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Nacimiento y desarrollo de la bioética

marigisanchezTrabajo2 de Marzo de 2015

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II. Bioética

Origen y concepto

NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA BIOÉTICA

El término «bioética» (del griego bios, vida y ethos, ética) es un nombre nuevo, utilizado por

vez primera por el oncólogo estadounidense Van Rensselaer Potter en su libro Bioética: un puente

hacia el futuro (1971), en el que propone la siguiente definición de su neologismo: «Puede definirse

como el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias humanas y de la aten-

ción sanitaria, en cuanto se examina esta conducta a la luz de valores y principios morales». Sin

embargo, debe tenerse en cuenta que estamos ante un término nuevo para afrontar una realidad ya

antigua. Como ha afirmado C. E. Taylor, ninguna profesión ha sido tan consciente como la medicina,

desde épocas tan antiguas, de las dimensiones morales implicadas en su ejercicio.

En efecto, la cultura occidental puede presentar el famoso juramento de Hipócrates (siglos VII

a.C.) como el primer testimonio de esa conciencia de la medicina sobre las implicaciones éticas de la

profesión. El juramento forma parte del llamado Corpus Hippocraticum o conjunto de escritos

atribuidos al que es calificado, con razón, padre de la medicina. Se considera, sin embargo, que el

juramento no tiene como autor a Hipócrates -y ni siquiera representa la forma de entender la praxis

médica en la Escuela Hipocrática- sino que procede muy probablemente de círculos neopitagóricos. El

juramento tiene dos partes fundamentales: en la primera aborda las obligaciones éticas del médico

hacia sus maestros y familiares, mientras que la segunda trata de sus relaciones con el enfermo. Este

documento, puesto bajo la autoridad del padre de la medicina, será recogido por la tradición

occidental, quitándole su inicial invocación dirigida a los dioses del Olimpo, y constituirá un documento

venerable en que se condensan las obligaciones éticas básicas que el médico deberá observar en el

Es importante subrayar que otras culturas, aunque no de forma tan precoz, poseen documen-

tos similares, con importantes puntos de contacto con el contenido del juramento hipocrático. Habría

que citar aquí el llamado «Juramento de Iniciación», Caraka Samhita, del siglo I a.C., procedente de la

India; igualmente, debe hacerse referencia a otros dos documentos, que tienen relación con la

tradición hipocrática: el juramento de Asaph, dentro del mundo judío, probablemente del siglo III-IV

d.C., y el Consejo de un médico, del siglo X d.C., que procede de la medicina árabe. Dentro de la

cultura china se citan Los cinco mandamientos y las diez exigencias, de Chen Shih-Kung, médico

chino de comienzos del siglo XVII, que constituye la mejor síntesis de ética médica de esta cultura. Se

ha afirmado que todos estos documentos tienen cuatro puntos coincidentes: En primer lugar, el

primero non nocere, «ante todo, no hacer daño» -al que más tarde nos referiremos-; la afirmación de la

santidad de la vida humana; la necesidad de que el médico alivie el sufrimiento y, finalmente, la san-

tidad de la relación entre el médico y el enfermo (que se refleja, sobre todo, en que el médico no puede

desvelar los secretos conocidos en su relación con el enfermo ni aprovecharse sexualmente de él).

La preocupación por los aspectos éticos de la medicina fue objeto de atención por parte de la

moral católica, que, en torno al 5° mandamiento, abordó temas especialmente referidos al inicio y final

Concepto de Bioética e Historia 2

de la vida. Al surgir en la Edad Media las primeras Escuelas de Medicina se adopta la costumbre, que

permanece vigente especialmente en el mundo anglosajón, de que los alumnos, al finalizar los

estudios de medicina, profesen solemnemente versiones actualizadas del juramento hipocrático, antes

Se ha presentado al médico inglés, Thomas Percival, como padre de la «ética médica», ya

que éstas son las dos primeras palabras del larguísimo título de su libro -al estilo de la época-

dedicado a ciertos aspectos éticos del ejercicio de la medicina. La obra de Percival, de inicios del siglo

XIX, responde, sobre todo, a una situación en que las tensiones entre los médicos, especialmente por

motivos de competencia profesional, eran muy intensas. Este aspecto es muy abordado en su obra,

por lo que se ha dicho que, más que un texto de ética, se trata de un libro sobre «etiqueta médica»,

que refleja las actitudes del gentleman por encima de las del médico sensible a la problemática ética.

