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Globalización, Racionalidad Ambiental Y Desarrollo Sustentable

Sitfryd19 de Enero de 2014

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Introducción

Hacia la década de los años sesenta algo nuevo apareció en la percepción del

mundo, de los valores de la vida y los presupuestos del desarrollo. Algo que había

quedado oculto, desconocido y subyugado por los regímenes políticos autoritarios, por

el poder de la tecnología y por la pasión del crecimiento, irrumpe de repente en las

conciencias de la gente. Emerge así una resistencia pacifista ante al desgarramiento

de las guerras y el horror de los holocaustos, luchas de liberación ante la explotación

y la dependencia, movimientos de emancipación frente a las desigualdades sociales y

de género, una conciencia desalienadora y participativa en búsqueda de nuevos

estilos de convivencia y de desarrollo.

Con estos movimientos surge una percepción de la destrucción de la

naturaleza, de que algo anda mal en la concepción del progreso, en el dominio de la

ciencia sobre la naturaleza, en las promesas incumplidas del desarrollo. Se va

configurando una conciencia ambiental sobre los límites del crecimiento, la

irracionalidad de la racionalidad económica dominante, la destrucción de las bases

ecológicas de sustentabilidad del planeta, el círculo perverso de degradación

ambiental y pobreza.

Todos estos problemas, concebidos como externalidades del sistema

¾porque los produce la economía pero no tiene los conceptos ni los instrumentos

para comprenderlos ni para solucionarlos¾, van configurando el campo del ambiente.

Éste aparece en las formas diversas de contaminación del aire y de los recursos

hídricos y del suelo; de la desforestación y pérdida de biodiversidad; de la erosión,

desertificación y pérdida de fertilidad de la tierra; del calentamiento global y el

enrarecimiento de la capa estratosférica del ozono; de la degradación de la calidad de

vida de la gente.

La conciencia ambiental se expandió a escala mundial en los años setenta con

la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada

en Estocolmo en 1972. En ese momento se señalan los límites de la racionalidad

económica y los desafíos que genera la degradación ambiental al proyecto civilizatorio

de la modernidad. La escasez, fundante de la teoría y práctica económica, se convirtió

en una escasez global. Ésta ya no es resoluble mediante el progreso técnico, por la

sustitución de recursos escasos por otros más abundantes, al tiempo que los

desechos y el calor generados por el crecimiento desenfrenado de la producción van

saturando al ambiente, rompiendo los equilibrios ecológicos de los que depende la

sustentabilidad de la vida y de la economía.

Los límites del crecimiento hacen sonar la alarma ecológica que revela los

límites físicos del planeta para proseguir la marcha acumulativa de la contaminación,

de la explotación de los recursos naturales y del crecimiento demográfico. Por primera

vez se advierten las condiciones que impone la segunda ley de la termodinámica al

crecimiento económico que se alimenta de la desorganización de los ecosistemas, la

pérdida de productividad de las tierras y la transformación tecnológica de los recursos,

enfrentándose a la ineluctable degradación entrópica de los procesos productivos. Es

esta degradación de la energía útil lo que se manifiesta en el calentamiento global del

planeta, como efecto de la creciente producción de gases invernadero y la

disminución de la capacidad de absorción de dióxido de carbono debido al avance de

la desforestación.

El ecodesarrollo

La problemática ambiental surge como síntoma de una crisis de civilización,

cuestionando las bases mismas de la racionalidad económica, los valores de la

modernidad y los fundamentos de las ciencias que fueron fraccionando el

conocimiento sobre el mundo. De esta manera se plantea la necesidad de dar bases

de sustentabilidad ecológica y de equidad social al proceso de desarrollo. En la

percepción de esta crisis ambiental se configuran las estrategias del ecodesarrollo,

postulando la necesidad de fundar nuevos modos de producción y estilos de vida en

las condiciones y potencialidades ecológicas de cada región, así como en la

diversidad étnica y la capacidad propia de las poblaciones para autogestionar sus

recursos naturales y sus procesos productivos.

