La nueva Teoria Heliocentrica

La Teoría Heliocéntrica

Desde los tiempos más antiguos, el hombre ha observado y también se ha preguntado por qué las estrellas y el Sol aparecen y desaparecen. En búsqueda de explicaciones y  respuestas surgieron  Las Teorías Geocéntricas^[1] y el texto más relevante el “Almagesto”^[2] lo aceptaron y estudiaron los astrónomos durante 14 siglos. En los años 1543, Nicolás Copérnico^[3]  propuso La Teoría Heliocéntrica.

La Teoría Heliocéntrica habla de que no son los astros los que giran alrededor de la Tierra, sino que es la Tierra quien gira junto con los demás planetas alrededor de un astro (El Sol).

Esta teoría que explica que los planetas giran alrededor del Sol, es llamada Heliocéntrica porque los griegos al Sol le llamaban “Helios” y “Céntrica” por centro.

En el siglo III a. de C. un gran astrónomo griego, llamado Aristarco de Samos había sostenido esta teoría, incluso sosteniendo que todos los planetas giraban en orbitas circulares y además explico el ciclo de rotación de la Tierra sobre su propio eje pero no fue el primero en desarrollar esta hipótesis, porque antes de él varios filósofos y astrónomos ya se la habían formulado también. Pero la más completa y convincente de la época fue la que había expuesto Aristarco. Pero no pudo publicarlo porque supuestamente corrompería a la juventud y la iglesia no estaría de acuerdo con esto, al dejar a un lado el dominio de La Teoría Geocéntrica.

Siglos después, hacia los años 1500; mientras que Nicolás Copérnico estudiaba, en las universidades italianas se comentaban las obras de Aristarco, las cuales se habrían descubierto desde poco tiempo y aparte de descubiertas traducidas al latín.

Copérnico en 1543 publicó la más importante obra: “De revolutionibus orbium caelestium”^[4] en la cual manifestaba la teoría ya expuesta por Aristarco 18 siglos antes. Al salir a flote La Teoría Copernicana la iglesia se manifestó de forma opositaría.

La teoría ya expuesta por Copérnico se unía parámetros totalmente astronómicos y no religiosos, el súper astrónomo de la mitad del siglo XVI, el danés  Tycho Brahe^[5] , confirmaría las observaciones.

Para confirmar la total firmeza de La Teoría Heliocéntrica tuvieron que esperar estudios como el de Johannes Kepler^[6] que en el año 1597 publicó “Mysterium Cosmographicum” dejando el punto de vista geométrico que tenia La Teoría Heliocéntrica. En ese entonces aún se consideraban las órbitas plenamente circulares. Según sus cálculos, observó  que el Sol teniendo el poder de hacer girar los planetas alrededor de él y que mientras más lejos estuviese el planeta de él la velocidad de desplazamiento disminuiría. Para poder afirmar su hipótesis tuvo que descartar la idea de las orbitas circulares explicitas en su publicación en 1610 “Astronomía Nova”^[7]. En  sus famosas “Leyes de movimiento de los planetas” exhibe que los planetas giran en órbitas elípticas alrededor del Sol y la velocidad depende de su distancia al Sol. Para poder tomarse la potestad de modificar este aspecto orbital continuando con sus estudios y cálculos: “(…) he demostrado que la órbita de un planeta es elíptica, y que el Sol, la fuente del movimiento, está en uno de los focos de esta elipse. Resulta así que cuando el planeta ha completado un cuarto de su circuito total, comenzando en el afelio, está a una distancia del Sol exactamente igual al promedio entre la distancia máxima en el afelio y la distancia mínima en el perihelio. (…) los períodos de revolución de dos planetas cualesquiera son entre sí como los cubos de las raíces cuadradas de sus distancias medias. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que el promedio aritmético entre los dos diámetros de la órbita elíptica es un poco menor que el diámetro mayor. Así, si se toma la raíz cúbica del período, por ejemplo, de la Tierra, que es un año, y del período de Saturno, de treinta años, y se eleva al cuadrado el cociente, se obtiene la razón exacta de las distancias medias del Sol a la Tierra y a Saturno.”^[8].

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