Tejido Tegumentario
Rocc0020Trabajo5 de Noviembre de 2019
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Introducción
El sistema tegumentario está formado por la piel, el cabello, las uñas, el tejido subcutáneo (bajo la piel), y varias glándulas. La función más obvia del sistema tegumentario es la protección que da la piel a los tejidos internos. La piel no sólo retiene las sustancias más nocivas, sino que también evita la pérdida de fluidos.
Una función importante del tejido subcutáneo es conectar a la piel con los tejidos subyacentes, tales como los músculos. El pelo del cuero cabelludo proporciona a la cabeza un aislamiento contra el frío. El pelo de las cejas y pestañas ayuda a mantener el polvo y el sudor fuera de los ojos y el pelo de nuestras fosas nasales ayuda a mantener el polvo fuera de las cavidades nasales. Cualquier otro pelo en nuestros cuerpos ya no tiene ninguna función, pero es un vestigio de la evolución. Las uñas protegen la punta de los dedos de manos y pies de una lesión mecánica. Las uñas de los dedos nos dan mayor capacidad para recoger objetos pequeños.
La Piel
La piel es un tejido complejo que recubre la superficie del cuerpo. Su estructura y aspecto varían mucho según el individuo, la raza e incluso de una región a otra. Su Superficie parece un mosaico, aunque en algunas regiones adopta un aspecto especial; por ejemplo, los surcos de las yemas de los dedos, que en cada individuo ofrecen una distribución personal inconfundible con la de sus semejantes (impresiones digitales).
La piel es un órgano muy voluminoso, si se examina al microscopio, se advierte en ella la existencia de dos capas principales: una superficial, epitelial, y otra profunda, formada por el tejido de sostén. La capa superficial, integrada por pequeñas escamas córneas, se va renovando continuamente y nuevas células más profundas pasan a ocupar el puesto de las que se han perdido por descamación, que son unos 10 g por día.
Mientras que en la infancia la piel es muy delgada, luego se engrosa, pero en la vejez vuelve a adelgazarse. Su elasticidad también disminuye a medida que va avanzando la edad. El tegumento tiene, Merced a su recambio continuo, una gran capacidad de recuperar cualquier perdida que se le ocasione, mediante una herida, por ejemplo.
Funciones de la Piel
La piel cumple múltiples misiones. En primer lugar, es un órgano de protección contra las más variadas agresiones ambientales. El estrato córneo de la epidermis defiende el organismo contra las pequeñas lesiones mecánicas y se constituye también en una barrera contra los microorganismos que continuamente nos envuelven en cantidades astronómicas. La capa córnea, al ser mala conductora de la temperatura, protege contra el frío intenso y también impide la perdida de una excesiva cantidad de líquido, por evaporación, en un ambiente cálido. Las capas conjuntivas, por su especial elasticidad, protegen contra golpes y caídas; sobre todo evitan, al cubrir articulaciones y prominencias óseas, que estás estructuras, mucho más frágiles , sufran por los continuos roces y presiones. El tejido elástico tiene también su razón de ser, al cerrar pequeñas heridas por su capacidad de retracción.
La piel elimina anhídrido carbónico y acepta oxígeno, es decir, «respira», pero esta función es muy pequeña y carece de importancia. Mucho mayor significado adquiere su papel en la regulación del calor corporal a través de la eliminación de agua, que importa el doble de lo eliminado por el pulmón en forma de vapor de agua, pues la piel no sólo elimina agua por evaporación (perspiración insensible), sino también, en parte, por la secreción de sudor.
El sudor ves un líquido claro, salado, con una pequeña proporción de grasa y un 0.04% de urea, cantidad que aumenta en las fallas renales (uremia), de modo que está sustancia de desecho se deposita en algunos enfermos sobre la superficie de la piel, en forma de cristales. La sudoración es regulada por el sistema nervioso tanto central como periférico. Aumenta tras un esfuerzo muscular, temperaturas ambientales altas, impactos emocionales, ingestión de bebidas calientes, en el colapso circulatorio y, sobre todo, en las crisis térmicas, al bajar la temperatura tras un estado febril. Por lo contrario, la sudoración disminuye cuando se enfría el ambiente, en los excesos prolongados de ejercicios físicos, en aquellas lesiones nerviosas que paralizan la regulación de la sudoración, en las inflamaciones de la piel y en ciertas intoxicaciones, cómo, por ejemplo, las de belladona y atropina. La secreción sudoral es siempre ácida, por lo que la piel mantiene un «manto acido» de gran importancia fisiológica, al establecerse una barrera contra los microorganismos.
