La Batalla de Bachimba

La Batalla de Bachimba constituyó él epilogo de la infortunada sublevación dePascual Orozco contra el gobierno de Francisco I. Madero, tras concluir la primera etapa revolucionaria.

Seis mil Orozquistas con cuatro piezas de artillería se desplegaron formando una posición defensiva. Para el 3 de julio, las tropas del General Huerta llegarón frente al cañón de Bachimba. El comandante ordenó un reconocimiento, disponiendo más tarde los movimientos. Orozco se hizo fuerte en la entrada del cañón de Bachimba (40 kilómetros al norte de Chihuahua).

A las ocho de la mañana del día 4, el ejército federal inicio la marcha de aproximación sobre las posiciones del enemigo, integrando el flanco derecho con tropas de infantería y de artillería de montaña (ocho piezas de 70 mm.). El centro con artillería divisionaria (dieciséis piezas de 77 mm.) y dos batallones de apoyo, mientras que el lado izquierdo quedó compuesto por dos regimientos de caballería, dos batallones de infantería y una batería de ametralladoras. En reserva quedaron 650 infantes del 1er. Grupo de Voluntarios del D.F. y el 2o Cuerpo Auxiliar de San Luis Potosí.

Inicialmente intervino la artillería federal, que efectuó disparos de ablandamiento hasta silenciar a los cañones rebeldes, lo que permitió el ataque de la infantería y caballería sobre el enemigo. Orozco reaccionó ordenando un contraataque sobre el flanco derecho de Huerta, pero no tuvo éxito y sus tropas tuvieron que retroceder, entablándose un combate en campo abierto en el que los Orozquistas no pudieron impedir que los soldados federales se apoderaran de las principales elevaciones, y poco después un movimiento envolvente de la caballería por la retaguardia Orozquista decidió la batalla.

Para las seis de la tarde del mismo día, los Orozquistas habían sido derrotados completamente, escapando los sobrevivientes hacia Chihuahua en medio de un completo desorden. Como resultado del combate, la División del Norte del Ejército Federal tuvo 80 bajas, mientras los Orozquistas perdieron más de trescientos hombres entre muertos y heridos. Tras esta derrota, Pascual Orozco dejó de ser una amenaza para el gobierno maderista, limitándose a formar gavillas de maleantes en zonas rurales del norte del país.

En el libro “Se llevaron el cañón para Bachimba” habla de Alvarito Abasolo, un niño de trece años que es abandonado en su casa por su padre quien al inicio de la Revolución Mexicanase fue para no presenciar la guerra civil que se avecinaba.

Se quedó en compañía de Aniceto, un mozo que estuvo con su familia desde su infancia, siempre le contaba historias de brujas, le enseño a montar a caballo y juntos esperaban el momento en que los guerrilleros les quitaran los caballos.

Cuatro días después de que el padre de Abasolo se marchara, aparecieron los hombres comandados por el general Marcos Ruiz y de manera violenta se instalaron en ella.

Abasolo después de cruzar palabras con Marcos les dijo que se instalaran en toda la casa excepto en la recamara de su difunta madre que había muerto diez años atrás.Entre pláticas estuvo platicando de él y de su familia, dijo que su padre era profesor de leyes y que aborrecía a los que abusaban, sean militares del gobierno o revolucionarios, no era partidario del gobierno pero tampoco rebelde. Marcos le dijo que él también era maestro en Ciudad Guerrero.

Marcos le llamaba Alvarito y en su estancia en la casa lo tenía leyendo las noticias de los periódicos y escribiendo mensajes, ese fue su inicio en la brigada. Todos los hombres lo trataban bien pero Marcos Ruiz siempre fue frio, empeñado en demostrarle que él era el jefe.

Cierto día llegó un cajón de pistolas y a Alvarito también le tocó una. Diariamente por las mañanas después de leer el periódico iban los dos al corral a disparar sobre un cartón fijado en la pared a la altura de la cabeza de un hombre. A cada instante le corregía la forma de tirar y sus enseñanzas variaban cada día.

Un día que estaba Marcos practicando los tiros, se atravesó Aniceto y una bala atravesó su cabeza, éste no interrumpió sus disparos hasta dejar media docena de agujeros en el cartón clavado en la pared.

Una mañana Marcos ordenó que todos los caballos fueran ensillados pues partirían rumbo al norte para recibir al general Orozco. Eran principios de marzo, Alvarito se unió al grupo y partieron.

De pronto un hombre se distingue entre todos era Pascual Orozco, 18 meses antes había sido jefe revolucionario que sostenía a Madero, ahora era el jefe de los que combatían a Madero, Presidente de la República.

En ese momento al recibirlo nombraban a Pascual Orozco General en Jefe del ejército libertador. Se escucharon los clarines y hondearon banderas tricolores. Alvarito en ese momento sentía que la revolución era hermosa. Recuerda la cara tan flaca de Orozco, su apariencia de enfermo, con un aspecto de vacío, en pocas palabras parecía todo menos jefe.

Esa tarde llegaron periódicos y Alvarito se encargó de leer las noticias de la revolución. Lo interesante fue leer el retrato del general Pascual Orozco, un hombre alto, flaco, cuya construcción huesosa revela un vigor creado por la vida ágil y robusta de los campos. No es prodigo en hablar, por el contrario es tímido y huraño de confidencias. Es de un carácter entero, viril, recto, digno y sincero.

Dos o tres días después dieron orden de ensillar los caballos y antes de montar les dieron un listón rojo para ponerlo alrededor de la copa de los sombreros, marcos les dijo que sería su distintivo.Serían los colorados, pues era un color de lucha, de coraje, de color de llama.

Eran cerca de seiscientas personas y atrás de todos venía con sus oficiales Pascual Orozco.

La duda de Alvarito era contra quienes irían a combatir y se sorprendió cuando le dijeron que contra Pancho Villa.

Avanzaban y cuando a lo lejos se veía algún montón de gente en los cerros se disponían a atacar. Alvarito siempre se iba entre la multitud y Marcos siempre andaba al pendiente de él porque era un niño y poco a poco éste va sustituyendo a su figura paterna.

Marcos Ruiz recibió laorden de que tenía que irse por tiempo indefinido, esa noche se la pasaron preparando las armas, arreglando monturas,

...