Historia Hospital De Tudela
X02051929 de Agosto de 2011
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INDICE
OBJETIVOS...................................................................................................... 2
FUENTES........................................................................................................... 2
EL ORIGEN DEL HOSPITAL.......................................................................... 3
ADMINISTRACIÓN DE LOS TRES PRIMEROS SIGLOS........................... 6
ESTATUTOS:
- PERSONAS A LAS QUE HAY QUE ATENDER……………………......8
-DEL TRASLADO DE LOS ENFERMOS…………………………………10
- PERSONAL DE ASISTENCIA: Enfermeros y médicos………………….11
MANTENIEMEINTO Y FINANCIACION DEL HOSPITAL..........................18
EL HOSPITAL DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA..........19
OBJETIVOS:
1. Conocer el origen del Hospital de Nuestra Señora Gracia de Tudela.
2. Contextualización del origen del hospital.
3. Describir la evolución seguida por el Hospital desde su fundación hasta la actualidad.
4. Conocer y analizar su gestión referida a recursos humanos y materiales, viendo como evoluciona a lo largo del tiempo.
5. Especificar Funciones del personal sanitario, enfermeras médicos y cirujanos.
6. Descripción del edifico.
FUENTES:
Iconográficas.
Archivo Municipal.
Biblioteca Municipal.
Hospital de gracia.
EL ORIGEN DEL HOSPITAL.
En Tudela (Navarra) existieron desde tiempos antiguos los hospitales de San Nicolás, San Juan, San Lázaro y San Vicente, San Jorge, las denominaciones o nombres significan el gremio, cofradias, monasterio e iglesias de que dependían; también existió el Hospital de Santa María, que dependía de la Iglesia colegial del mismo nombre, iglesia madre y cabeza de las iglesias del territorio, cuyo prior en sus primeros albores y el Deán más tarde tenían jurisdicción ordinaria en todas ellas y nombraban a sus vicarios; el prior o el deán y su cabildo administraban el Hospital de Santa María, en el que se recibían a los enfermos de la ciudad y de todas partes, hombres y mujeres, ancianos y enfermos.(6)
Existen documentos en los que queda constancia de donaciones hechas al hospital por vecinos de Tudela, Cascante, Tarazona, e incluso por el rey Teobaldo II de Champaña en su testamento dictado en Cartago, en noviembre de 1270.
Entre las numerosísimas obras pías dejadas por el monarca navarro a distintos hospitales figura el de Tudela: “a los hospitales que son en Puente De la Reyna, è en Los Arcos, è en Viana, è en guardia, è en Olite, è en Tudela, cada diez sueldos”. (5)
En el siglo XVI Tudela era una ciudad de unos 1726 fuegos(de 6000 a 7000 habitantes), cruce de diversas culturas, presentaba una economía modesta a pesar de su considerable riqueza agrícola y una relativa actividad industrial. Era una ciudad relevante en el contexto de Navarra y se erigió como centro comercial, militar, político y administrativo de los pueblos de la merindad. Funcionó como cabeza militar defensora de toda la merindad, y de ella dependía la seguridad de un territorio enclavado entre Castilla y Aragón.
La sociedad de aquel momento estaba compuesta por tres comunidades diferentes con una convivencia pacífica:
Cristianos, que vivían en el centro, junto a la Catedral, entorno a los que gira el poder económico, político y religioso.
Judíos: “La monarquía Navarra fue siempre favorable a las comunidades judías, sin duda por el beneficio que obtenía de sus impuestos y préstamos. Los judíos de la península encontraron refugio y protección en el Reino de Navarra. Habitaban en los barrios estrechos de la ciudad, y constituían una burguesía urbana, se dedicaban a los negocios y a la medicina. Hasta la conquista de Navarra su convivencia fue pacífica, momento en que fueron castigados y tuvieron que huir o convertirse.
Moriscos, establecidos en extramuros de la ciudad, formando la clase baja y dedicándose a los oficios. En 1516 fueron expulsados definitivamente de la ciudad.
El principio del siglo no debió de ser especialmente bueno para la ciudad, por las pestes ocurridas en los años 1506, 1524, 1530 y por la guerra, que produjo uno de los enfrentamientos bélicos más largos de la historia, la guerra con Aragón y Castilla entre los años 1512 y 1521, tras la cuál Navarra queda anexionada al Reino de Castilla.
Los cambios que se produjeron tras la guerra en la ciudad fueron importantes:
1. Expulsión de los moriscos, con lo que quedaron más de 150 casa vacías.
2. Acoso a los judíos.
3. Impulso a Pamplona como plaza fuerte, para aplastar cualquier intento de independencia. Tudela fue desposeída de sus defensas militares.