Durante el siglo XIX comienzan a constituirse las primeras asociaciones o colegios médicos en

distintos países en que se subraya el interés por los aspectos éticos de la medicina. Surgen

igualmente los primeros códigos deontológicos, que sintetizan, desde los valores inspirados en la ética

hipocrática, las obligaciones que los médicos deben observar. Precisamente una de los funciones de

los colegios médicos será la de evaluar la ética de los profesionales colegiados en dichas

asociaciones. Un punto crítico en esta historia será la época nazi, que llevará a que 23 médicos

alemanes se sienten en el banquillo de los acusados del tribunal de Nuremberg, de los que 16 fueron

declarados culpables y siete condenados a muerte. Una consecuencia importante de la crisis de la II

Guerra Mundial será también la Declaración de Ginebra (1948), en la Asamblea de la Asociación

Médica Mundial, que significa una actualización de la ética hipocrática después de las brutalidades de

aquella conflagración bélica. En la 2a Asamblea Mundial (1949) se adoptó un Código Internacional de

Ética Médica, inspirado en la Declaración de Ginebra y en los códigos deontológicos de bastantes

Con posterioridad a esa fecha, deben señalarse dos líneas importantes. Por una parte y

especialmente en el mundo anglosajón, comienzan a aparecer códigos deontológicos referidos a

distintas especialidades médicas -en donde hay que situar los códigos de enfermería-. Por otra parte y

ante determinados problemas concretos, la propia comunidad médica desarrolla sus propias directrices

éticas: por ejemplo, a raíz de las experimentaciones nazis surgirá, inspirándose en la sentencia del

tribunal, el Código de Nuremberg, o de forma similar, se definen directrices sobre muerte cerebral ante

los primeros trasplantes cardíacos. Desde el campo religioso, específicamente el católico, a finales del

siglo XIX comienzan a aparecer las primeras obras monográficas dedicadas a temas de moral médica.

Como dijimos, Van Rensselaer Potter utilizó en 1971 el neologismo de «bioética» en el mismo

título de su libro: Bioética: Un puente hacia el futuro. Este término se ha ido difundiendo ampliamente

en los medios de comunicación, y los que nos dedicamos a esta disciplina cada vez con menor

frecuencia nos vemos obligados a dar explicación del significado de este nombre cuando lo tenemos

que utilizar. En el caso español nos parece que la declaración de la Congregación para la Doctrina de

la Fe, Donum vitae, sobre la problemática ética de la procreación asistida humana, a la que los

periodistas con frecuencia calificaron como «el documento vaticano de bioética», sirvió para difundir

Como ha escrito recientemente W. T. Reich, existe una cierta discusión sobre la paternidad de

la palabra «bioética». Después de un estudio pormenorizado, llega a la conclusión de que fue efec-

tivamente Potter el que primero utilizó el nuevo término, pero que debe reconocerse también a André

Hellegers, obstetra holandés que trabajaba en la Universidad de Georgetown, una forma de paternidad

en la introducción del neologismo. Unos seis meses después de la aparición del libro de Potter,

Hellegers utiliza ese término para dar nombre al centro Joseph and Rose Kennedy Institute for the

Concepto de Bioética e Historia 3

Study of Human Reproduction and Bioethics en la citada Universidad de Washington, D. C. Reich

afirma que se puede hablar de un bilocated birth de la bioética, en Madison, Wisconsin, y en el centro

Ese doble lugar del nacimiento de la bioética tiene su especial relevancia por el hecho de que,

aunque debe reconocerse a Potter el origen del término, sin embargo dio a aquélla un contenido dis-

tinto del que le ha correspondido en su desarrollo ulterior. Para el cancerólogo de Madison,

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