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Lactante


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2013  •  Informes  •  2.256 Palabras (10 Páginas)  •  244 Visitas

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En el contexto del VIH, la alimentación del bebé y del niño pequeño plantea serias dificultades debido al riesgo de transmisión del virus a través de la lactancia materna. Antes de la formulación de las directrices de 2010 sobre el VIH y la alimentación infantil se consideraba lógico y apropiado destetar precozmente al bebé, o abstenerse por completo de amamantarlo. Sin embargo, las consecuencias para la salud y la supervivencia de los lactantes eran graves; de hecho, algunos estudios revelaban tasas mucho más altas de mortalidad a causa de la diarrea, la malnutrición y otras enfermedades en niños que no eran alimentados con leche materna. Las directrices de 2010 se basan en evidencias de resultados positivos en materia de supervivencia sin VIH mediante la administración de terapias con antirretrovirales a lactantes expuestos al virus y alimentados con leche materna. Así pues, el hincapié ya no recae solamente en la prevención de la transmisión, sino también en la supervivencia sin VIH. Las directrices de las Naciones Unidas de 2010 trazan un camino mucho más claro hacia este objetivo.

La lactancia natural conlleva grandes beneficios para la salud de los bebés y los niños pequeños y es una medida esencial para la supervivencia infantil. Sin intervención, aproximadamente un 35% de las madres gestantes VIH positivas transmitirán la infección a sus hijos durante el embarazo, el parto y la lactancia. Sin intervenciones preventivas, entre el 10% y el 20% de los bebés de madres infectadas contraerán el virus por medio de la leche materna si son amamantados durante dos años. A partir de la sexta semana de vida, el riesgo de transmisión del VIH se calcula en cerca del 1% por cada mes de amamantamiento (OMS, 2006).

Existen otros factores que inciden en el riesgo de transmisión. Por ejemplo, la “carga viral” o cantidad de virus presente en el organismo de la madre (más alta al contraerse la infección y desarrollarse el sida; una madre muy enferma tiene ocho veces más probabilidades de transmitir el VIH a su bebé que una madre sana); la duración de la lactancia natural (cuanto más tiempo se alimente al bebé con leche materna, mayor es el riesgo, pues la transmisión es acumulativa); y la condición de los pechos (por ejemplo, la presencia de úlceras en los pezones).

El método de alimentación infantil guarda una indudable relación con el riesgo de transmisión por medio de la leche materna. En comparación con la alimentación combinada –lo que significa que, antes de cumplir seis meses de vida, el bebé recibe tanto leche materna como otros alimentos y líquidos, incluyendo agua, leche no humana y preparación para lactantes–, la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida se relaciona con un riesgo entre tres y cuatro veces más bajo de transmisión del VIH. Un estudio encontró que solamente alrededor del 4% de los bebés alimentados exclusivamente con leche materna resultaban infectados con el VIH entre las seis semanas y los seis meses de vida, incluso en ausencia de tratamiento con antirretrovirales (OMS, 2007). Se cree que la alimentación combinada durante los primeros seis meses comporta un mayor riesgo de transmisión debido a que los líquidos y alimentos distintos de la leche materna pueden alterar la delicada y permeable pared intestinal del bebé, facilitando la transmisión del virus. La alimentación combinada también supone los mismos riesgos de contaminación y diarrea que la alimentación artificial, lo que reduce las probabilidades de supervivencia.

Infortunadamente, en numerosos países con alta prevalencia del VIH, muchos bebés menores de seis meses suelen recibir alimentación combinada. En dos tercios de los países en desarrollo que disponen de datos sobre tendencias, las tasas de alimentación exclusiva con leche materna entre los bebés menores de seis meses aumentaron entre 1998 y 2008, aunque siguen siendo sumamente bajas en África subsahariana (un 33%). Así, las tasas de transmisión del VIH por medio de la lactancia natural se pueden reducir si las mujeres seropositivas evitan totalmente la alimentación combinada y alimentan a sus hijos únicamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida. Los programas de salud pública que protegen, promueven y apoyan la lactancia materna son enormemente beneficiosos para las mujeres VIH positivas y sus hijos, así como también para la población general. Las nuevas directrices establecen que las mujeres infectadas con el VIH que toman antirretrovirales, y dan a sus hijos alimentación combinada, corren un riesgo mayor de transmitir el virus a sus hijos que las madres infectadas con el VIH que toman antirretrovirales pero alimentan a sus bebés exclusivamente con leche materna. Por consiguiente, el riesgo de transmisión disminuye en el caso de todas las madres lactantes, pero los bebés que reciben alimentación combinada siguen presentando un riesgo más elevado. Lo anterior demuestra que hay que seguir haciendo esfuerzos para desalentar la alimentación combinada durante los primeros seis meses de vida.

El riesgo de infección por el VIH debe compararse con el riesgo de morbilidad y mortalidad entre los bebés que no son amamantados. En general, los bebés que no se alimentan con leche materna tienen más de 14 veces más probabilidades de morir a causa de la diarrea o las infecciones respiratorias que los que son alimentados exclusivamente con leche materna durante sus primeros seis meses de vida (Lancet Nutrition Series 2008).

Directrices de las Naciones Unidas de 2010 sobre el VIH y la alimentación infantil

Desde 2006, cuando se revisaron por última vez las recomendaciones sobre el VIH y la alimentación infantil, se han acumulado importantes experiencias programáticas y evidencias científicas sobre el VIH y la alimentación infantil. En particular, ha habido pruebas de que administrar terapia antirretroviral a las madres infectadas con el VIH o a los bebés expuestos al virus puede reducir significativamente el riesgo de transmisión posnatal del VIH por medio de la lactancia materna. Con la terapia antirretroviral, la lactancia natural se vuelve considerablemente más segura y el “equilibrio entre los riesgos” del amamantamiento y los sustitutos alimentarios cambia de manera fundamental. Un importante beneficio adicional de las nuevas directrices es la protección de la salud de una mayor proporción de mujeres seropositivas. Esto transforma enormemente el panorama en el cual las madres, los profesionales de la salud, las autoridades sanitarias nacionales y los asociados internacionales para el desarrollo toman decisiones sobre los métodos de alimentación infantil.

Esta evidencia constituye la base de las

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