La Medicina Contemporana
a2942397 de Septiembre de 2014
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LA MEDICINA CONTEMPORÁNEA.
Muchos de los descubrimientos realizados en el siglo XIX hicieron posible los importantes avances en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad y de los métodos quirúrgicos. El médico austriaco Leopold Auenbrugger contribuyó al desarrollo de los procedimientos diagnósticos de las enfermedades torácicas en el siglo XVIII; para ello, utilizó el método de la percusión, descrito por primera vez en 1761. Su trabajo, sin embargo, fue ignorado hasta 1808 cuando se publicó una traducción francesa por el médico personal de Napoleón. Hacia 1819, el médico francés René Théophile Hyacinthe Laënnec inventó el fonendoscopio, todavía hoy el instrumento más usado por los médicos. Numerosos clínicos británicos importantes asimilaron los nuevos métodos de diagnóstico de enfermedades; como resultado, sus nombres se convirtieron en familiares para la identificación de determinadas enfermedades.
El médico Thomas Addison descubrió el trastorno de las glándulas suprarrenales conocido como enfermedad de Addison; Richard Bright diagnosticó la nefritis o enfermedad de Bright; Tomas Hodgkin describió una enfermedad maligna del sistema linfático conocida por enfermedad de Hodgkin; el cirujano y paleontólogo James Parkinson describió la enfermedad crónica del sistema nervioso denominada enfermedad de Parkinson; y el médico irlandés Robert James Graves diagnosticó el bocio exoftálmico, tóxico, también denominado enfermedad de Graves.
Las revoluciones burguesas.
Originado por la escuela del materialismo histórico o marxismo que se utiliza para manifestar que el componente social dominante en un movimiento revolucionario que corresponde a la burguesía.
Aunque pueden remontarse al mismo nacimiento de la clase burguesa en las ciudades europeas medievales, el concepto suele restringirse a los ciclos revolucionarios que se sucedieron desde finales del siglo XVIII y que en su definición política se conocen como Revolución Liberal. Su principal ejemplo fue la Revolución francesa (1789), seguido en distintos momentos por los demás países europeos.
Según esa concepción materialista de la historia , los intereses de la burguesía se manifestaron en la superestructura político-ideológica por las ideas de la Ilustración, que hablaban de libertad y derechos en oposición al absolutismo y la sociedad estamental; y de libre mercado frente a las restricciones del modo de producción feudal. La ideología burguesa no se restringe a esa clase, sino que se extiende por el cuerpo social, tanto en el conjunto de la población dominada (mucho más numerosa por incluir a todos los no privilegiados), así como a elementos individuales de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), e incluso en algunos casos al aparato mismo del poder de la monarquía absoluta, que se veía a sí misma como despotismo ilustrado.
PRINCIPALES MOVIMIENTOS:
• Guerra de Independencia de los Estados Unidos y Revolución francesa.
• Revolución de 1820, Revolución de 1830 y Revolución de 1848.
• Nacionalismo y Romanticismo.
• Unificación italiana y Unificación alemana.
• Revolución rusa de 1905, Primera Guerra Mundial y Revolución de Febrero.
La Escuela de París y Cataluña
Entre los siglos XIX y XX nació en Barcelona la Escuela de París, que reunió a un conjunto de creadores que anhelaban renovar el arte. Fueron años de intensa actividad, ya que se fijaron nuevos conceptos y se desarrolló la ciencia moderna, la filosofía, el psicoanálisis, el surrealismo, la matemática moderna y el cubismo.
En los años de transición entre los siglos XIX y XX, Barcelona vive seducida por París, que desplaza a Roma como modelo artístico. La Exposición Universal de 1900 convierte París en un centro de atracción mundial, un punto de encuentro de artistas que llegan de todas partes para compartir la libertad y la efervescencia cultural. Picasso descubre la ciudad con motivo de este acontecimiento y hasta 1904 vivirá entre la capital francesa y Barcelona. Igualmente, Juli González, Joan Miró, Pablo Gargallo y Manolo Hugué, figuras provenientes de Cataluña y que forman parte de las vanguardias históricas, se dan cita para desarrollar su espíritu creativo. Así nació la Escuela de París, que, sin ser un movimiento ni una tendencia, reunió a un conjunto de creadores que confluyeron allí y reinterpretó la renovación plástica de principios de siglo. Fueron unos años de una intensa actividad artística, se consolidaron las bases del arte moderno y se fijaron nuevos conceptos como consecuencia del desarrollo paralelo de la ciencia moderna, de la filosofía y el arte. Se gestaba el psicoanálisis y el surrealismo, la matemática moderna y el cubismo, las nuevas nociones del espacio y la abstracción.
