Medio ambiente y desarrollo sustentable global

Medio ambiente y desarrollo sustentable global.

1. Descripción breve
2. Desarrollo del tema
3. Conclusión
4. Recapitulación
5. Actividades a realizar
6. BIBLIOGRAFÍA

1. Descripción breve

Objetivo:

La presente unidad tiene como objetivo destacar la relación que existe entre el fenómeno globalizador y el medio ambiente. Hasta hace unos cuantos años, se consideró que la Naturaleza y todo los bienes con ella relacionados, nos estaban dados de forma gratuita; prácticamente eran bienes considerados libres. Sin embargo, durante los últimos 30 años se ha ido generando una mayor conciencia del impacto que la actividad humana ha tenido en la Naturaleza, de los altos costos asociados para mantenerla y de los altísimos costos derivados de su recuperación o de su destrucción.

Los cambios climáticos, la guerra, la pobreza, la desertificación y la contaminación son señales de problemas más profundos en nuestras sociedades. Actúan como canarios en las minas de carbón, nos advierten cuando el sistema está por explotar. Los artículos de esta sección tratan estas señales de peligro desde una variedad de perspectivas internacionales. Enfatizan la necesidad de cooperar y actuar a niveles local, regional y mundial, y pedir políticas y programas bien definidos para extinguir estas amenazas al desarrollo sostenible mundial a largo plazo.

La degradación del suelo, de los recursos forestales, hídricos, animales y vegetales se hace más y más común. Los resultados se manifiestan en sequías, desertificación, disminución en la producción agrícola, y una pérdida de recursos de energía renovables como la madera, entre otras cosas

La contaminación del aire, del agua y del suelo, presenta un impacto significante en nuestro medio ambiente, en la salud humana y, en algunos casos, en las economías. Los artículos a continuación destacan estos problemas y proponen soluciones para mitigar el escape de contaminantes hacia el medio ambiente y para eliminar adecuadamente desechos de una variedad de fuentes. Si le interesan estos temas, consulte las secciones de aire y agua dulce.

Desarrollo del tema

El acelerado desarrollo económico que conoció el mundo durante los últimos 150 años se logró, en muchos casos, a expensas del deterioro ambiental mundial. Los elementos de la naturaleza fueron considerados como bienes libres, gratuitos, de los que podía disponerse en forma indiscriminada.

Las evidencias han demostrado que estas suposiciones eran equivocadas: el deterioro de la capa de ozono que protege a hombres, animales y plantas de los perjudiciales rayos ultravioletas; la destrucción de los bosques que ayudan a purificar el aire que respiramos y el agua que bebemos y que transforman los desechos en recursos y reducen en la atmósfera los niveles de carbono; la desaparición de especies de la flora y la fauna que pueden ser utilizadas como medicinas y alimentos, entre otros muchos ejemplos, son una muestra de la capacidad depredatoria del ser humano.

De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas, durante el siglo XX, el entorno natural ha tenido que soportar las tensiones impuestas por el aumento de la población humana, la cual pasó de 1,500 a 6,000 millones. La producción económica mundial, se multiplicó, durante el mismo lapso, por 18. Se estima que para el año 2050 la población mundial ascenderá a más de 9.000 millones, con la consiguiente demanda de satisfactores. La presión que se ejercerá sobre el ambiente será aún mayor y ello puede poner en peligro la salud de la Naturaleza, del planeta y la viabilidad misma de la humanidad.

La sustentabilidad del medio ambiente, definida como la capacidad de obtener niveles de crecimiento económico y progreso social con equidad, sin comprometer la base natural que sustenta a la población actual y que permita igualmente satisfacer las necesidades de las generaciones futuras, es ya un problema que afecta a todos los países por igual. Tanto los países ricos como los países pobres han contribuído y contribuyen a la degradación del ambiente y, de la misma manera, sufren las consecuencias de su deterioro: las dramáticas variaciones climáticas que se han presentado en los últimos años se han atribuído al efecto “invernadero” ocasionado por la acumulación de gases derivados de la combustión del petróleo y sus derivados. Estos fenómenos no reconocen fronteras ni condiciones sociales.

Es por ello imperativo el desarrollar sistemas que permitan atender a las necesidades económicas del presente sin comprometer la capacidad del planeta para satisfacer las necesidades de las generaciones futuras. Sin embargo, debemos enfrentarnos a una realidad ineludible: los problemas que plantea la sostenibilidad superan con mucho las soluciones que se han ofrecido, las cuales con frecuencia son insuficientes y tardías.

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La protección de la capa de ozono: un éxito en la defensa del medio ambiente.[pic 2]

A principios del decenio de 1970 existían suficientes pruebas de que los clorofluorocarbonos (CFC) dañaban la capa de ozono de la estratosfera y aumentaban la radiación por rayos ultravioleta B (UV–B) en la superficie terrestre. Dado que la capa de ozono protege a los seres humanos, los animales y las plantas de los efectos nocivos de los rayos UV–B, el constante aumento de los CFC y otras sustancias que agotan la capa de ozono planteaba un importante riesgo potencial para la salud. Sin embargo, fueron necesarios un decenio y medio de esfuerzos cada vez más intensos para lograr un acuerdo que permitiera resolver el problema. El Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, de 1987, fue un hito en los acuerdos internacionales sobre el medio ambiente y ha tenido un éxito notable. En 1996 se había suprimido la producción de las sustancias más nocivas para la capa de ozono, excepto unas pocas cuyo uso era imprescindible en los países desarrollados; está prevista su eliminación paulatina en los países en desarrollo antes del año 2010. Sin el Protocolo, los niveles de estas sustancias serían ahora cinco veces más altos de lo que son y la radiación por UV–B en la superficie terrestre se habría duplicado en las latitudes medias del hemisferio norte. Según estimaciones actuales, para el año 2050 la concentración de CFC en la capa de ozono habrá vuelto al nivel de antes de 1980.

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