La Tierra es plana
Kery2482Informe21 de Julio de 2013
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La Tierra es plana
Palace cuando se ofreció a ocuparse de mi declaración de la renta y de
cualquier otro asunto de contabilidad que necesitase, todo ello desde Bangalore
nada menos. «No, gracias —dije yo—. Ya tengo un contable en
Chicago». Jerry se limitó a sonreír. Era demasiado cortés para decirlo, para
decirme que posiblemente mi verdadero contable, o más bien el contable
de mi contable, era él, gracias a la explosión de la subcontratación en el
sector de la gestoría fiscal.
—Está pasando mientras charlamos —me explicó Rao, nativo de
Mumbai (la antigua Bombay), cuya empresa india, MphasiS, cuenta con
un equipo de contables indios preparados para ocuparse de la contabilidad
de cualquier Estado de EE. UU. y del gobierno federal—. Hemos
cerrado el trato con muchas gestorías fiscales homologadas, pequeñas y
medianas, de EE. UU.
—¿Quieres decir como mi contable? —repuse.
—Exacto, como tu contable —contestó Rao con una sonrisa. La
empresa de Rao es pionera en el uso de un programa informático de transmisión
de datos mediante un formato tipificado que hace más fácil y
reduce los costes de la subcontratación de la elaboración de declaraciones
de la renta. Jerry me explicó que el proceso empieza con un contable
en EE. UU. que coge mi declaración del ejercicio previo, mi información
oficial de ingresos del trabajo por cuenta propia y por cuenta ajena,
retenciones y pagos a cuenta, bonificaciones, valores… (vamos, todo), y
lo pasa a un servidor informático, con sede física en California o en
Texas—. Así, si tu contable va a encargar fuera tu declaración y sabe que
preferirías que no se conociese tu apellido o tu número de la Seguridad
Social, puede elegir suprimir dicha información —me explicó Rao—. Los
contables que están en la India reciben toda la información en bruto directamente
del servidor que está en EE. UU. [utilizando una contraseña], y
te hacen la declaración sin saber en ningún momento tu identidad. Para
cumplir con la normativa sobre privacidad, todos los datos se quedan en
EE. UU… Nos tomamos muy en serio la protección de datos y la privacidad.
El contable de la India puede ver los datos en su pantalla, pero
no puede bajarlos ni imprimirlos. Nuestro programa no lo permite. Como
mucho, podría intentar memorizarlos, si tuviese mala intención. A los con-
tables no se les permite siquiera meter un lápiz y un papel en la sala
cuando están trabajando con las declaraciones de la renta.
Me picaba la curiosidad: ¿a qué extremo habría llegado esta variante
de subcontratación de servicios?
—Nosotros hacemos varios miles de declaraciones —dijo Rao, y
añadió—: Tu gestor fiscal ni siquiera tiene que estar en el despacho, en
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Cómo se volvió plana la Tierra
EE. UU. Puede estar sentado en una playa californiana y mandarnos
un mensaje electrónico diciendo: «Oye, Jerry, como se te dan muy bien
las declaraciones fiscales del Estado de Nueva York, encárgate de la
declaración de Tom. Y que Sonia, tú y tu gente de Delhi se encarguen
de las declaraciones de Washington y Florida». Por cierto, Sonia trabaja
en el jardín de su casa, en India, sin gastos estructurales [para la
empresa]. «Y luego están estas otras, que son muy complicadas, así que
las haré yo mismo.»
En 2003 se hicieron en la India unas 25.000 declaraciones de la renta
estadounidenses. En 2004 el número fue de 100.000. En 2005 se calcula
que serán 400.000. Dentro de diez años darás por hecho que tu
gestor ha subcontratado, como mínimo, la preparación básica de tu declaración
de la renta.
—¿Cómo te metiste en este negocio? —pregunté a Rao.