Mediante un fino ajuste, el cuerpo es capaz de mantener entre límites bastante constantes la temperatura de la piel (30°C a nivel de la garganta del pie; 36° sobre la piel del abdomen; 36.7°C en la axila y 37°C a nivel del recto). Cuando en otras épocas fallecían algunos artistas de circo que se pintaban más de 1/3 de su superficie cutánea con soluciones de bronce, plomo u otro metal, se afirmaba que la causa de la muerte era una falta de respiración de la piel; hoy se sabe que es debida precisamente a la incapacidad de esa piel cubierta para regular su temperatura. Está regulación la efectúa la piel a modo de una válvula automática: si sube la temperatura ambiental, se abre; los músculos cutáneos y el tejido elástico se relajan; se rellenan de sangre los vasos sanguíneos (vasodilatación) y se elimina el exceso de calor por evaporación. Por el contrario, en ambientes fríos se contraen los músculos cutáneos («piel de gallina»); se tensan las fibras elásticas; se contraen los vasos sanguíneos (vasoconstricción) y disminuye la perdida de calor al haber menor cantidad de sangre: la válvula queda cerrada. La piel no sólo protege contra los cambios ambientales físicos, incluyendo la luz, sino también contra las sustancias químicas. La capa córnea constituye una barrera eficaz. En este sentido también es muy importante el papel que desempeña la grasa sebácea, que sirve de lubricante. Por otro lado, resulta insignificante la cantidad de sustancias que se absorben a través de la piel, pues su constitución no está especializada en la absorción.
El Color de la Piel
La coloración del tegumento externo se debe a la existencia de muy diversos pigmentos. Este varía mucho según las razas, e incluso de un individuo a otro dentro de un mismo grupo racial.
Como la irrigación de la piel es muy abundante, se comprende que su color se deba, en gran parte, a la hemoglobina sanguínea, por lo que es más oscura en las zonas que predominan las venas, cuya sangre es menos clara. Los cambios bruscos de coloración, cómo el enrojecimiento o la palidez, se deben a la dilatación o constricción, respectivamente, de las arterias dérmicas. Cuando aumenta, por razones patológicas, la cantidad de hemoglobina reducida en la sangre ( generalmente falta de oxigenación de los pulmones) aparece un color azulado que se denomina cianosis.
Una piel amarillenta puede deberse a un exceso de ingestión de determinados pigmentos (por ejemplo, los carotenos de las zanahorias) o al depósito del pigmento de bilis (bilirrubina), que determina la llamada ictericia en ciertas enfermedades del hígado o de la sangre. Otras pigmentación es amarillas y localizadas, cómo las que se presentan en el párpado inferior, se deben a depósitos de grasa; se denomina a este estado xantomatosis.
Los albinos sufren carencia congénita y hereditaria de todo pigmento del tegumento e incluso del iris y de la retina y, si se exponen al sol, sufren serías quemaduras por carecer de dicha protección frente a su rayos.
Pero la coloración normal de la piel se debe a la presencia de un pigmento, la melanina —de melanos, negro—, producido por unas células especiales ( melanocitos) y que se deposita en forma de gránulos en las células basales de la epidermis. Las zonas del cuerpo con mayor pigmentación melánica son los párpados, axilas, pezones y areolas de las mamas, ombligo, genitales y, de una manera artificial, todas las zonas expuestas al sol.
. El principal función de la melanina es proteger al organismo frente a las radiaciones solares de tipo ultravioleta y aumentar sus acúmulos si las circunstancias lo exigen. Así, por ejemplo, en la raza blanca, durante el verano el color cutáneo se hace más oscuro.
La melanina se forma a partir de un aminoácido, la tirosina, dónde la luz solar actúa como estímulo. El mecanismo es un complejo e intervienen en él glándulas endocrinas, como las suprarrenales, lo que explica, por ejemplo, que en la llamada enfermedad de Addison claro piel adquiera una coloración especial muy oscura por falla funcional de dichas glándulas.
Otro factor importante que interviene en la coloración de la piel es el tipo de circulación sanguínea en su seno. El color rojo de las mejillas no se debe más que el paso de gran cantidad de sangre por los capilares de dicha región. Su dilatación origina el rubor, y su contracción la palidez.
En la raza negra existe melanina, tanto en la capa basal como en los estratos intermedios o granulosos e incluso en la zona córnea; es infinitamente más rica en depósitos melánicos que la piel de un blanco. La razón fisiológica es obvia: ofrece una mayor protección, transmitida hereditariamente, contra la irradiación solar en los climas tropicales.
Estructura Anatómica
La piel cubre de forma continua el cuerpo, si bien en algunas zonas su estructura es diferente. Por ejemplo, las áreas pequeñas y delicadas como los párpados están recubiertas de una piel muy fina, con una epidermis delgada. La piel más gruesa es aquella que sufre mayor exposición a la fricción y embates del medio externo, como en el caso de las plantas de los pies y palmas de las manos. Por debajo de estas capas se encuentra la hipodermis o capa adiposo subcutánea, que no se suele clasificar como una capa de la piel.
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