Las Dietas, Mitos Y Realidades
denisvaldes2926 de Octubre de 2013
2.793 Palabras (12 Páginas)1.192 Visitas
Las dietas: mitos y realidades*
Carmen Sánchez Mora
Conservar un peso ideal se basa en sólidos y sencillos principios científicos; sin embargo, muchas personas se sienten atraídas por dietas que pueden ser muy peligrosas.
Dondequiera que miremos, el mensaje es claro: ser delgado es ser atractivo. Si tenemos algunos kilos de más o incluso un peso normal para nuestra edad y estatura, pero una figura robusta, es posible que nos sintamos desvalorizados como personas y juzgados por nuestra apariencia y no por cualidades como la inteligencia, la creatividad, la simpatía o el talento. Desde luego es normal y sano decidir hacer algo por nuestro cuerpo e imagen. Deja de serlo cuando implica preocuparse en demasía, obsesionarse, dejar de comer, ayunar periódicamente, usar laxantes y diuréticos, hacer ejercicio compulsivamente, tomar medicamentos para adelgazar o hacer dietas que ponen en peligro nuestra salud.
Antes que nada, debemos tener claro que nunca podremos ser delgados a menos que nuestra constitución física y genética lo permitan. Cada persona nace con un tipo de cuerpo que ha heredado y que está basado en un particular marco esquelético y composición corporal. En general, somos combinaciones únicas de tres tipos corporales: ectomorfo, mesoforfo y endomorfo. Es muy difícil, si no imposible, alterar el tipo corporal aun con dieta y ejercicio. Pero sucede que al ver a los modelos (hombres y mujeres) que nos muestra la publicidad, podemos imaginar que haciendo dieta podemos parecernos a ellos, particularmente si éstos llegan a afirmar falazmente que antes de tal o cual tratamiento se parecían a nosotros y que la figura que ahora poseen es el producto de un tratamiento dietético.
El bombardeo de imágenes estereotipadas y enajenantes de los medios de comunicación hace que nos resulte difícil sentirnos cómodos con nuestro cuerpo, lo que lleva a muchas personas a preocuparse constantemente por la comida, la silueta y las dietas. Es así como el deseo de una apariencia delgada se ha convertido en una norma cultural y, en consecuencia, se ha difundido la idea de que la salud y la belleza sólo se logran llevando a cabo un régimen alimenticio rígido y disparatado o bien mediante ejercicios, brebajes y aparatos anunciados constantemente en los medios. En todos ellos se concede un valor extraordinario a poseer una figura delgada, la cual es presentada como la única estéticamente aceptable y a la que se asocian otras cualidades como perfeccionismo, disciplina, inteligencia, éxito laboral y social, entre otras. Para colmo, el tipo corporal promedio de los mexicanos y mexicanas se aleja mucho del estereotipo de belleza manejado por la publicidad.
De todo esto florece un sistema dedicado a explotar la angustia, la credulidad y la búsqueda de soluciones fáciles para modificar nuestra figura mediante dietas supuestamente maravillosas y fáciles que “sí funcionan” y nos permiten “perder peso sin esfuerzo”. Estos engaños que difunden con frecuencia la radio, la televisión y las revistas femeninas (y últimamente también las masculinas), muchas veces ostentan un disfraz de seriedad científica que constituye un atentado contra la salud, por lo que será necesario analizarlos objetivamente con base en principios científicos sólidos.
El secreto que nadie oye
El primer paso para controlar el peso es entender el metabolismo, proceso mediante el cual el cuerpo libera energía del alimento y la usa para funcionar, y para construir y reponer sus tejidos. Un factor que determina nuestras necesidades de energía es el llamado metabolismo basal, que es la cantidad de energía que requiere el cuerpo en reposo para llevar a cabo las funciones básicas de la vida como respirar, hacer circular la sangre, mantener la temperatura corporal, etc. El metabolismo basal varía con la edad, talla, género, actividad física y tipo corporal. Por ejemplo, una persona musculosa tiene generalmente un metabolismo basal más alto que una no musculosa pero del mismo peso.
Otro factor que determina nuestras necesidades de energía es nuestro grado de actividad física, es decir, una persona muy activa usará más energía que una sedentaria. Cuando la energía que nos proporcionan los alimentos que consumimos es mayor que la que gastamos por el metabolismo basal y por nuestras actividades físicas, la energía excedente se almacenará en el cuerpo en forma de grasa. Si esto ocurre a menudo, la persona tenderá al sobrepeso, es decir, al peso excedido a partir del 10% del peso recomendado para la edad y estatura de una persona. En casos raros, el sobrepeso se debe a un funcionamiento impropio de la glándula tiroides, que se traduce en una tasa metabólica menor que la normal.
