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El derecho y el poder tensiones entre dominación y liberación en Weber y Dussel

Ness_321Ensayo26 de Junio de 2025

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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS, CONTABLES Y SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

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Tema:

EL DERECHO Y EL PODER TENSIONES ENTRE DOMINACIÓN Y LIBERACIÓN EN WEBER Y DUSSEL

Grupo A-2

ESTUDIANTES:

Marin Gamarra Yhosep

Vega Torres Jandy Alex

DOCENTE:

Rolando Geyner Contreras Aranda

ASIGNTURA

Filosofía del Derecho

Introducción:

  •                 El pensamiento social y filosófico contemporáneo ha sido profundamente influenciado por figuras clave como Max Weber y Enrique Dussel, cuyas visiones del mundo moderno y de la racionalidad divergen tanto en sus fundamentos como en sus implicancias éticas. Mientras Weber aborda la modernidad desde una perspectiva desencantada, centrada en la racionalización y la burocracia, Dussel propone una crítica ética desde la filosofía de la liberación, enfocada en la voz de los oprimidos y en la alteridad. Este ensayo tiene como objetivo analizar comparativamente las propuestas de ambos autores, explorando cómo cada uno comprende el papel del poder, la ética y la modernidad. A través de este análisis, se busca reflexionar sobre la vigencia y el alcance de sus ideas en el contexto actual.

  1. Desarrollo

EL DERECHO Y EL PODER TENSIONES ENTRE DOMINACIÓN Y LIBERACIÓN EN WEBER Y DUSSEL

En nuestra vida cotidiana, muchas veces nos enfrentamos a reglas, autoridades o decisiones que nos afectan directamente. ¿Quién tiene el poder de decidir? ¿Por qué lo aceptamos? ¿Qué papel juega el derecho en todo esto? Este ensayo busca responder a esas preguntas desde dos miradas muy distintas: la del sociólogo Max Weber y la del filósofo Enrique Dussel. Ambos piensan profundamente sobre el poder, pero lo hacen desde lugares distintos: Weber desde una lógica institucional y Dussel desde una ética de los excluidos.

Entiende el poder como la capacidad de imponer la voluntad propia en una relación social. Para él, el poder se vuelve legítimo cuando quienes están sometidos lo aceptan como válido. Esa aceptación se puede dar por tradición, por carisma o por leyes racionales. En este último caso, aparece el derecho como un conjunto de normas que justifican y organizan el poder. Para Weber, el derecho moderno es una forma de racionalizar la dominación del Estado.

En cambio, Enrique Dussel ve el poder desde otra perspectiva. Él no parte del Estado, sino de las personas y comunidades oprimidas. Para Dussel, el poder legítimo es aquel que nace del servicio a los otros, especialmente a los más vulnerables. Habla de la "potentia", que es la capacidad de una comunidad de organizarse éticamente. Si esa potencia se convierte en dominación, entonces se transforma en "potestas". Por eso, el derecho solo tiene sentido si defiende la vida y la dignidad de todos, no si es una herramienta de opresión.

Estos enfoques nos permiten ver que no basta con que el poder sea aceptado para ser justo. Dussel nos recuerda que muchas veces aceptamos reglas que perpetúan injusticias. Por eso, es importante mirar siempre desde los márgenes, desde los excluidos. El derecho no puede ser solo un sistema técnico: debe tener un corazón ético.

Como recomendación, es fundamental que en la formación jurídica se incluyan estas miradas críticas. Los futuros abogados, jueces y autoridades deben preguntarse no solo qué dice la ley, sino a quién sirve. Además, es clave abrir espacio para el diálogo entre distintas corrientes filosóficas, reconociendo el valor de nuestras propias voces latinoamericanas. Solo así construiremos un derecho realmente justo.

 Max Weber – El poder como dominación legítima

En su obra “Economía y Sociedad”, Max Weber define el poder como:

> “la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad.”

