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LA HISTORIA DE LA ETICA DE LA INVESTIGACIÓN.

marthazpExamen20 de Marzo de 2013

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LA HISTORIA DE LA ETICA DE LA INVESTIGACIÓN. ABUSOS PASADOS Y PRESENTES

Es difícil señalar con exactitud el origen de un periodo histórico, un movimiento cultural o hasta una disciplina académica. La mayoría de veces los comienzos están demasiado lejos y acaban perdiéndose en el pasado. Incluso cuando todavía no han pasado muchos años desde el inicio de algo nuevo, los acontecimientos que le dieron origen pueden ser diversos, y distinguir un primer paso es siempre problemático.

La especulación empieza con el intento de definir el término bioética. De forma muy preliminar, podemos decir que la bioética consiste en el estudio sistemático de la conducta moral en las ciencias de la vida. Se puede mantener que la bioética es una disciplina nueva y verdaderamente emblemática de nuestra era. Ninguna otra disciplina o campo de estudio refleja con mayor fidelidad nuestra contemporaneidad. La medicina y las ciencias de la vida son en nuestra era lo que la religión con sus promesas de salvación fue en la edad media. Motivo de gran preocupación para la mayoría de nuestros contemporáneos, se les destina una enorme cantidad de recursos sociales. El campo de la bioética abarca los numerosos dilemas éticos generados por la investigación biocientífica y sus aplicaciones médicas. Es una disciplina paradigmática porque tales dilemas nos obligan a todos a enfrentarnos con los problemas esenciales de la vida y la muerte: ¿quiénes somos? ¿porqué estamos aquí?, ¿qué son la familia, la integridad, la identidad, el parentesco, la libertad, el amor o la comunidad?

Los problemas de que se ocupa la bioética son el centro de atención de nuestra literatura y nuestro sistema legal. Son el tema de noticias y comentarios editoriales. Iglesias y universidades luchan con ellos porque interesan tanto a jóvenes como a viejos. La gente quiere entender que es correcto hacer ante un recién nacido con graves malformaciones o un pariente viejo agonizante, ya que todo el mundo nace y muere, y casi todas las familias tienen algún problema relacionado con uno u otro extremo de la vida. Este extraordinariamente expansivo campo de estudio e investigación empezó a cultivarse en los países desarrollados nace relativamente poco tiempo, cuando las crecientes biociencias empezaron a plantear un gran número de nuevos problemas éticos. Pero esos mismos problemas existen ahora en todas partes.

Actualmente, los acontecimientos en las ciencias de la vida que dieron impulso a la bioética en los países desarrollados también se producen en los países en vías de desarrollo. En cualquiera de las principales ciudades del mundo pueden encontrarse centro médicos equipados con las más modernas y sofisticadas tecnologías. La personas se enfrentan en todas partes con los mismos problemas éticos relacionados con la experimentación en sujetos humanos. Hoy en día, los periodistas europeos, latinoamericanos o japoneses dan tanta importancia a los problemas éticos que plantea la medicina como sus colegas de Estados Unidos. Asimismo, los médicos de otros países son tan conscientes como los norteamericanos de la necesidad de entender los problemas éticos asociados con sus prácticas y de actualizar sus códigos profesionales. Ahora que el gobierno participa directamente en la regulación de la asistencia sanitaria, políticos nacionales y extranjeros tienen que enfrentarse con difíciles elecciones éticas y cuestiones de justicia. La bioética, que en tan sólo unas décadas se ha convertido en una preocupación de primer orden en todo el mundo, continuará reflejando el ethos de nuestra civilización biocientífica en lo que queda de este siglo y en el próximo.

Dado el lugar crítico que ocupa en las sociedades contemporáneas, el campo de la bioética ha experimentado un desarrollo meteórico en las últimas tres décadas. Primero se crearon centros, institutos, comisiones y consejos de bioética en Estados Unidos y Canadá. Poco después, las naciones europeas y la Comunidad Europea crearon sus propias iniciativas. Tras pasar una temporada en Estados Unidos, Canadá o Europa, estudiosos japoneses y de los países del sudeste asiático volvieron a sus países para dirigir en ellos la creación de institutos de bioética. Se han celebrado congresos de bioética en Europa del Este, donde ya se está trabajando para crear centros de bioética. Incluso en las recién independizadas repúblicas de la antigua Unión Soviética y en las naciones emergentes de la antigua. Yugoslavia ya se están organizando congresos de bioética y planificando la creación de institutos de bioética. Han empezado a realizarse intercambios internacionales, y el campo de la bioética ya ha empezado a cambiar como resultado de los esfuerzos hechos para establecer acuerdos internacionales. El estilo norteamericano de hacer bioética, originalmente dominante, también está cambiando debido a la influencia de las perspectivas europea, asiática y latinoamericana.

