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Lo Normal Y Lo Patológico.


Enviado por   •  19 de Febrero de 2012  •  2.338 Palabras (10 Páginas)  •  723 Visitas

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Lo normal y lo patológico.

En el grupo no todos nos conocíamos pero sabíamos que algo nos identificaba, una curiosidad, lo que nos motivo en las futuras reuniones del cartel.

Todo empezó ante la pregunta: ¿qué es lo normal y lo patológico?

Según lo que la profesora de clínica I A nos hizo leer, “el cartel consiste en un trabajo con otros y es profundamente singular. La tensión entre la identificación que es la operación fundamental en la constitución de un grupo, porque hay que estar loco para no querer identificarse a un grupo, pero hay un momento de desidentificación; una sustracción en relación al grupo cuando se presenta el producto; y esto no tiene que ver con un delirio de originalidad. No hay otra manera de meterse en la dinámica de lo que es un cartel si no es practicándolo…”

Así que intentare meterme en esa dinámica a través de esta practica.

1- ¿Qué es lo normal?

“Se dice de lo que se halla en su estado natural. Que sirve de norma o regla. Regular, ordinario”.

¿Y qué es una norma? Es un “ordenamiento imperativo de acción que persigue un fin determinado con la característica de ser rígido en su aplicación. Regla, disposición o criterio que establece una autoridad para regular acciones de los distintos agentes económicos, o bien para regular los procedimientos que se deben seguir para la realización de las tareas asignadas. Se traduce en un enunciado técnico que a través de parámetros cuantitativos y/o cualitativos sirve de guía para la acción. Generalmente la norma conlleva una estructura de sanciones para quienes no la observen”.

Desde un criterio estadístico de normalidad, la palabra “normal” indicaría la conformidad con la regla, que no se aparta del promedio. Es normal lo que se manifiesta con cierta frecuencia en la población total, según la edad, sexo, raza, procedencia, etc. Entonces la normalidad se enfoca en la mayoría de los casos en relación con los demás, con el ideal o con la regla.

Lo anormal en contraposición, implicaría una desviación de la norma.

Existe el peligro de confundir lo “normal” con lo que se considera habitual. Además, no puede considerarse que algo por ser común sea siempre normal

A modo de ejemplo, vemos que hoy si bien vivimos en una sociedad que valora la explotación interpersonal como adaptativa, no por eso estaríamos en el terreno de la salud.

Distintas épocas y distintas culturas han entendido diferentes estados del individuo como patológicos o normales. Esto sería así porque cada grupo o sociedad, dispone de un sistema de normas y no existen conductas humanas que sean normales o anormales en absoluto, sino con respecto a un contexto.

2- Las categorías de la (a) normalidad.

Como otra definición de normal podemos tomar aquella que se trata de “la actividad mental por medio de la cual el conocimiento, la habilidad, los hábitos, las actitudes e ideales son adquiridos, retenidos y utilizados, originando progresiva adaptación y modificación de la conducta. Es un término que se le da a una persona que supuestamente no cuenta con ninguna discapacidad”.

Es curioso porque todos en mayor o menor grado contamos con alguna cuestión negativa aunque no sea una discapacidad en un sentido estricto; bien sabido es que no existe la perfección en el terreno de lo humano.

Pero una de las primeras ideas que surge sobre la discapacidad es el de la dicotomía normal-anormal. Esta distinción es también frecuente en el vocabulario común para referirse a una persona discapacitada como una persona que no es normal.

Michel Foucault se dedica a estudiar la categoría de los “anormales”, incorporada en Francia en el siglo XIX en los documentos de las pericias medico legales.

Los anormales, explica Foucault, no están en un campo de oposición sino de gradación de lo normal a lo anormal. Su existencia en el discurso no remite a los saberes de la medicina y el derecho en sí, sino a una práctica particular que adultera la regularidad de la institución médica y legal.

Está práctica, la pericia legal, propone un nuevo objeto de estudio, ya no “delincuentes” o “enfermos”, sino lo dicho, “anormales”.

Este término se liga al funcionamiento de un poder que Foucault llama “poder de normalización”, activando así una instancia de control sobre esta nueva categoría de personas. La “anomalía”, en tanto dominio que comienza a verificarse en el siglo XIX, se constituye a partir de tres elementos o figuras: el monstruo humano, el individuo a corregir, y el onanista. Con respecto a lo que aquí nos interesa, Foucault encuentra en el derecho romano una distinción jurídica entre el monstruo y el lisiado, el defectuoso, el deforme, es decir, lo que hoy llamamos discapacitado.

Si se piensa en el discapacitado como objeto de la ley, no natural, sería imprescindible volver sobre ese proceso histórico que Foucault desarrolla que es el “proceso de normalización”. Luego de analizar las organizaciones disciplinarias como dispositivos de una técnica general de ejercicio de poder, Foucault señala que esos aparatos disciplinarios tienen efectos de normalización. La norma, en tanto portadora de una pretensión de poder, no se define “como una ley natural”, sino por el papel de exigencia y coerción que es capaz de ejercer con respecto a los ámbitos en que se aplica.

Si se piensa hoy en los discapacitados siguiendo a Foucault habría que sostener que la norma que los califica también pretende corregirlos, que no los excluye ni los rechaza, sino que los somete a técnicas positivas de intervención y transformación.

Quien porte diagnostico de anormal deberá enfrentar el duro camino del retorno a lo normal, convirtiéndose en objeto de intervención de los profesionales que deben hacerse cargo de la anormalidad.

El sujeto ya no es tal, sino sólo un objeto, perderá su nombre, pasará a ser llamado por su déficit y podrá ser mirado, medido, evaluado, corregido y vuelto a corregir, medicado, internado, escondido, expulsado, “integrado”, controlado. Prácticas que esconden su sentido de protección de los normales frente al peligro de la anormalidad. Establecer demarcaciones para distinguir lo Uno mismo del “resto”, distinguir para protegernos, para no correr el riesgo de convertirnos en el Otro; tal es el sentido de la noción de normalidad.

3-

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