La obesidad, por otra parte, consiste en una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo que se presenta a partir de un 20% sobre el máximo peso recomendado. Se trata de una condición que debe ser atendida por el médico y a la cual no se aplican las recomendaciones que haremos aquí.
Así, las personas que no tienen problemas metabólicos, requieren equilibrar la cantidad de energía ingresada al cuerpo con la dieta y la gastada por el metabolismo y la actividad para mantener el peso recomendado. Por ello, el control del sobrepeso debiera ser un asunto sencillo: comer en menor cantidad, particularmente grasas, o hacer más ejercicio, o una combinación de ambos. Este principio tan simple es normalmente dejado a un lado por ciertas dietas que aunque puedan parecer efectivas por un tiempo, a la larga dañan irreversiblemente la salud.
Calorías por cada 100 gramos
Arroz sin cascara 362
Parn de trigo 240
Chocolato 540
Azúcar refinada 400
Frijoles 350
Zanahoria 40-45
Papas sin cáscara 80-96
Calabacitas 19
Lentejas 310-339
Manzanas 50-58
Naranjas 45-46
Plátanos 90-100
Mayonesa 700
Pollo 125
Res (asada) 200-345
Salchicha de cerdo 380
Leche 65-69
Mantequilla 760-790
Queso graso 400
Huevo 100-166
Refrescos 50
Tortillas 227
Mermelada 280
Jitomate 20-22
Cebolla 40-52
Fuente: Enciclopedia médica. El gran libro de la salud, Reader's Digest México, S.A de C.V., Segunda Edición, México, 1995.
Las calorías
Si bien no existe un método para bajar de peso que garantice el éxito total, se ha demostrado que los mejores resultados se obtienen cuando se modifica la conducta alimentaria, se hace ejercicio y se sigue una dieta, pero basada en el conocimiento real de los alimentos y de los mecanismos que regulan el peso del cuerpo.
En los alimentos se encuentran los nutrimentos, que dan energía y nos proporcionan los materiales necesarios para que el cuerpo realice sus actividades. Los nutrimentos se agrupan en seis clases: carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas, minerales y agua. Todos ellos son indispensables para conservar la salud y se les encuentra en diferentes proporciones en los alimentos.
Los alimentos son el carburante del cuerpo. Para calcular las cantidades adecuadas se recurre a una unidad, la caloría, que es la cantidad de calor necesaria para elevar un grado la temperatura de un gramo de agua, aunque en la práctica se utilice la kilocaloría (también se escribe con mayúscula: Caloría), mil veces mayor y más manejable.
Las sustancias básicas presentes en los alimentos que tienen energía, son:
• Un gramo de proteínas: 4 Calorías
• Un gramo de grasas: 9 Calorías
• Un gramo de carbohidratos o glúcidos: 4 Calorías
Así, 25 gramos de aceite de cártamo, que es grasa pura, suministran 225 Calorías, mientras que 25 gramos de proteína pura o de azúcar suponen 100 Calorías. De esta forma podemos calcular la energía, metabólicamente utilizable, contenida en ciertos alimentos concretos, si sabemos su composición de nutrimentos aunque sea sólo aproximadamente. Para ello se recurre a ciertas tablas, que son de gran utilidad para determinar la ingesta energética, aunque existen otras que dan valores energéticos totales sobre alimentos crudos y, por ello, será importante conocer la elaboración de aquellos alimentos (fritos, asados, en salmuera, hervidos, etc.) para corregir las pérdidas o ganancias en relación con el contenido calórico.
Ningún alimento nos puede dar por sí solo todos los nutrimentos que necesitamos en las cantidades adecuadas. Una alimentación sana e ideal se basa en el régimen de la pirámide clásica. Esta pirámide representa el concepto de una alimentación equilibrada. La base es amplia y muestra los alimentos que deben aparecer con más frecuencia en nuestra dieta: cereales, pasta y arroz; le siguen las frutas y verduras, con 5 a 9 raciones en total; luego los lácteos y las carnes, con dos a tres raciones cada uno; y finalmente las grasas y los azúcares, que deben consumirse con moderación.
Hasta aquí se ha mostrado cómo un buen plan para perder peso implica “comer” menos Calorías de las que usa el cuerpo, de manera que éste empiece a usar la energía que ha almacenado como grasa, o bien hacer ejercicio. Por otro lado, tampoco es saludable perder peso muy rápidamente, ya que si se ingieren muy pocas Calorías, se corre el peligro de no recibir todos los nutrimentos requeridos. Se sabe, además, que las dietas que provocan una disminución rápida del peso, en realidad hacen perder agua y enseguida masa muscular. Como la proteína de los músculos se construye muy lentamente, y sólo con una dieta adecuada y ejercicio constante y regular, cuando se
...