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La disminución de la cobertura vegetal no es el único elemento importante para la toma de decisiones


Enviado por   •  18 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  100 Visitas

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La cobertura vegetal no es el único elemento que mantiene un paisaje vivo

Jorge M. Gamboa Carvajal

La disminución de la cobertura vegetal autóctona de un área es un problema de gran importancia en tanto afecta la capacidad de estas zonas para sostener la diversidad biológica, regular flujos derivados de actividades biológicas y proveer servicios ecosistémicos.  Fahring (2017) argumenta que la pérdida de cobertura vegetal es la explicación principal para todos estos fenómenos restando importancia a otros elementos, sin embargo, otros autores defienden que la pérdida de cobertura vegetal no es suficiente para explicar la pérdida de funcionalidad biológica de un área (Fletcher et al., 2018; Laurance et al., 2011), ello en primera instancia nos genera una duda: ¿es realmente este factor suficiente para administrar de manera efectiva la conservación y el uso de la biodiversidad?

Dado lo anterior, debe aclararse que contrario a lo propuesto por Fahring (2017) es imposible desligar la pérdida de hábitat de otros procesos paisajísticos que influencian en la capacidad de mantener flujos de materia, energía y organismos, se debe reconocer que la pérdida de cobertura vegetal esta comúnmente relacionada con un aumento en el número de parches, un aumento en las áreas de borde, una disminución del área de núcleo, una pérdida en la conectividad entre parches y que incluso la forma del hábitat remanente juega un papel en la manutención de procesos de índole biológica, revisaremos cada uno de estos. Antes de hacerlo, es importante reconocer que existen escenarios donde la perdida de hábitat puede desligarse de otros procesos (Fahring, 2017), pero estos escenarios son experimentales y desconocen las dinámicas que normalmente subyacen, por lo tanto, en términos prácticos resulta imposible desligar la pérdida de hábitat de sus consecuencias.

En primer lugar, es importante denotar que la fragmentación del hábitat tiene como resultado la subdivisión de hábitats continuos en grupos de pequeños parches remanentes de menor área y aislados en cierta medida, situación que afecta métricas como la cantidad de hábitat (disponible o no), el número de fragmentos, el tamaño de los fragmentos, el aislamiento entre parches y la relación perímetro área (Debinski & Holt, 2000; Fischer & Lindenmayer, 2007). Aquí es importante, manifestar que la fragmentación por si misma no siempre es negativa pero existen especies que no podrán moverse entre parches y que requieren un área mínima de hábitat para sostenerse viables (situación que puede ocasionar pérdidas en riqueza de especies), así como que existen impactos de diversa índoles sobre las sociedades humanas al promover la fragmentación, como el incremento del número de deslizamientos por la fragmentación de la cobertura vegetal sobre una pendiente.

En segundo lugar, las áreas de borde juegan un papel valioso por generar distintos tipos de respuesta ante la variables de medición, siendo posible que su presencia cause la disminución de la abundancia de una especie pero también el incremento de otra; sin embargo, se debe reconocer que generan cambios en los regímenes hidrológicos al generar menores tasas de evapotranspiración, ambientes micro-climáticos más cálidos, procesos de desecación en la zona más externa y vulnerabilidad ante perturbaciones como fuegos, sin olvidar que son las zonas que son más fácilmente ocupables para las sociedades humanas (Cochrane & Laurance, 2002; Echevarría, Bolados, Rodríguez, Aguayo, & Premoli, 2014; Laurance et al., 2011). En consecuencia, se generan alteraciones en la composición y diversidad tanto del paisaje como de los ensambles de especies presentes en un área, que pueden ser magnificadas dada la vulnerabilidad de estos ambientes, por tanto puede afirmarse que sus efectos en general son negativos (Haddad et al., 2015).

En tercer lugar, las áreas de núcleo juegan un papel “complementario” respecto a las áreas de borde con respecto al sostenimiento de distintas formas de vida, puede verse como un buen predictor de la calidad de hábitat para especies especialistas. En este caso, una de las funciones más importante de las áreas de núcleo puede ser su utilidad como área de reproducción, descanso y alimentación para las especies que allí habitan, siendo la porción más estable de un parche (Cochrane & Laurance, 2002; Echevarría et al., 2014). Adicionalmente, se debe aclarar que el tamaño del área de núcleo depende tanto de la pérdida de hábitat como de la fragmentación de este y el taxón que se vaya a considerar.

En cuarto lugar, la conectividad es un proceso íntimamente ligado al hábitat disponible en tanto puede definirse como la medida en que el paisaje facilita el flujo entre parches y toma valor al considerar la persistencia de poblaciones, la manutención del flujo génico entre las mismas y la continuidad de procesos ecológicos (Echevarría et al., 2014; Gilbert-Norton, Wilson, Stevens, & Beard, 2010). Vale la pena señalar que existen dos tipos de conectividad: por un lado, la conectividad estructural se refiere a la conexión física entre dos parches de interés; por otro lado, la conectividad funcional se refiere a los costos de realizar un viaje entre dos parches, siendo posible que estos costos sean muy altos (en términos energéticos, de riesgo o de recompensa) para realizarlo (Gilbert-Norton et al., 2010; Laurance et al., 2011).

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