4. Implantación de la inquisición.
5. Aumento de los impuestos.(4)
En este contexto histórico debió e vivir Don Miguel Eza y Veráiz, tudelano, Caballero de la orden de Alcántara, del cuál no se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, pero sí la de su defunción, 14 de febrero de 1549. Parece ser que falleció de una enfermedad aguda, tal vez de una congestión, pues precisó de la asistencia de un cirujano que hubo de practicarle una sangría dispuesta por su médico de cabecera Doctor Tornamira, quedándosele el brazo derecho medio inutilizado. Aun así, otorgó testamento el 13 de Febrero de 1549 estableciendo una fundación con destino al Hospital General de Santa María, a la que destinaba todos sus bienes.
Su testamento queda reflejado en las siguientes líneas: ”Considerando que entre las miserias humanas una de las más principales es la falta de salud corporal y como las pobres gentes por falta de hacienda dejan de curar de muchas enfermedades corporales… por hacer bien a esta ciudad de Tudela y a los pobres de ella, como patria propia, yo Fray Miguel de Eza, Caballero de la Orden de Alcántara he acordado dejar e instruir por universal heredero en todos mis bienes remanentes después de cumplidos las mandas y legados arriba especificados al Hospital General de Santa María, en esta ciudad de Tudela en este Reino de Navarra y así se les doy a el dicho hospital declarando por mi universal heredero en los dichos mis bienes remanentes con los pactos, vínculos, instrucciones y condiciones siguientes:
Que el patronato y gobierno del Hospital lo tengan el Alcalde y jurados y el Deán y Cabildo de la ciudad. Que como las cosas tratadas en comunidad tarde o con gran dificultad se resuelven por los distintos pareceres, nombren para administradores los jurados un ciudadano y otro el Cabildo de su seno. Que no pueda reelegir a una misma persona sin hacer interpolación de otra más de tres veces. Que a cada administrador se les dé de los bienes del hospital, diez ducados de oro viejo de salario. (Parece ser que solían dejarlos de limosna al establecimiento).
Que se hiciera un enterramiento de alabastro. Que en la Capilla y Casa se pongan sus escudos de armas. Que si para los edificios que mandaba hacer (eran cuatro cuartos) no había suficiente lugar en el Hospital existente, comprasen las casas y corrales más próximos a la parte de San Antón o alrededor del Hospital. Que los Administradores nombren un Capellán y un Hospitalero y si discordasen busquen por tercero al Prior del Convento del Rosario (hoy sustituido por el vicario Capitular) señalándoles el salario correspondiente. Que el capellán diga en la Capilla todas las misas todos los días, y en los que se dicen de misas mayores confiese y administre los sacramentos a los enfermos y personas del Hospital, y que lo mismo que el hospitalero, viva dentro del hospital. Que por los grandes daños que esta ciudad podría recibir por estar este Hospital (se refiere al primitivo o viejo) en medio de ella si de todas las enfermedades en el se acogiesen. Por ende ordeno y mando que en este hospital se reciban enfermos de todas las enfermedades, sacados los que fuesen enfermos de pestilencia, lepra y mal de San Lázaro, los cuales mando no se reciban por dicha razón. Que como la obra del hospital y su fundación han de redundar en bien de y utilidad de la ciudad, ordena y encarga al Alcalde y Jurados, que cuando recibieren médicos para la ciudad les obliguen á visitar los pobres del Hospital señalándoles la pensión que les pareciere conveniente. Que se haga habitación y vivienda donde se haga vivir un aphotecario, procurando traer dichos patronos “el mejor aphotecario que hallasen en toda la tierra”. Que el cabildo tenga por bien enterrar los difuntos del Hospital.
Que en la capilla se ponga su cuerpo y no otro.
Que se haga un arca de nogal recio con cuatro cerraduras.
Que las cuentas se den y reciban anualmente en el mes de Agosto de los Administradores por el Oficial del Deán y Prior de Dominicos (en 1850 sustituyó a este el ayuntamiento con asistencia de un regidor).
A su muerte, se inventariaron y vendieron sus bienes por los patronos. Se protocolizó su testamento en la escribanía de D. Pedro Agramont que lo había autorizado y se dio sepultura a su cadáver en la capilla de San Juan de la Colegial.
Los patronos creyeron conveniente para la ciudad, levantar un edificio nuevo extramuros de ella en vez de ampliar el existente como ordenaba el testador, y a ese fin el Duque de Maqueda cedió unos vagos
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