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Mejia Arango Balance Pol Cult Latinoamericanas


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  5.317 Palabras (22 Páginas)  •  314 Visitas

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BALANCE DE LAS POLÍTICAS CULTURALES LATINOAMERICANAS

1960-1997

Juan Luis Mejía Arango

Por solicitud de la fundación “Centro Español de Estudios de América Latina”, CEDEAL, y como parte del Seminario “Las políticas culturales en América Latina y la Unión Europea. Balance y perspectivas ante el año 2000”, presentamos el siguiente texto, no sin antes hacer las siguientes advertencias:

 Como todo documento con ambiciones generalizadoras, presenta vacíos o falta de énfasis en determinados aspectos. Además, y dada su extensión, muchos de los temas han sido tratados de manera superficial o ligera.

 Para su elaboración, hubiera deseado contar con mayores fuentes documentales y series estadísticas confiables que permitieran sustentar conceptos con cifras concretas. La ausencia de mayor documentación es un indicador del estado del sector cultural en la región. Por ello muchas de las apreciaciones están sustentadas más en intuiciones, observaciones y experiencias personales que en contundentes cifras estadísticas.

Tiene pues el documento un marcado carácter subjetivo y no pretende sentar doctrina en ningún aspecto. Es un texto abierto, incitador a la discusión y el análisis.

 Dos problemas adicionales se presentan al encarar el tema propuesto por el CEDEAL: me refiero al espacio y al tiempo en el cual debemos concentrarnos.

En cuanto al espacio, el concepto de América Latina nos concentra en un ámbito geográfico, pero no deja de presentar problemas desde el punto de vista cultura. En una de sus lúcidas entrevistas, Jorge Luis Borges afirmó que los únicos europeos éramos nosotros los latinoamericanos, que vemos a Europa como una totalidad de la que nos sentimos herederos, mientras que nadie en Europa se siente europeo sino español, francés, sueco o alemán. (1)

Algo parecido ocurre hoy con Latinoamérica. Pasada la euforia, el sueño de los años 60’s de una América Latina homogénea culturalmente, hoy debemos enfrenarnos a una región con niveles de desarrollo desiguales, con ámbitos y perspectivas disímiles y aún con agudas confrontaciones internas. Sin embargo existen generales, una unidad de lengua y sobre todo una problemática común que incita la búsqueda de una visión de conjunto.

El otro dilema se refiere al tiempo en el cual debíamos ubicarnos. El concepto “Política cultural” permite fijar ciertos parámetros. Si bien durante todo el siglo XX los Estados Latinoamericanos realizaron acciones valiosas alrededor de la cultura, si bien existen legislaciones culturales promulgadas desde principios del siglo, el concepto “Política cultural” sólo se utiliza desde hace unas tres décadas. En un artículo de la exministra venezolana Evangelina García Prince, afirma que “Nadie para los años cincuenta hablaba de políticas culturales, aun cuando de hecho y de derecho existían plenamente” (2). Por lo tanto, como lo sugiere el título del documento, se parte de los años sesenta, época en la cual se empieza a hablar con propiedad de las políticas culturales.

LOS SESENTA Y SETENTA. “LA GUERRA FRÍA CALIENTA EL CONTINENTE”.

La manera de enfrentar el subdesarrollo en América Latina en los años 60’s, sirve de escenario a tendencias enmarcadas en la llamada guerra fría, las cuales determinarán la dinámica social, política, económica y cultural del continente.

De un lado, la Revolución Cubana llena de optimismo a amplios sectores que ven en el ejemplo caribeño una opción política realizable.

Desde otra óptica, el cambio de rumbo político, y las estrategias económicas de lucha contra el subdesarrollo, son inspiradas por organismos de la familia de las Naciones Unidas bajo los postulados de la “Primera Década para el Desarrollo”, y por el cambio de rumbo de la política de Estados Unidos hacia América Latina comprendido bajo la “Alianza para el progreso”.

REVOLUCIÓN O REFORMA.

El continente es el escenario de las dos tendencias, de dos tensiones. Para un amplio sector, el objetivo era lograr independencia política y justicia social a través de la revolución como lo había logrado Cuba. En las estructuras de poder, se hablaba de progreso y desarrollo dentro del orden y bajo la reforma del Estado, el cual debía impulsar cambios en lo político y ser el promotor del desarrollo a través de la planificación de la economía. El 5% de crecimiento anual de PIB se convirtió en la meta obsesiva, cuyo logro permitiría superar el subdesarrollo y tercermundismo crónicos del continente. La sustitución de importaciones a través de la industrialización, requería de un Estado racional, eficiente, más técnico que político. Se emprendió una gran reforma administrativa para tratar de adecuar la estructura con las nuevas tendencias.

Dentro de las reformas que buscaban racionalidad y eficiencia, la cultura, si bien no se considero aún como sector, si entró en la reorganización ya que en todos los países existían distintas entidades culturales estatales –museos, bibliotecas, archivos y teatros nacionales, casas de cultura, oficinas de divulgación o extensión cultural adscritas a los ministerios de educación y algunos institutos de Antropología– los cuales debían tener una administración común, acorde a la tendencia racional y eficiente del gasto público.

La Institucionalización se asume de acuerdo a las características y esquemas administrativos de cada país. Ministerios, Consejos, Secretarías, Institutos, Viceministerios, Subsecretarías, son las distintas denominaciones que adquieren los entes que tratan de agrupar las tradicionales entidades. En muchos casos, las entidades se reagruparon pero continuó existiendo vínculo o dependencia con los Ministerios de Educación y en muchos casos las funciones se compartieron con otras áreas como deportes, turismo o recreación.

La nueva institucionalidad cultural estaba inspirada por las tendencias que iba marcando la UNESCO y la influencia que en el continente ejerció el Ministerio de Cultura de Francia creado en 1959.

En términos generales, podemos caracterizar aquella época en los siguientes términos:

- La dirección se encomendó a intelectuales de reconocida trayectoria, tratando de emular el papel casi mítico de André Malraux en Francia. En esta etapa, salvo algunos casos admirables, es palpable el empirismo, la intuición y las

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