Las Otras Medicina Tradicionales Y Alternativas
quetzaxime8 de Mayo de 2014
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LAS OTRAS MEDICINAS:
TRADICIONALES Y ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Adame Cerón ENAH-INAH
Al “otro tipo” de médicos se les conoce como médicos tradicionales, terapeutas, chamanes, temazcaleros, parteras, brujos, sanadores o curanderos, naturistas, homeópatas, acupunturistas, etcétera. Poseen ciertos conocimientos ancestrales (pero constantemente renovados) y modernos, tanto conceptuales como prácticos o empíricos relacionados con el cuerpo y su sanación.
Algunos de esos “especialistas” tienen lo mismo el poder de curar que –en ciertas ocasiones y bajo determinadas circunstancias– de provocar enfermedades o malestar. Su conocimiento se funda en saberes profundos que son resultado de siglos de práctica y de experimentación moderna basada en concepciones y acciones holísticas. De aciertos y errores decantados en el uso de plantas, piedras, aromas, sabores, sonidos, energías, vibraciones y colores, con el objetivo de estimular y equilibrar las energías vitales del ser humano y su relación con los medios ambientes.
Se estima que actualmente existen más de dos mil métodos de concepción corporal, de sanación y de diagnóstico/pronóstico médicos alternativos en el mundo, practicados en su gran mayoría por integrantes de culturas originarias con una profusa tradición milenaria, aunque también se consideran los métodos desarrollados en los siglos recientes por sociedades y civilizaciones occidentales y modernas. En buena parte, son métodos marginados por el modelo biomédico hegemónico oficial, y contienen algunos de ellos elementos esotéricos, religiosos y sagrados. Sin embargo, la mayoría de ellos participan de una visión holista, integral y científica, y se basan en usar ingredientes naturales o elementos que extraen/modifican de la naturaleza conservando sus cualidades y fuerzas; buscan fortalecer las propias capacidades corporales de autocuración. Así, su visión del cuerpo, de la enfermedad y de la curación integra los diversos niveles físicos, energéticos, emocionales, mentales, espirituales y sociales.
En México se calcula que más de 700 terapias, técnicas y métodos se ejercen y practican en clínicas, consultorios, centros, hogares, etcétera, a nivel de atención/autoatención, prevención, diagnóstico y sanación. Poco más de la mitad de ellos fueron originados a lo largo de nuestra historia (desde la época prehispánica hasta el siglo XXI) y el resto provenientes de diversas regiones del planeta (como Sudamérica, Asía, Norteamérica, Europa y África) en los 40 años recientes. Es de llamar la atención el fenómeno de confluencias, transacciones, hibridismo y entrecruzamientos de todas ellas.
La gran importancia que estas prácticas tienen en la cultura médico-salutífera mexicana se observa en la totalidad de sus pueblos originarios, e incluso en la sociedad mestiza, cuya característica principal es continuo reacomodo e integración de elementos culturales con diversos orígenes.
Específicamente las maneras terapéuticas de los grupos originarios o étnicos como nahuas, wixrárikas, yaquis, otomíes, purépechas, tsotsiles, rarámuris, zapotecos o mayas podrían ser consideradas indígenas por definición, aunque quizá la mejor forma de advertir sus orígenes, sea por medio de su lengua y de la práctica colectiva de elementos culturales que los caracterizan y al mismo tiempo los diferencian.
Los rituales nahuas de sanación contrastan con la labor de las parteras tsotsiles de los Altos de Chiapas, o con los masajes practicados por grupos mayas, a pesar de que el fin último de los tres sea la sanación por medio del manejo y el equilibrio de la energía y sus manifestaciones sintomatológicas concentradas en áreas específicas del cuerpo.
Las prácticas y las personas sanadoras de dichas otras medicinas en México persisten como opción subalterna porque tienen funciones tanto terapéuticas como sociales, que se expanden al campo de lo simbólico, de lo mágico, al vínculo directo con lo divino, lo eterno, con las fuerzas del bien, con el lado luminoso, con Dios o con el universo. Sin embargo no son solamente místicas, como la visión cientificista hegemónica y oficial las quiere descalificar, pues su parafernalia curativa y equilibradora hace uso de elementos materiales, vibracionales, energéticos, morales y cosmovisionarios; así pues, son a un tiempo terapias físicas, sociales y emocionales-espirituales.
Podemos señalar que existe un importante sector que busca este tipo de alternativas paralelas a la estructura médica oficial por motivos netamente económicos, sectores altamente vulnerables que por su misma condición marginal se encuentran permanentemente fuera de los servicios formales o cuentan con servicios de salud básicos y de mala calidad que empeoran sus condiciones físicas y remarcan su estatus de pobreza.
