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La diversidad de loros

l0nsit0Trabajo5 de Marzo de 2013

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PRESENTACIÓN

Los psitácidos pertenecen a una familia de aves psitaciformes que abarcan desde los papagayos, cotorras, periquitos, agapornis y los loros.

Existen una amplia variedad de psitácidos, unas 330 especias aproximadamente. Con diferencia de tamaño, los periquitos enanos suelen medir unos 8 centímetros frente al metro que llegan a medir los psitácidos más grandes.

Estas aves poseen un pico con una forma curvada característica, la mandíbula superior con una movilidad leve donde se empalma con el cráneo, y una postura generalmente erguida. También poseen una gran capacidad craneal, siendo uno de los grupos de aves más inteligentes. Viven mayormente en zonas cálidas, son buenas voladoras y diestras escaladoras en ramas y árboles.

Los psitácidos están distribuidos por buena parte del planeta, ocupando muchos y distintos hábitats, desde las húmedas selvas tropicales hasta los desiertos del interior de Australia, incluyendo la India, el sudeste de Asia y África occidental, y una especie, ahora extinta, en los Estados Unidos (el periquito de Carolina). Sin embargo, las poblaciones más grandes son originarias de Australasia, de América del Sur y de América Central.

Tienen el cuerpo compacto y cuello corto. Su pico es fuerte y con la forma similar a la de un gancho. La lengua que poseen los psitácidos es carnosa y gruesa, sus patas son cortas en casi todas las especies y poseen dos dedos delante y dos detrás. Que les facilita agarrarse con mayor seguridad a las ramas o barrotes. Y los utilizan como manos para coger los alimentos.

De los psitácidos destaca que algunos de ellos tienen la capacidad de imitar la voz humana. Llegando a concebir frases completas con algún sentido.

PSITÁCIDOS

Manejo y crianza de psitácidos

Uno de los aspectos más delicados y críticos de la reproducción en cautividad de las aves psitácidas, lo constituye la alimentación y el manejo de las crías durante los primeros días, hasta las dos primeras semanas de vida.

La cría en cautividad, la alimentación y crianza artificial de los polluelos de estas aves a gran escala y de forma realmente eficiente es un fenómeno relativamente moderno.

Las ventajas de los loros nacidos en cautividad:

 Mansedumbre: Las aves capturadas suelen ser agresivas, chillonas y suelen acabar sufriendo estereotipias y otros desequilibrios psíquicos y físicos. En cambio, las aves criadas a mano suelen ser animales sumamente dóciles y sociables aunque, claro está, cada una tiene su propio carácter que la hace única. Suelen ser mascotas encantadoras y llegan a ser, con el tiempo, uno más de la familia.

 Salud: Los animales nacidos en cautividad en condiciones controladas, suelen gozar de buena salud, siempre y cuando proceda de un criadero serio. Además, no hay que olvidar que los loros nacidos en cautividad no sufren las condiciones extremas de captura, almacenaje y transporte que las aves capturadas, que se ven afectados gravemente por todo tipo de enfermedades, potenciadas por el estrés producido en el proceso del cambio de vida silvestre al cautiverio, con el cambio en cuanto a su entorno, dieta, etc. Todo esto es prácticamente inexistente en los loros nacidos en cautividad y, muy especialmente, en los ejemplares papilleros, completamente acostumbrados a convivir con personas.

 Alimentación: Las aves capturadas suelen ofrecer múltiples problemas a la hora de adaptarse a la alimentación ofrecida en cautividad. Muchas de ellas nunca llegan a acostumbrarse, y acaban siendo condenados a una triste vida a base de pipas de girasol y, con mucha suerte, alguna mixtura de semillas. En cambio, las aves nacidas en cautividad suelen estar acostumbrados desde que son polluelos a una dieta variada con piensos, semillas, frutas, verduras, etc. Además, como suelen comprarse a una edad muy temprana, es posible enseñarles a aceptar un amplio espectro de alimentos variados, cosa complicada en aves salvajes.