El ecodesarrollo aparece en un momento en que las teorías de la

dependencia, del intercambio desigual y de la acumulación interna de capital, orientan

la planificación del desarrollo. Al mismo tiempo surge un movimiento intelectual que

abre las fronteras de las ciencias para construir un conocimiento holístico, capaz de

comprender las interrelaciones entre los procesos naturales y sociales. De allí emerge

un pensamiento de la complejidad y la búsqueda de métodos interdisciplinarios para

el estudio de una realidad compleja que no se deja aprehender por las visiones

parcializadas de los paradigmas disciplinarios.

Desde esta nueva percepción del conocimiento y del desarrollo como procesos

complejos, se construye el concepto de ambiente. Primero se plantea como una

nueva dimensión que debe atravesar a todos los sectores de la economía, de las

ciencias y del sistema educativo, de los valores éticos y el comportamiento humano.

Pero el ambiente es más que la ecología. El ambiente aparece como un nuevo

potencial de desarrollo, basado en la articulación sinergética de la productividad

ecológica del sistema de recursos naturales, de la productividad de sistemas

tecnológicos apropiados, y de la productividad cultural que proviene de la movilización

de los valores conservacionistas, de la creatividad social y de la diversidad cultural.

En este sentido, el ambiente se va configurando como un potencial para un

desarrollo alternativo al crecimiento económico, que por ser ecológicamente

sustentable, culturalmente diverso, socialmente equitativo, democrático y participativo,

sería sostenible y duradero. Este concepto de ambiente sienta las bases para un

proceso de desarrollo y coevolución de la vida y la cultura dentro de diferentes estilos

de eco-etno-desarrollo.

La perspectiva ambiental del desarrollo emerge así como una nueva visión del

proceso civilizatorio de la humanidad. La crisis ambiental vino a cuestionar las bases

conceptuales que han impulsado y legitimado el crecimiento económico, negando a la

naturaleza. La sustentabilidad ecológica aparece como un criterio normativo para la

reconstrucción del orden económico, como una condición para la sobrevivencia

humana y para el logro de un desarrollo durable, problematizando los valores sociales

y las bases mismas de la producción.

La visión mecanicista que produjo la razón cartesiana se convirtió en el

principio constitutivo de la teoría económica. Esta ha predominado sobre los

paradigmas organicistas de los procesos de la vida, orientando el desarrollo antinatura

de la civilización moderna. De esta forma, la racionalidad económica desterró a la

naturaleza de la esfera de la producción, generando procesos de destrucción

ecológica y degradación ambiental. El concepto de sustentabilidad parte del

reconocimiento de la función que cumple la naturaleza como soporte, condición y

potencial del proceso de producción.

Las estrategias del ecodesarrollo promovieron nuevos estilos de desarrollo,

fundados en las condiciones y potencialidades de los ecosistemas y en el manejo

prudente de los recursos. El proceso económico es condicionado por las leyes de la

termodinámica que rigen la degradación de energía en todo proceso productivo. La

economía es concebida dentro de un sistema físico-biológico más amplio. De allí

surgieron los nuevos paradigmas de la economía ecologista que buscan integrar el

proceso económico con la dinámica ecológica y poblacional.

Las propuestas del ecodesarrollo se fueron disolviendo ante la dificultad de

flexibilizar a las instituciones y a los instrumentos de la planificación para internalizar

esta visión transectorial del desarrollo. Sin embargo, el concepto de ambiente fue

cobrando un sentido estratégico en el proceso político de supresión de las

externalidades del desarrollo ¾la explotación económica de la naturaleza, la

degradación ambiental, la desigual distribución social de los costos ecológicos y la

marginación social¾, que persisten a pesar de los programas de ecologización de los

procesos productivos y de capitalización de la naturaleza.

La degradación ambiental es el síntoma de una crisis de civilización, marcada

por el predominio de la tecnología sobre la naturaleza. La cuestión ambiental

problematiza las bases mismas de la producción; apunta hacia la desconstrucción del

paradigma económico de la modernidad y a la construcción de una nueva racionalidad

productiva, fundada en los límites de las leyes de la naturaleza, así como en los

potenciales ecológicos y en la creatividad humana.

El desarrollo sustentable

A una década

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