—Un amigo mío, Jeroen Tas, holandés, y yo estábamos trabajando
en Citigroup, en California —me explicó Rao—. Yo era su jefe. Un día,
volviendo juntos de Nueva York en avión, le dije que estaba pensando marcharme
de la empresa. Y él me dijo: «Pues yo también». Y nos planteamos
montar nuestro propio negocio juntos. Así que entre 1997 y 1998
creamos un plan de empresa que ofrecía soluciones de internet de máxima
calidad para grandes empresas… Pero hace dos años, en un congreso
de tecnología en Las Vegas, se me acercaron los delegados de varias empresas
medianas [norteamericanas] de contabilidad y me contaron que ellos
no podían permitirse la subcontratación en la India de grandes operaciones
fiscales, que las empresas grandes sí podían y que ellos [los de las empresas
medianas] querían ponerse por delante. Así que desarrollamos un producto
de software, la VTR, Virtual Tax Room [Sala de Impuestos
Virtuales], para que estas empresas medianas de contabilidad pudiesen subcontratar
fácilmente la elaboración de las declaraciones de la renta.
Jerry me dijo también que estas empresas medianas «están accediendo
a un terreno de juego más nivelado, que tenían vedado hasta ahora.
De repente pueden acceder a las mismas ventajas de escala de las que
han gozado siempre las grandes empresas».
—¿El mensaje para los estadounidenses sería algo así como: «Mami,
procura que de mayores tus hijos no se hagan contables»? —quise saber.
—En realidad, no —dijo Rao—. Lo que hemos hecho es ocuparnos
nosotros del trabajo engorroso. ¿Sabes lo que hace falta para preparar
una declaración de la renta? Pues muy poco trabajo creativo. Eso se cocerá
fuera.
—¿Quieres decir lo que se quedará en EE. UU.? —pregunté.
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—En EE. UU. el contable que quiera mantenerse dentro del negocio
tendrá que dedicarse a diseñar estrategias complejas y creativas, como for-
mas de evitar impuestos o de encontrar refugios fiscales, tratar con los clientes
—me explicó—. Dirá a sus clientes: «El trabajo pesado me lo hacen
eficazmente lejos de aquí. Mientras, hablemos de cómo podemos gestionar
su patrimonio y de lo que puede hacer para sus hijos. ¿Desea dejar
parte del dinero en sus fondos?». Es decir, contar con tiempo de calidad
para este tipo de conversación con los clientes, en lugar de ir con la lengua
fuera de febrero a abril, muchas veces pidiendo prórrogas hasta agosto,
porque carecen de un tiempo de calidad que ofrecer a sus clientes.
A juzgar por un estudio publicado en la revista Accounting Today (del
7 de junio de 2004), lo cierto es que parece la tendencia del futuro. L.
Gary Boomer, asesor fiscal homologado y presidente de Boomer Consulting
(Manhattan, Kansas), escribía: «La pasada temporada [fiscal] produjo
más de 100.000 declaraciones [subcontratadas] y actualmente se ha ampliado
a fondos de inversión, sociedades y corporaciones […] La principal
razón por la que en los últimos tres años la industria ha podido crecer
como lo ha hecho es la inversión que han realizado estas empresas [con
sede en el extranjero] en sistemas, procesos y formación». Boomer añadía
que en la India se gradúan al año unos setenta mil contables, muchos
de los cuales entran a trabajar en empresas indias, cobrando 100 dólares
mensuales como salario inicial. Con ayuda de las comunicaciones de alta
velocidad, de una formación rigurosa y de unos formularios tipificados,
estos jóvenes indios logran convertirse con bastante rapidez en contables
básicos de clientes occidentales, por una fracción del coste habitual. Hay
empresas indias de contabilidad que incluso se presentan a las empresas
norteamericanas mediante videoconferencias y así se ahorran el viaje. Boomer
concluía: «La profesión del gestor contable está en plena transformación.
Los que se queden atascados en el pasado y se resistan al cambio
se hundirán cada vez más en la mera labor de comercialización.
Aquellos que sean capaces de crear valor a través del liderazgo, de las
relaciones y de la creatividad transformarán la industria, además de fortalecer
su trato con su cartera de clientes actual».
—Lo que me estás diciendo —comenté a Rao— es que al margen de
la profesión que tengas, ya seas médico, abogado, arquitecto o contable,
si eres estadounidense más te vale tener maña con el trato personal y directo,
porque todo lo que pueda digitalizarse podrá subcontratarse con el postor
más listo, con el más barato, o con el que reúna ambas condiciones.
—Cada quien tiene que saber cuál es exactamente su valor añadido
—zanjó Rao.
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