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Papa sector agrícola


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  Tesis  •  2.823 Palabras (12 Páginas)  •  288 Visitas

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INTRODUCCIÓN

La globalización implica procesos de creciente interacción e interdependencia que se generan entre las distintas unidades del sistema, incluyendo las ampliaciones del espacio geográfico, la modificación de las relaciones sociales, culturales, políticas, económicas, etc. En las últimas décadas, como resultado de este proceso, han surgido una serie de reformas económicas orientadas a una mayor liberalización de la economía y apertura comercial que exige mejorar la competitividad.

En 1989 Venezuela entró en el proceso de globalización al cambiar la orientación de sus políticas y adoptar un conjunto de reformas estructurales. El propósito fundamental era corregir los insostenibles desequilibrios macroeconó-micos que hacían inviable el modelo de crecimiento interno. Se pretendía conformar una estructura económica menos dependiente del petróleo y un aparato productivo más competitivo y eficiente que mejorara cuantitativa y cualitativamente la participación de Venezuela en el mercado internacional.

En el caso particular del sector agrícola, la reforma económica incluía la reforma comercial como punto de partida. Su objetivo consistía en estimular la producción nacional de bienes que poseen ventajas comparativas a través de la competencia de productos foráneos. Dentro de sus lineamientos se encontraban la eliminación progresiva de los controles de precios, progresiva de los subsidios a los fertilizantes y de las tasas de interés, entre otras.

Esto puede atribuirse a la reforma comercial, la cual ha obligado a los productores a vender sus productos a precios competitivos, para evitar que la papa proveniente de Colombia, Canadá u otros países termine por desplazarlos del mercado nacional.

En este marco resulta evidente la conveniencia de considerar a la competitividad como una prioridad fundamental de las políticas de desarrollo para la región. Esta debe contemplar el desarrollo de estrategias de mercado y comercio, políticas de financiamiento, desarrollo de infraestructuras (vialidad, sistemas de irrigación, escuelas, hospitales, vivienda, tecnología e investigación), con la finalidad de eliminar los obstáculos que inhiben el potencial competitivo; así como incentivar a la productividad y reconversión agrícola en la estrategia competitiva externa. En la medida que se logre un mayor desarrollo tecnológico, la región será más competitiva y por lo tanto las importaciones se reducirían, a la vez que se lograría mantener y /o aumentar la presencia en los mercados nacionales. Con esta finalidad, el presente artículo tiene como propósito la estimación de los indicadores de competitividad de la producción de papa en el municipio Pueblo Llano del estado Mérida. A partir de los valores calculados de participación en el mercado y de cuasi-rentas, se analizan los factores determinantes de la competitividad de la producción de papa este municipio. Los resultados así obtenidos revelan la existencia de competitividad potencial de este rubro para el municipio estudiado.

La papa es una planta alimenticia que procede de las culturas Pre - Incas e Incas. En el territorio peruano se encuentra la mayor cantidad de especies de papa conocidas en el mundo.

Actualmente en el Perú, es el principal cultivo del país en superficie sembrada y representa el 25% del PBI agropecuario. Es la base de la alimentación de la zona andina y es producido por 600 mil pequeñas unidades agrarias. La papa es un cultivo competitivo del trigo y arroz en la dieta alimentaría. es un producto que contiene en 100 gramos; 78 gr. de humedad; 18,5 gr. de almidón y es rico en Potasio (560mg) y vitamina C (20 Mg.).

Es un tubérculo de consumo popular, adaptado a diferentes condiciones climáticas y de suelos de nuestro territorio. Sin embargo, los mejores rendimientos se logran en suelos franco arenosos, profundos, bien drenados y con un Ph de 5,5 a 8,0.

El cultivo de la papa se ve favorecida por la presencia de temperaturas mínimas ligeramente por debajo de sus normales y máximas ligeramente superiores en el período de tuberización.

Aunque hay diferencias de requerimientos términos según la variedad de que se trate, podemos generalizar, sin embargo, que temperaturas máximas o diurnas de 20 a 25°C y mínimas o nocturnas de 8 a 13°C son excelentes para una buena tuberización.

La temperatura media óptima para la tuberización es de 20°C, si la temperatura se incrementa por encima de este valor disminuye la fotosíntesis y aumenta la respiración y por consecuencia hay combustión de hidratos de carbono almacenados en los tubérculos. Las consecuencias negativas de las altas temperaturas diurnas y nocturnas adquiere visos de verdadero dramatismo en el norte de nuestro país cuando aparece el Fenómeno del Niño, en que las altas temperaturas tanto diurnas y nocturnas provocan ausencia total de tubérculos. Siempre, pues, debe haber alternancia de temperatura

Durante la etapa de germinación y fases tempranas de crecimiento las temperaturas altas, por el contrario favorecen el crecimiento vegetativo.

La luminosidad también influyen en la producción de carbohidratos, desde el momento en que es uno de los elementos que interviene en la fotosíntesis. Su influencia no solo se circunscribe a este aspecto, sino también a la distribución de los carbohidratos, siendo su concentración mayor en los tubérculos cuando es alta. La máxima asimilación ocurre a los 60000 lux.

La propagación más generalizada es por tubérculos de 40 a 60 grs. De peso, empleándose de 1 333 a 2000 kg de semilla-tubérculo por hectárea.

El terreno destinado a la siembra debe ser bien trabajando mediante araduras, rastras cruzadas y si fuera posible añadirle materia orgánica.

La siembra más común en nuestro medio es a mano depositando la semilla tubérculo en surcos distanciados a 0.90 a 1.10 metros y con un distanciamiento entre golpes de 0.30 m.

La siembra también puede realizarse mediante el uso de semilla botánica que proviene de las bayas. Estas semillas entran en latencia una vez que son extraídas de las bayas y ésta puede ser rota almacenándolas secas por 4 a 9 meses o tratándolas con ácido giberélico a la concentración de 1500 ppm durante 24 horas.

El abono debe realizarse aplicando a la siembra todo el fósforo y potasio y la mitad de la dosis del nitrógeno, cuidando de que el abono no entre en contacto con la semilla-tubérculo y la queme. El resto de nitrógeno se aplicará al aporque y cuando las plantas han llegado a la altura de la rodilla.

Se recomienda aplicar 150 a 200 kg de nitrógeno y 40 a 60 kg de fósforo por hectárea. Si bien muchos no recomiendan los abonos potásicos debido a que nuestros

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