Instalaciones

En instalaciones complejas y costosas, como son las de los grandes criadores, suele haber instalados incluso filtros de aire que reducen la presencia de polvo y suciedad en el ambiente, aunque esto es más complicado de ver en las instalaciones de los criadores “normales”. Lo que sí deberá hacerse de forma regular es ventilar correctamente el recinto, para cambiar el aire cada poco y que haya un ambiente sano en la estancia.

Por otro lado, sería colocar la zona de crianza, al menos en las primeras etapas de la vida de los pichones, en un lugar poco transitado, por supuesto fuera del alcance de los niños y de otros animales domésticos, para que los animales no sean molestados y tengan paz, así como, lógicamente, para evitar problemas higiénicos y sanitarios.

Lo ideal sería poder mantener los nuevos polluelos en cuarentena para evitar transmisión de enfermedades, pero si las aves son nacidas en nuestro propio criadero, donde las condiciones son las adecuadas y donde los progenitores, teóricamente, estarán en óptimo estado de salud y perfectamente atendidos, se considera e esto secundario. Otro tema muy distinto sería que tratáramos con pichones de otros criaderos, en los cuales, por simple precaución, esta práctica no estaría de más, pues más vale no correr riesgos. Para ello, los polluelos de nueva entrada al recinto de cría deberían alojarse en una habitación aparte. Por otro lado, sería conveniente lavarse correctamente e incluso utilizar guantes si se considera necesario cuando vayamos a tocar a los distintos polluelos. Una vez pasado el periodo de riesgo, estas medidas pueden suavizarse.

Los polluelos deberían alojarse siempre en recipientes adecuados. Quizás algunos consideren adecuados elementos como cajas de cartón, cestas, bolsas de papel o similares, pero quizás desde el punto de vista de la higiene y de lo mejor para los animales, deberían alojarse en recipientes de plástico, estos pueden ser de diferentes tamaños según las especies y las edades de los pichones. También pueden utilizarse contenedores de cristal, pero quizás los de plástico sean mejores, pues son más baratos, ligeros y resistentes. En dichos contenedores deberemos poner un sustrato adecuado. Este puede ser papel de cocina o virutas de madera. Lo importante es que se trate de un sustrato suave, que no sea abrasivo y que pueda substituirse siempre que haga falta (lo ideal es hacerlo, como mínimo, en cada toma de papilla). Lo que no hay que utilizar es serrín, pues produce mucho polvo y no es adecuado para los pichones, que lo respiran y puede hacerles daño. Además, es sucio y, para nosotros, incómodo. En caso de utilizar viruta de madera, la mejor es la de pino. Hay que cuidarse mucho de que esté libre de astillas, que pueden darnos más de un disgusto.

Las psitácidas recién nacidas, como cualquier ave típicamente nidícola, son incapaces de termorregularse por sí mismos, por lo que necesitarán disponer de una temperatura controlada y constante permanentemente. Si se trata de polluelos muy pequeños, lo ideal es una temperatura constante de unos 36ºC, aunque para ciertas especies concretas quizás haga falta incluso uno o dos grados más. De todos modos, en este aspecto quizás hay que guiarse más por el propio comportamiento de los animales que por cuestiones teóricas. Así, si vemos que nuestros pichones jadean y se mueven continuamente, por mucho que estemos entre los parámetros teóricamente correctos, deberemos bajar ligeramente la temperatura. En cambio, si vemos que los polluelos se amontonan y están siempre quietos, con una digestión inusitadamente lente o con la piel un tanto pálida, puede que estén pasando frío y deberemos darles más calor. Notaremos que los polluelos están correctamente si permanecen callados (excepción es la hora de comer, donde montan auténticos alborotos), duermen prácticamente todo el día y hacen sus necesidades correctamente. A medida que los pichones vayan desarrollándose irán adquiriendo una capacidad de termorregulación cada vez más perfeccionada y podremos ir bajando la calefacción hasta que llegará el momento en que podremos incluso desconectarla completamente, aunque no está de más que esté permanentemente controlada por un termostato, no vaya a ser que una

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