar alimentos adecuados en una forma que puedan ser utilizados por la persona y tratar cualquier condición específica de manera apropiada. La realimentación se debe introducir en forma progresiva. En una región con hambruna, la persona que sufre desnutrición moderada pero con pocos signos de inanición, a menudo se recuperará simplemente comiendo cualquier alimento que esté disponible al final de la hambruna.
En los casos graves de inanición quizás sea necesario el tratamiento institucional. El paciente puede tener un apetito desmedido, pero el tracto digestivo alterado rara vez puede hacer frente a un gran consumo de alimentos ricos y variados. La leche, los alimentos blandos y vegetales poco digeribles en cantidad limitada, constituyen la base de un tratamiento exitoso. Para los niños pequeños el tratamiento es similar al descrito para el kwashiorkor y el marasmo nutricional (véase el Capítulo 12).
Hambruna
La hambruna se puede definir como una grave escasez de alimentos en un área geográfica grande o que afecta a un
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