La Crisis Ambiental

La cumbre de Johannesburgo estipula un cambio en el trabajo ambiental que han llevado a cabo casi todos los Estados Latinoamericanos al derribar poco a poco la institucionalidad ambiental creada a partir de la Cumbre de Río de Janeiro en 1992. Estableciendo así la importancia de los pactos comerciales sobre todos los demás aspectos. La crisis ambiental pese a lo anterior se profundiza, ejemplo más claro de la misma crisis es la creciente escasez de agua en comparación con el desmedido aumento de la población, sumado a ello el fenómeno de la deforestación y la contaminación. La crisis combina con la directriz a la comercialización de los bienes comunes en específico el agua, en consecuencia se han privatizado los servicios públicos y se anticipa hacia la privatización de las fuentes de agua. Este asunto se ha presentado en Colombia desde la fusión de los ministerios de desarrollo y medio ambiente y mediante otros cambios en las leyes y la política ambiental. Uno de esos cambios, es el más preocupante, es el que enmarca el proyecto de “ley del agua” que cursa en el Congreso Nacional. Este proyecto instituye un mercado de concesiones, suministrando así la apropiación privada de este bien común. Tomar conciencia de las implicaciones de este proyecto es fundamental para balancear el concepto del agua como bien público y derecho humano.

La gestión ambiental después de Johannesburgo

Es innegable que se coincide en una redefinición de la gestión ambiental, en el mundo, en América Latina, con algunas particularidades, máxime en Colombia. Dicha redefinición se viene aplicando a pesar de los acontecimientos y por el impulso de los intereses dominantes a nivel global y nacional.

Un primer ámbito al que debemos referirnos es al internacional. Este contexto fue cambiando de a poco, a partir de la Conferencia de Río de Janeiro, que creó un escenario favorable para la gestión ambiental y el desarrollo sostenible, sin embargo no logró traducir dicho escenario en grandes realizaciones concretas.

Hoy por hoy es un hecho que la Cumbre de Johannesburgo, llamada por los ambientalistas como la “Cumbre de los acuerdos desdichados”, representó un cambio en donde a pesar de que se insistió en establecer políticas ambientales en referencia al tema del agua, el saneamiento básico y la disputa contra la pobreza, se abandono la idea de un desarrollo sostenible, que era la expectativa que alumbró las discusiones y conclusiones del debate de Río. Debe reflexionarse en torno al proceso de desarrollo sostenible de la siguiente forma: también desde Río progresó crónicamente la gran decepción. Se demostró rápidamente que la implantación de la Agenda 21, no podría lograrse sin enérgicas reformas políticas y económicas. Esto significa irreflexivamente una disputa entre los usuarios actuales de la política del despilfarro

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