Las medicinas tradicionales y alternativas cubren un amplio espectro social, práctica extendida cuya aceptación ha ido fortaleciendo su presencia y profesionalismo, al grado de ser tomada en cuenta por la propia medicina alópata como tema de investigación y análisis. Aunque se han desarrollado junto a ellas prácticas mercantilizantes y charlatanerías.
Todo esto enfatiza la necesidad de construir espacios para la práctica de las legítimas medicinas tradicionales y alternativas, donde las terapias y las ritualidades sean ofrecidas por quienes dedican su tiempo y esfuerzo a ello, no como producto en busca de ganancias, sino como manifestación concreta de la existencia de la confluencias de esas prácticas holísticas que se basan en el cultivo del binomio cuerpo-espíritu, cuyo bienestar no radica en uno u otro polo, sino en la infinita gama de posibilidades que se presentan para armonizarlos. Así, cada terapia, cada ritual, representa una posibilidad de lograrlo.
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EL BUEN VIVIR Y LA ALEGREMIA:
LA SALUD EN NUESTRAS MANOS
Iliana Amoroz Solaegui Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO) / Movimiento de Salud de los Pueblos (MSP)
La mala salud que padece la mayoría de la población en México y en el mundo entero es alarmante; viejas y nuevas enfermedades surgen y resurgen cada día con mayor intensidad y en detrimento de la calidad de vida de las personas y los colectivos. Sin embargo, esta situación es sólo la punta del iceberg.
Las enfermedades son la máxima manifestación de un problema global y en la mayoría de los casos tienen relación directa con exposiciones múltiples, repetidas y crónicas a agentes estresantes de origen químico, físico, biológico, mental y nutricional que han aumentado significativamente en el ecosistema humano en las décadas recientes.
Estos diversos agentes estresantes a los que nos exponemos en forma involuntaria –por las condiciones de vida a las que somos sometidos- y voluntaria –con el estilo de vida que escogemos o al que somos forzados- tienen sin duda una relación estrecha con la justicia social, por tanto es un asunto de derechos humanos y un reto político.
Desde hace más de 4o años en América Latina surgió el paradigma de la salud colectiva que, por medio de diversos grupos y personas en diferentes países, se aleja de la medicalización y promueve la salud ofreciendo garantías a los pueblos y colectivos, como alimento, trabajo, educación y felicidad. Identifican que en el fondo los determinantes de la salud están relacionados con la distribución del poder económico, político y cultural, y que el origen de las desigualdades y de la enfermedad de las poblaciones está en los sistemas de opresión patriarcal, capitalista y cultural.
Con el auspicio del Movimiento de Salud de los Pueblos (MSP), en el cual confluyen colectivos y personas que promueven la defensa de la vida, el buen vivir y la toma de la salud en nuestras propias manos, en días pasados se dio el encuentro entre una compañera promotora y activista por la salud en Argentina y un grupo de mujeres indígenas que reflexionaron sobre la salud desde el concepto de la alegremia, una propuesta que desde hace más de 15 años impulsa Julio Monsalvo, un médico argentino, y que se ha extendido a diversos países del sur.
¿Qué es la alegremia? La medicina moderna utiliza la terminación “emia” para indicar valores de sustancias químicas que se han medido en la sangre de las personas, como la glucemia y colesterolemia, valores que se han estandarizado. Su presencia significa enfermedad y su ausencia “normalidad”, y por tanto salud. Desde la alegremia se propone que la salud puede ser cada vez más saludable, cuyo indicador es la alegría que fluye por nuestro torrente circulatorio y se transmite en luminosos rostros y estrellas en los ojos.
La alegremia es una manera positiva de ver, de estar y de andar en la vida. En medio de risas, saberes, pensares y sus haceres del día al día, un grupo de mujeres chatinas de la comunidad de Santa María Magdalena Tiltepec, en el municipio de Santos Reyes Nopala, reflexionaron en torno a aquellas cosas que verdaderamente son necesarias para la vida y que no pueden faltarle a las personas ni a los pueblos para vivir saludable y dignamente.
Conceptos claves de la alegremia dieron la pauta para la reflexión.
Aire, agua, alimentos sanos, abrigo/albergue, amor, arte y aprendizaje. Las mujeres compartieron la importancia que tienen el aire no contaminado para la vida y los árboles en la generación de éste; el agua como elemento indispensable para la vida; los alimentos sanos para dar fuerza cada día; la importancia del abrigo, desde la ropa, hasta los árboles por su sombra, y de la casa, como un espacio de convivencia con nuestras familias,
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