La repercusión que a partir de esta fecha tuvo París en la vida y cultura catalanas fue extensa y fructífera. Estos artistas se integran en la llamada escuela española de París, formada por dos generaciones separadas por la Guerra Civil. La primera estaba configurada por los artistas ya mencionados, además de Juan Gris y María Blanchard, entre otros, mientras que la segunda se extiende durante los años veinte y treinta e integra a un grupo bajo la sombra protectora de Picasso: Manuel Ángeles Ortiz, Francisco Bores, Pancho Cossío, Óscar Domínguez, Luis Fernández, Pedro Flores, García Condoy, Baltasar Lobo, Ginés Parra, Benjamín Palencia, Joaquín Peinado, Ismael de la Serna, Hernando Viñes y los catalanes Antoni Clavé, Pere Pruna, Apel•les Fenosa y Grau Sala. Los rasgos que a menudo les identifican se encuentran en relación y bajo la influencia del cubismo con una preocupación por la composición pictórica y por la arquitectura constructiva.
La Escuela de París es un término tan amplio y diverso como los artistas que la configuraron. Fue utilizado por primera vez en el curso de los años veinte por André Warnod para referirse a artistas no franceses que trabajaban en la capital francesa: Brancusi, Chagall, Miró, Modigliani, Soutine, Pascin, Foujita, Fernández... La denominación alcanza relieve después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1946 se presenta la exposición ‘Cent Chefs-d’oeuvres des peintres de l’École de Paris’, con obras de Picasso, Braque, Chagall, Soutine y Matisse, entre otros. Un título que corresponde a una concepción muy flexible de la noción ‘Escuela de París’, evidenciando que la residencia parisina no iba a ser el único requisito para formar parte de ella. Sin estrategia homogénea ni programa colectivo, lo que los reunió y mantuvo juntos fue la defensa del arte como lenguaje universal, conscientes de formar parte de una revolución artística.
DESCUBRIMIENTOS EUROPEOS
La medicina está en deuda con las universidades alemanas y los descubrimientos científicos que desterraron las reminiscencias que aún persistían de la teoría tradicional de los humores. De importancia fundamental fue el desarrollo, por parte del botánico alemán Matthias Jakob Schleiden, de la teoría celular del desarrollo embrionario que abrió camino para el estudio microscópico de los tejidos enfermos. El anatomista y fisiólogo alemán Theodor Schwann aplicó más tarde las teorías celulares de Schleiden a la evolución de la vida animal. El trabajo del anatomista y fisiólogo Marie François Xavier Bichat en el estudio sistemático de los tejidos humanos fue la piedra angular de la histología. El patólogo y médico austriaco barón Karl von Rokitansky, que realizó más de 30.000 autopsias, fue el primero en detectar el origen bacteriano de la endocarditis. Otros fundadores de la patología microscópica fueron Theodor Schwann, el fisiólogo y neurólogo alemán Robert Remak, el fisiólogo checo Jan Evangelista Purkinje, el anatomista y fisiólogo suizo Rudolf Albert von Koliker y el patólogo y anatomista alemán Friedrich Gustav Jacob Henle. En Alemania, el biólogo estoniano Karl Ernst von Baer realizó una investigación pionera en embriología con el descubrimiento del óvulo humano y el fisiólogo alemán Johannes Peter Müller introdujo el concepto de la energía específica de los nervios. La culminación de esta extraordinaria serie de investigaciones se recoge en el trabajo del patólogo alemán Rudolf Virchow, cuya doctrina sobre la célula como asiento de la enfermedad es considerada la teoría fundamental de la ciencia médica moderna.
DARWIN, PASTEUR Y KOCH
La teoría de la evolución de Charles Darwin reavivó el interés por la ciencia de la anatomía y la fisiología comparadas; los experimentos sobre el cruce de plantas del biólogo austriaco Gregor Johann Mendel tuvieron un efecto similar ya que estimularon los estudios sobre la genética humana y la herencia.
Los primeros estudios del químico y microbiólogo francés Louis Pasteur sobre la fermentación acabaron con el concepto de la generación espontánea y aportaron un resurgimiento del interés en la teoría de que la enfermedad es el resultado de un contagio específico. El trabajo pionero sobre la fiebre puerperal del médico y autor estadounidense Oliver Wendell Holmes y del obstetra húngaro Ignác Fülöp Semmelweis demostraron que la elevada tasa de mortalidad en mujeres después del parto era achacable a agentes infecciosos transmitidos por las manos contaminadas de los médicos.
De igual importancia son las contribuciones de Pasteur y del médico y bacteriólogo alemán Robert Koch en el campo de la bacteriología; el desarrollo de este campo se considera el avance individual más importante en la historia de la medicina. En pocas décadas, se aislaron las
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