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Medio Ambiente y el futuro de la Tierra


Enviado por   •  25 de Febrero de 2020  •  Resúmenes  •  2.860 Palabras (12 Páginas)  •  90 Visitas

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Como todos sabemos, hoy la sociedad está en el ojo de una inmensa crisis de civilización, una crisis de sentido y de falta de rumbo histórico. No sabemos hacia dónde vamos y somos entregados a un sistema económico que absorbió lo político y que hace de todo mercancía: desde el sexo hasta la Santísima Trinidad, con todo se puede ganar dinero. Todo eso se rige por la competencia y no por la cooperación. Por eso hay tantos millones y millones de marginados y excluidos. la sociedad moderna se construye sobre el pensamiento funcionalista, sobre la burocracia, sobre la secularización que ha producido el desencantamiento del mundo. Vivimos desencantados: desencantados con el mundo, desencantados con la política, desencantados con nuestras personalidades políticas. Vivimos en la era del desencanto y ¿cómo reencantar a la humanidad?

Nietzsche nos trae otro elemento que es la muerte de Dios. No es que Dios murió, porque un Dios que muere no es Dios. Es que nosotros hemos matado a Dios, nos dice Nietzsche. ¿Qué significa esto? Que Dios no tiene relevancia social, no se construye cohesión alrededor de la idea de trascendencia de Dios. Y por eso vivimos en el desamparo existencial.

 Por millares de años la humanidad encontraba en las religiones una referencia trascendente, la razón para estar juntos, para crear una comunidad y la cohesión social. Ahora eso ya no funciona. Eso no significa que impera el ateísmo, pues lo que se opone a la religión no es el ateísmo. Lo que se opone a la religión es la ruptura, la falta de un lazo que ligue y religue todas las cosas. Y hoy vivimos colectivamente rotos desde dentro y desamparados. moderna se construye sobre el pensamiento funcionalista, sobre la burocracia, sobre la secularización que ha producido el desencantamiento del mundo.

Es en este contexto que hay que entender la gravedad de la crisis actual, que tiene un agravante muy importante, porque hasta hoy se decía: vamos al encuentro de una gran crisis civilizacional, crisis del sistema de la vida, crisis del sistema de la Tierra. nos han dado los datos reales de la situación de la Tierra: que estamos ya dentro de un cambio irrefrenable de la Tierra, que ella se va a calentar entre 1,8 y 4, y en algunos sitios hasta 6,4 grados Celsius, y que eso significará en los próximos treinta o cuarenta años inmensas devastaciones en el sistema de la vida. Millones de personas pueden desaparecer. En Brasil, ha tenido el privilegio de tener tanto sol, ésa será su desgracia, prácticamente contará con dos tercios del país inhabitables por exceso de calor y habrá una sabanización acelerada, ya que la Amazonia no aguanta esos niveles de calentamiento.  Esta realidad, esto nos hace pensar. No basta solamente, como sugiere el documento de esos científicos, con adaptarse a la nueva realidad, ni es suficiente aminorar los efectos dañinos del calentamiento global, sino que hay que ir a algo más profundo: hay que refundar el sentido de la vida, hay que recrear una nueva espiritualidad; es decir, un nuevo sentido más amplio de nuestro pasar por este mundo, de nuestra coexistencia como seres humanos, para hacer que la Tierra, la humanidad, puedan, sigan teniendo futuro. El fondo es ¿cómo salir de esa crisis? Si la crisis es global, la solución también tiene que ser global. Y para eso hay que mirar lejos hacia atrás, mirar lejos hacia delante y mirar lejos hacia arriba, porque cuando entramos en crisis nos planteamos las cuestiones más fundamentales: quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, cuál es nuestro lugar en el conjunto de los seres de la naturaleza, cuál es nuestra misión en este mundo. En momentos de crisis ésas son las cuestiones básicas que hay que contestar, cada uno personalmente y colectivamente las comunidades humanas, la humanidad que se encuentra globalizada. Cuando cinco o seis millones de años atrás, nues-tros ancestros antropoides salían a recolectar alimentos y cazar para comer, no comían, como hacían los animales, sólo ellos, sino que lo traían todo para el grupo y lo repartían fraternalmente y cooperativamente entre ellos. Ese gesto de cooperación es fundador de la humanidad. Permitió el salto de la animalidad a la humanidad. Por eso es que la cooperación, la solidaridad, la interdependencia de unos y otros no es una ley entre otras; es la ley fundamental del universo y de la vida humana. Por eso mismo es tan perverso el capitalismo, que pone todo el acento en el individuo, en la competencia y no en la cooperación. Somos seres vivos, mejor dicho: somos mamíferos vivos, mamíferos conscientes. ¿Por qué mamíferos? Porque hace 125 millones de años, cuando emergieron los mamíferos, emergió algo único que no había antes en la historia: nació el afecto, el cuidado, el cariño, el amor que cada mamífero tiene por sus crías. Nosotros venimos de esta tradición, somos seres de cuidado, seres de sensibilidad, sensibilidad que hace falta en el mundo de hoy. todos los seres vivos, desde la bacterias, hasta los animales y nosotros, todos los seres vivos tienen fundamentalmente el mismo código genético. Eso significa que todos los seres vivos son parientes, constituyen la gran comunidad de vida y nosotros somos una parte de esa comunidad de vida.