La bioética contemporánea: fase inicial

En sus primeras fases, la bioética se ocupaba de las cuestiones éticas generadas por la medicina. Al principio, el término bioética era casi sinónimo de ética de la investigación y ética clínica (e.g. los experimentos de los nazis y el caso de Karen Ann Quinlan). Posteriormente, el foco de atención se amplió para incluir otros aspectos de la medicina, y más tarde todas las biociencias. No obstante, la ética de la investigación y la ética clínica siguen ocupando un lugar central de este campo, ahora más grande. Aunque es muy difícil identificar con precisión el comienzo de la bioética, pueden distinguirse varios acontecimientos que desempeñaron un importante papel en su rápido ascenso.

A finales del siglo XIX y principios del nuestro, la medicina alemana proporcionó el modelo para la medicina moderna. La medicina alemana estaba estrechamente relacionada con la ciencia de laboratorio, de manera que la medicina clínica tenía que probar la efectividad de sus intervenciones mediante rigurosos experimentos que implicaban necesariamente la utilización de sujetos humanos. Los abusos cometidos en seres humanos en la investigación médica provocaron la primera crisis ética moderna y los primeros llamamientos en favor de una nueva ética médica. El Código de Nuremberg respondió con los que llegaría a convertirse en uno de los fundamentos de esta nueva ética: la exigencia obtener el consentimiento informado de los participantes.

El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial. Esto significa que la persona de que se trate debe tener capacidad legal para prestar su consentimiento; debe estar en condiciones de escoger libremente, sin la intervención de ningún elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción, abuso de poder o cualquier otra forma de obligación o coerción; y debe tener suficiente conocimiento y comprensión de los elementos del problema en cuestión como para poder tomar una decisión informada e inteligente. Este último elemento exige que antes de aceptar una decisión afirmativa del sujeto de experimentación, éste sea informado de la naturaleza, duración y propósito del experimento; el método y los medios que van a utilizarse para su realización; todos los inconvenientes y riesgos razonablemente previsibles; y los efectos sobre su salud o persona que pueden resultar de su participación en el experimento.(1)

La violación de los criterios éticos médicos tradicionales por la medicina nazi provocó una amplia indignación moral. Las personas que fueron utilizadas como sujetos de experimentación creían que sus médicos estaban haciendo algo beneficioso para ellos. Seres humanos vulnerables, débiles y necesitados fueron tratados de forma inhumana, y algunos de ellos incluso murieron. Estos acontecimientos crearon la necesidad de establecer nuevos criterios éticos, que se extendieron rápidamente desde la experimentación médica a la práctica clínica, donde los pacientes vulnerables también necesitan protección. La exigencia de proporcionalidad entre beneficios y riesgos, la revelación de estos últimos a los pacientes y la obtención del consentimiento voluntario pasaron a ser tan importantes en la práctica clínica como en la experimentación.

La noticia de que algunos médicos nazis se habían comportado de un modo groseramente inmoral durante la Segunda Guerra Mundial fue seguida en Estados Unidos por la revelación de una serie de violaciones morales similares (Escuela de Willow Brook, Hospital Judio de Nueva York y el Estudio sobre la sífilis de Tuskegee). En 1996, Henry K. Beecher, un médico de Harvard, publicó un artículo en The New England Journal of Medicine en el que exponía toda una serie de conductas no éticas comunes en la investigación médica. (2) El artículo de Beecher sobre el abuso de sujetos humanos por médicos norteamericanos fue ampliamente difundido y contribuyó substancialmente a avivar el interés público por revisar la ética medicina. Los fallos éticos asociados con la investigación impulsaron la creación de un nuevo campo de estudio que más tarde se llamaría bioética. La preocupación por la ética de la experimentación es hoy tan fuerte como lo fue en los comienzos de la medicina moderna, y esto es tan cierto en Estados Unidos como en cualquier otra parte del mundo.

El imperativo del progreso científico está presente en todos los lugares donde se practica la medicina contemporánea. Puesto que la autoridad de los médicos tiende a ser más grande en otros países que en Estados Unidos, en esos países existen las condiciones para que se produzcan fallos éticos similares. Sólo una bioética bien desarrollada y ampliamente difundida puede evitar que ocurran las tragedias éticas asociadas con la

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