(Weber, M., Economía y sociedad, 1922/1978, Fondo de Cultura Económica.)

Weber distingue entre diferentes tipos de dominación legítima: carismática, tradicional y legal-racional. Para él, el poder se institucionaliza a través de estructuras de dominación, siendo esencial para el funcionamiento del Estado moderno.

 Enrique Dussel – El poder como servicio y no dominación

Por otro lado, Enrique Dussel, en su libro “20 Tesis de Política”, plantea una crítica al concepto de poder como mera dominación. Para él, el poder es:

> “la capacidad de una comunidad política de realizar la vida en plenitud mediante el consenso y la autoridad legítima que sirve al pueblo.”

(Dussel, E., 20 Tesis de Política, Siglo XXI, 2006.)

Dussel propone una ética del poder donde la legitimidad no proviene solo del procedimiento, sino de su orientación hacia la vida y el bien común. Contrapone así una concepción “potestativa” del poder (basada en la dominación, como en Weber) frente a una concepción “potencial” del poder (como posibilidad de potenciar la vida colectiva).

[2.1] La “voluntad-de-vivir”

[2.11] El ser humano es un ser viviente.1 Todos los seres vivientes animales son gregarios; el ser humano es originariamente comunitario. En cuanto comunidades siempre acosadas en su vulnerabilidad por la muerte, por la extinción, deben continuamente tener una ancestral tendencia, instinto, querer permanecer en la vida. Este querer-vivir de los seres humanos en comunidad se denomina voluntad. La voluntad-de-vida es la tendencia originaria de todos los seres humanos —corrigiendo la expresión trágica de A. Schopenhauer, la dominadora tendencia de la “voluntad-de-poder” de Nietzsche o de M. Heidegger.

  •  [2.12] En la modernidad eurocéntrica, desde la invasión y la posterior conquista de América en 1492, el pensamiento político ha definido por lo general el poder [→]2 como dominación [→],  ya presente en N. Maquiavelo, T. Hobbes, y tantos otros clásicos,
  1.  Véase Dussel, 1998, cap. 1

2, La flecha sin número alguno indica que la palabra puede buscarse al final de este trabajo en el Índice de materias, para ver las referencias que expliquen su contenido significativo.

  • incluyendo a M. Bakunin, L. Trotski, V.I. Lenin o M. Weber —cada uno con diferencias conceptuales importantes—. Por el contrario, los movimientos sociales actuales necesitan tener desde el comienzo una noción positiva de poder político (sabiendo que frecuentemente se fetichiza, se corrompe, se desnaturaliza como dominación). La “voluntad-de-vivir” es la esencia positiva, el contenido como fuerza, como potencia que puede mover, arrastrar, impulsar. En su fundamento la voluntad nos empuja a evitar la muerte, a postergarla, a permanecer en la vida humana. [2.13] Para ello el viviente debe empuñar o inventar medios de sobrevivencia para satisfacer sus necesidades. Necesidades que son negatividades (el hambre es falta de alimento, la sed falta de bebida, el frío falta de calor, la ignorancia falta de saber cultural, etc.) que deben ser negadas por satisfactores (el alimento niega el hambre: negación de la previa negación o afirmación de la vida humana). [2.14] Poder empuñar, usar, cumplir los medios para la sobrevivencia es ya el poder. El que no-puede le falta la capacidad o facultad de poder reproducir o aumentar su vida por el cumplimiento de sus mediaciones. Un esclavo no tiene poder, en el sentido que no-puede desde su propia voluntad (porque no es libre o autónomo) efectuar acciones o funciones institucionales en nombre propio y para su propio bien. [2.15] En este sentido, en cuanto al contenido y a la motivación del poder, la “voluntad-de-vida” de los miembros de la comunidad, o del pueblo, es ya la determinación material fundamental de la definición de poder político. Es decir, la política es una actividad que organiza y promueve la producción, reproducción y aumento de la vida de sus miembros. Y en cuanto tal podría denominarse “voluntad general” —en un sentido más radical y preciso que el de J. J. Rousseau

