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Medicina Legal


Enviado por   •  1 de Julio de 2014  •  5.480 Palabras (22 Páginas)  •  156 Visitas

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La tanatología: es una rama de la Medicina Legal que se encarga del estudio del cadáver y de los fenómenos que en él se operan. Así como las modificaciones morfológicas en el cuerpo humano, desde el paso de la vida a la muerte y de las transformaciones que se producen en el cuerpo hasta la total descomposición y desintegración.

Diagnóstico de la muerte

• Lo primero que hace un médico para certificar la muerte de una persona es verificar si está realmente muerta, para luego emitir el certificado de defunción.

• Los parámetros que se explora son generalmente los siguientes:

 El estado de conciencia de la persona.

 La sensibilidad

 Los movimientos.

Luego se procede a realizar algunas otras comprobaciones especialmente se examina los ojos, su hidratación, reflejos, color, etc.

Lo que se hace mediante una linterna o fuente de luz, se toma el pulso y se ausculta el corazón, puede ser que la persona solo se encuentre en estado de muerte aparente.

Muerte súbita: Fallecimiento inesperado de una persona.

Es frecuentemente difícil establecer con certeza la causa de una muerte natural sobrevenida inopinadamente. Las diversas investigaciones necesarias para establecer un diagnóstico médico legal comprenden: El estudio de los antecedentes, la exploración clínica, las investigaciones necrósicas e histológicas, y si procede, el análisis toxicológico.

Antecedentes. -La averiguación de las circunstancias del fallecimiento aporta preciosos datos sobre los antecedentes patológicos del sujeto y sobre las causas ocasionales que han podido intervenir para provocar una muerte súbita. Numerosos factores deben recordarse:

El sexo: hombres en 3/4 partes de casos; la edad: viejos y niños, los primeros sujetos a afecciones agudas ambulatorias, de marcha insidiosa, y a afecciones crónicas; el frío provoca congestiones viscerales (baño frío); el calor, causa de síncope en las insuficiencias aórticas por la anemia profunda consecutiva a la hiperemia cutánea; influencias meteorológicas, a las cuales se atribuyen las muertes súbitas en serie: Así, la elevación de la presión barométrica bastaría para ocasionar hemorragias cerebrales en los predispuestos; estado de digestión y de repleción gástrica que favorecen el síncope; excesos alimenticios o productos averiados responsables de crisis de uremia; alcoholismo agudo sobreañadido al frío o a la azotemia; fatiga, esfuerzo, coito, en los hipertensos y cardíacos; papel importante del miedo, del dolor, de la emoción, cuya localización depende del estado anterior del órgano afecto (Sófocles, Filemón, Diágoras, Pitt, León X, murieron súbitamente bajo la influencia de una satisfacción intensa o de una viva emoción); estado de debilidad orgánica, «agotamiento metabólico» por el frío, la humedad, la fatiga, la inanición; herencia: predisposición sincopal.

II. Manifestaciones clínicas. -La intervención medicolegal tiene lugar después de la muerte. Desde este hecho la sintomatología que la ha precedido es reconstituida retrospectivamente con mucha imprecisión.

Un diagnóstico diferencial de los comas, por ejemplo, es prácticamente imposible. Todo lo más se puede averiguar que el enfermo ha presentado fenómenos intestinales hiperagudos o asfícticos o Cardíacos o convulsivos o comatosos. Se especifica también que la muerte ha sobrevenido sin testigos.

III. Observaciones anatomopatológicas. -Las muertes súbitas no se acompañan de ninguna lesión traumática, salvo si ha habido caída concomitante. El levantamiento del cadáver es, pues, insuficiente. El diagnóstico de apoplejía con frecuencia aportado es inadmisible. La autopsia es absolutamente necesaria.

Desde el punto de vista medicolegal, el estudio clásico, aparato por aparato, de las causas de muerte súbita, importa menos que la exposición. de las dificultades que encuentra el médico legista para interpretar las observaciones anatomopatológicas.

Muerte súbita orgánica: Son los casos simples en que la autopsia disipa toda incertitud revelando la existencia de lesiones anatómicas o de destrucciones incompatibles con la vida y de causa interna. Se trata indiscutiblemente de una muerte orgánica natural, cuya causa vascular, visceral o tisular es patente, tangible: hemorragia interna fulminante, embolia, ruptura o perforación de órganos, supuración silenciosa o hipertóxica, edema pulmonar agudo, tumor de centros nerviosos, etcétera. Estos diversos procesos, mórbidos de evolución, rápidamente fatales se observan en las afecciones siguientes:

Afecciones cardiovasculares: La embolia de la arteria pulmonar, causa de muerte súbita o rápida (2,5 %), ignorada clínicamente con frecuencia, debe ser sistemática y metódicamente buscada; las operaciones más embolígenas son la prostatectomía por adenoma, la cura de hernia no complicada, las intervenciones por cáncer de colon o de recto , los enclavamientos de cuello femoral, las ablaciones de tumores cerebrales, las fracturas de pierna (un caso por 300). Habitualmente, la embolia se observa del octavo al dieciseisavo días siguientes a la operación y excepcionalmente después del vigésimo día. Una flebitis puede permanecer latente en los cardíacos; trombosis cardiaca y embolia de las cavidades auriculoventriculares o de las coronarlas; ruptura cardiaca consecutiva a un infarto; infarto reciente miocárdico de la pared anterior del ventrículo izquierdo o del tabique (sufusiones hemorrágicas del miocardio)(*); ruptura vascular (aeurisma o ulceración de placa ateromatosa); pericarditis aguda; sínfisis pericárdica.

Afecciones pleuropulmonares (15% de los casos): edema agudo de pulmón (los pulmones son voluminosos y no crepitan); están ingurgitados de exudado albuminoso, espumoso, asalmonado; existe a veces un complejo cardiorrenal significativo: nefritis crónica intersticial e hipertrofia del ventrículo izquierdo, o bien una insuficiencia aórtica, o una aortitis sifilítica; congestión pulmonar masiva (gripe); pleuresía latente; hemoptisis fulminante; embolia grasosa.

Afecciones del sistema nervioso (15 a 20% de los casos): hemorragias cerebrales parenquimatosas o ventriculares (ictus apopléctico ) acompañadas de hipertrofia cardiaca, de nefritis crónica o de aortitis

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