Todos los vivientes poseen órganos especializados que les garantizan la supervivencia y la vida, el ser humano no; biológicamente es un ser carente, no tenemos ningún órgano especializado. Tenemos que intervenir la naturaleza. Tenemos que crear nuestro hábitat, nuestro hogar. Y estamos obligados a hacer cultura, a hacer historia, a intervenir la realidad, a crear el ámbito que protege nuestras vidas y defiende nuestra existencia. La acumulación de esas intervenciones significa la cultura y la historia. Somos seres culturales. La evolución posiblemente jamás iba a producir un micrófono o esas luces eléctricas, no obstante, a través del ser humano ha producido una cultura, la tecnología, sin las cuales no tendríamos condiciones de supervivencia. Y lo ha hecho de mil formas diferentes, por eso hay tantas culturas, tanta diversidad de expresiones humanas. Podemos ser humanos de mil formas diferentes: podemos serlo como latinoamericanos, como guaraníes, como yanomamis, como chinos, como hindúes. Mil formas de estar presentes y de organizar el mundo. También somos seres con la última irreductibilidad, que es la historia personal de cada uno. Cada uno es irrepetible en el universo, cada uno es uno y único. Por eso en cada persona humana, hombre o mujer, de alguna manera culmina el proceso de evolución, porque tenemos capacidad de decidir, de plasmar nuestro futuro. Este ser humano es irrepetible, es único en la historia pasada y será único en la historia futura. Pero él tiene algo de sagrado, por su libertad puede dar un destino a su vida, feliz o infeliz, realizada o frustrada, desde el momento único de constitución de nuestra individualidad, de nuestra personalidad. Y eso hay que reconocerlo como un dato filosófico, ontológico, es decir irreductible del ser humano. Cada uno es único y tiene su destino y es responsable por ese destino; cada uno tiene la capacidad de ejercer su libertad como decisión, esto es, algo que pone una realidad nueva en la historia.Si queremos salir de la crisis hay que mirar lejos hacia atrás. Hemos pasado tantos millones de años y hemos llegado. ¿Cómo va el camino hacia adelante? Hay que mirar asimismo lejos hacia delante. Creo que tenemos cuatro retos primordiales para el futuro que nos toca vivir. Primero, de cara a la crisis y al clamor ecológico, hay que garantizar el futuro de la Tierra, y ese futuro no está garantizado. Ese gran cosmólogo y científico, Carl Sagan, consignó en su testamento antes de morir: Las fuerzas directivas del universo ya no pueden garantizar el futuro de

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