[2.2] El “consenso racional”

  •  [2.21] Pero las voluntades de los miembros de la comunidad podrían dispararse cada una en la consecución de sus intereses
  • privados, múltiples, contrapuestos, y de esta manera la potencia o fuerza de la voluntad de uno anularía la del otro, y daría como resultado la impotencia. Por el contrario, si las voluntades pudieran aunar sus objetivos, sus propósitos, sus fines estratégicos, alcanzarían (sumando orgánicamente sus fuerzas como una “voluntad-devivir-común”) mayor potencia. [2.22] La posibilidad de aunar la fuerza ciega de la voluntad es la función propia de la razón práctico-discursiva. La comunidad, como comunidad comunicativa, lingüística, es en la que sus miembros pueden darse razones unos a otros para llegar a acuerdos. Mediante el uso de argumentos de los más diversos tipos (que pueden ser relatos míticos, expresiones artísticas como el teatro, o hasta las más abstractas formulaciones explicativas científicas) como expresión retórica pública en referencia a la comunidad de voluntades, y cuando el ciudadano participa simétricamente, se puede llegar a consensos, a veces no intencionales sino aceptados por tradición y no por ello menos vigentes, que producen la convergencia de las voluntades hacia un bien común. Esto es lo que podemos denominar propiamente “poder político”. [2.23] Ese consenso —consensus populi lo llama Bartolomé de Las Casas, defendiendo a los indígenas del Perú contra los encomenderos allá por 1546— no puede ser fruto de un acto de dominación o violencia, donde se obligara a las voluntades a negar su “querer-vivir-propio” a favor del “querer-vivir-del-soberano” (el rey), como lo proponía T. Hobbes. En ese caso el poder político quedaba debilitado al extremo de que sólo contaba una sola voluntad activa, creadora, la del único actor (el rey como Estado, como Leviatán despótico), y cada ciudadano negaba su voluntad. Sin el fundamento de la voluntad decidida de los ciudadanos, de la comunidad política, del pueblo, el que ejerce el poder queda él mismo debilitado, como tomado de la brocha y sin la escalera que necesita el pintor. El consenso debe ser un acuerdo de todos los participantes, como sujetos, libres, autónomos, racionales, con igual capacidad de intervención retórica, para que la solidez de la union
  • [2.3] La factibilidad del poder [2.31] Pero las voluntades de los miembros de la comunidad unida consensualmente no son suficientes para terminar de describir el poder político. Es necesaria todavía una última determinación. [2.32] Para poseer la facultad del poder la comunidad debe poder usar mediaciones, técnico-instrumentales o estratégicas, que permitan empíricamente ejercer la dicha voluntad-de-vivir desde el consenso comunitario (o popular). Si una comunidad política, por ejemplo, es atacada por otra, deberá poder resistir el ataque del enemigo con instrumentos y estrategia militares. Si una comunidad tiene una crisis de hambruna, deberá poder desarrollar los sistemas agrícolas adecuados para proveer de alimentación a la población (como exigía Aristóteles en su Política). Si descubre un grado bajo de recuerdo de sus tradiciones culturales, deberá impulsar una política educativa, artística, de investigaciones históricas para que la comunidad, el pueblo, recupere la conciencia de su identidad cultural (sub-esfera material central de la política, como veremos [→7], momento igualmente esencial de la unidad de las voluntades como poder.

  1. Conclucion

En conclusión, Weber y Dussel nos ofrecen dos formas de entender el poder y el derecho. Uno desde la institucionalidad, otro desde la ética. Ambos son valiosos, pero en contextos donde hay mucha desigualdad, como en América Latina, la voz de Dussel cobra fuerza. Nos invita a repensar nuestras leyes y nuestras autoridades desde los que menos tienen.

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